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Huellas N., Diciembre 1982

LIBROS

El libro de N.T.

J.J.J.

LO PEQUEÑO ES HERMOSO
E. F. Schumacher,
Ed. H. Blume, Madrid, 1978
Col. Ciencia, Tecnología y Sociedad


Pese al título, LO PEQUEÑO ES HERMOSO es un libro de economía. Y si la palabra "revolucionario" no se cotizase tan barata en el mercado uno diría que es un libro revolucionario. Lo es, en el mejor sentido de la palabra. No soy experto en econo­mía, pero me alegro extraordinariamen­te de haber leído esta obra, una de las más refrescantes y clarividentes que han caído en mis manos en años. Sin demagogia de ninguna clase, pero sin aplicar cataplasmas al cáncer de avaricia que roe el desarrollo tecnológico y económico de nuestro siglo, LO PEQUEÑO ES HERMOSO ofrece ideas sugiere caminos nuevos, pone en marcha la imaginación del hombre de bue­na voluntad.
Y ayuda a pensar. Una de sus muchas ventajas es que su aporta­ción va mucho más allá del estúpido binomio capitalismo-socialismo, que no sirve más que para uso y abuso de los políticos, y para enzarzar unos con otros a los imbéciles. Es un libro socrático, que se atreve a pre­guntar las preguntas básicas, inevita­ble, pero que nadie se hace; al me­nos, a la hora de montar un negocio o de sentarse a la mesa de un Consejo de Administración. ¿Puede un cristia­no "pasar" de hacérselas, a la hora de los negocios? Una respuesta afirma­tiva, que, desgraciadamente es lo que uno oye de mil maneras todos los días, es simplemente un síntoma de lo pobretón y falta de vitaminas que anda nuestro cristianismo de meren­gue. De lo bajo que ha caído el nombre de cristiano. No ya un cristia­no, un hombre de bien. ¿Cuánto tiempo falta para que el "progreso" económi­co, convertido en la medida suprema de la actividad humana, nos haga sal­tar a todos en pedazos? Tampoco hace falta mirar al futuro: el Molok moderno ha devorado ya a millones de hom­bres, arrancándoles la raíz de la esperanza, produciendo una castración espiritual en masa sin precedentes en la historia humana. Si para muchos de nuestros contemporáneos el hombre no se distingue de la cucaracha más que por su tamaño, y por la superior complejidad de ciertas operaciones químicas que tienen lugar en su meca­nismo: o si muchas de esas víctimas son víctimas voluntarias, felices por­que cómplices, porque esperan su taja­da en el reparto, ¿qué más da? todo eso sólo prueba la extensión y la malignidad del tumor.
En definitiva, un libro al­tamente recomendable, para todos aque­llos que quieren entender un poco nuestro mundo y que están convencidos de que un cristiano tendría que hacer algo más que ir a Misa los domingos (o incluso a diario), colocarse en la Telefónica o en el INI, ser una persona honrada y dar un cheque a Caritas una vez al mes.
Schumacher murió en 1977. No era un predicador o un moralista. Durante su vida, trabajó como asesor económico en toda una serie de importantes empresas europeas, y creó una serie de grupos e instituciones para reunir los esfuerzos de las personas interesadas en la reorientación humanística del pensamiento y la activi­dad económica. Cuando apareció la edi­ción inglesa de LO PEQUEÑO ES HERMO­SO, el Washington Post publicó capítu­los enteros. Y su pensamiento ha in­fluido seriamente en los planteamien­tos económicos de los últimos años si no en los círculos de la economía convencional, sí en muchos otros am­bientes, creándole aquella un oposi­tor decente.
Para que el lector de esta breve nota se haga una idea más clara de por donde van los tiros, me ha parecido útil copiar unos párrafos de la introducción que Theodore Ros­zak hace a la edición inglesa: "La gran mayoría de los eco­nomistas siguen empeñados en el ideal absurdo de hacer de su "ciencia" algo tan científico y preciso como la Físi­ca, como si no hubiera una diferencia cualitativa entre átomos sin mente y hombres hechos a la imagen de Dios. Schumacher nos recuerda que la econo­mía sólo se ha convertido en una ciencia al precio de hacerse estadís­tica. Pero en lo hondo de sus estadís­ticas bien sumergidas y fuera del alcance de la vista, hay un montón de presuposiciones desoladoras acerca de hombres como tu y como yo, de nuestras necesidades, de nuestras mo­tivaciones y el significado de nues­tras vidas. Una y otra vez, Schuma­cher nos recuerda que la ciencia eco­nómica, tal y como se practica hoy -lo mismo si es socialista que capita­lista- es un conjunto de pensamiento "secundario", derivado de un montón de presupuestos discutibles y meta-e­conómicos acerca del hombre y la natu­raleza que nunca se someten a juicio, Y que nadie se atreve a cuestionar para que la economía siga siendo la ciencia que presume de ser, en vez de ser (como debiera) una visión so­cial humanista que confía en la insti­tución experimentada, toca de oído, y se arriesga a echar un sermón que otro.
¿Qué pasa si esos presupues­tos son falsos? ¿Qué pasa si en todos esos millones de seres vivos que hay debajo de la superficie estadística científicamente cuantificados por los expertos, se despiertan un día deseos de creatividad, de generosidad, de cooperación fraterna, de armonía natu­ral y de transcendencia, de todas esas cosas que la "ciencia'' económica convencional, por una banal misantro­pía a la que llama "realismo", trata de destruir? Si eso es así, uno no debe extrañarse de que las políticas que provienen de semejante economía tengan que llevarse a cabo forzando la resistencia de un material humano al que nadie consulta excepto por medio del falso plebiscito del merca­do. Por supuesto, esa consulta siem­pre produce los resultados previstos, porque ese plebiscito está apañado por cínicos, votado por masas desmora­lizadas y tabulado por oportunistas.
¿Qué clase de ciencia es esa que, para que sus predicciones tengan éxito, tienen que esperar y desear que la gente no de nunca lo mejor de sí mismo, sino que sean siempre unos avariciosos idiotas sin nada más que hacer que ganar y gas­tar, ganar y gastar?
En estas circunstancias, ne­cesitamos una ciencia económica con más nobleza, que no tiene miedo a discutir cuestiones de espíritu y de conciencia, motivaciones morales o el valor de la vida, una ciencia económi­ca que trata de educar y de elevar el nivel de la gente, y no sólo de medir el funcionamiento de sus instin­tos más bajos".

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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