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Huellas N.10, Noviembre 2020

BREVES

La historia

El conserje

«Buenos días, Giuseppe». El hombre se gira frente a la máquina del café: «Buenos días, profesora. También hoy muy temprano... Casi le hago una copia de las llaves, así si llego tarde usted puede abrir la escuela. ¿Qué le parece?». Laura sonríe. Giuseppe es el conserje de la escuela, casi una autoridad. Todos lo conocen. «No, no, porque si luego las pierdo, ¿quién se lo dice al director y cómo entran los chicos?». Giuseppe la mira: «¡Los chicos! Hoy solo están dos clases de cuarto y los de primero... Extraño su alboroto. Todo está demasiado silencioso». «Yo también los extraño. Voy a ver si todo está listo para la conexión. Nos vemos luego para tomar un café. Buen trabajo».

Los pasos retumban en los pasillos vacíos. Creían que volverían todos a clase y, en cambio, solo tardaron unos días en comprobar que no había distancia suficiente, colas en los baños... Por tanto, turnos y clases a distancia. Y un problema nuevo cada vez. El día anterior, en medio de una explicación complicada, el audio se desvaneció como por arte de magia. Llamó a Giacomo, el técnico informático, que tardó casi diez minutos en restaurarlo. Pero la atención de los alumnos ya se había esfumado... y la hora había terminado.

Laura entra en el aula vacía, enciende el ordenador, el monitor funciona, todo está bien. Al menos eso parece. A las ocho y diez comienza la conexión. Después de un cuarto de hora, alguien llama a la puerta. El primer pensamiento es: «Seguro que hay algo que no va bien. Tendré que interrumpir la clase». Entra Giacomo: «Buenos días profesora, ¿todo bien? ¿Está funcionando todo hoy?». Sencillamente no se esperaba algo así. «Sí, está bien. ¡Gracias!». El hombre se queda quieto en la puerta y luego dice: «Mire que usted es una buena profesora y los chicos lo saben. Así que no se preocupe. Que tenga un buen día». Sale, cerrando la puerta con suavidad.

Laura mira el monitor. Mira a sus chicos: esperan a que ella empiece a hablar de nuevo. La están esperando. Las palabras de Giacomo han sido como un soplo de aire fresco que ha barrido ansiedades y preocupaciones. No por el cumplido, sino porque simplemente le han demostrado que incluso a través de una pantalla ella puede transmitir a sus alumnos la pasión que la mueve. Más allá de cualquier problema técnico. Ahora la modalidad es esta, a veces angosta, difícil. «Simplemente hay que aceptarlo y vivirlo», piensa. Y vuelve a empezar: «Chicos, ¿por dónde iba?».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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