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Huellas N.10, Noviembre 2020

PRIMER PLANO

Sorprendidos por la vida

Yolanda Menéndez

Mirarse con los ojos de otro y dejarse interrogar. ¿Qué significa el encuentro con Mikel Azurmendi para los protagonistas de la "extraña tribu" con la que se ha topado?

«Un motivo de conversión para los que ya estaban convertidos de antes». Así describe Jordi Cabanes, profesor universitario y amigo de la Masía, un grupo de familias que veranean juntos en una casa de campo catalana, lo que le ha pasado después de conocer a Mikel Azurmendi. Gran parte de sus conversaciones aparecen transcritas en su libro El abrazo en unas páginas que han sorprendido hasta al propio Jordi. «La conversación que transcribe en el libro la tuvimos en mi despacho, donde me puse a explicar nuestros conceptos sobre lo que es la educación en el cristianismo. Pero después, al leerla, la sensación que yo tenía era la de decir: “¡Caramba! A mí me gustaría vivir esto que cuenta Mikel, esto que yo dije”. Es la sensación de que el cristianismo es una exposición constante, como el vino clarete, que se va pasando una y otra vez a través del filtro para que vaya adquiriendo color».
Jordi no es el único que se ha sorprendido de su propia vida viéndose reflejado en las palabras de Mikel. Es un denominador común en muchos de los “personajes” de su libro, como el propio Azurmendi los llama en la video-entrevista proyectada en el Meeting de Rímini: «los he hecho personajes en mi libro, pero son personas». Como el empresario catalán Germán Fañanás: «Me hizo una entrevista de más de tres horas, pero se me pasaron rapidísimo, porque me obligaba a dar razones de lo que para mí es lo más importante, y me lo hacía revivir de nuevo. Su sorpresa continua ante lo que yo le contaba volvía a hacer presente ante mis ojos la belleza de todo lo que ya he vivido. Hasta hizo una extraordinaria relación entre el término sostenibilidad ambiental, un concepto central en mi trabajo, y la sostenibilidad de la persona, como fundamento de mi propia labor empresarial».

Para muchos, ver el recorrido que hace el sociólogo vasco ha sido una manera de redescubrir, y profundizar, el valor de sus propias historias. «En medio del escepticismo que puede causarnos este tiempo de pandemia y de confinamiento, Julián Carrón nos señala hechos a los que mirar, nos muestra que entre nosotros sigue sucediendo lo que sucedió hace dos mil años. Es como si nos devolviera a nosotros la pelota, como el ciego de nacimiento y como Mikel», señala Ignacio Carbajosa, responsable de CL en España. «No podemos negar que ahí está el hecho y ahora forma parte de nuestra moralidad el seguir este hecho que tenemos delante: la conversión hoy, en el siglo XXI, de un hijo de nuestro país, un hombre que ha estado en el inicio de ETA, en el 68 francés, que ha estado amenazado por ETA, que ha vivido en la universidad las batallas del País Vasco, que está de vuelta de muchas cosas y en el ocaso de su vida tiene un encuentro casual, se sorprende por algo que percibe como esperanzador, lo persigue, lo describe y se convierte». Para él, «el encuentro con Mikel ha sido una gracia para el movimiento en España porque nos ha hecho ver quiénes somos y lo ha mostrado al mundo entero».

Con su sorpresa, Mikel ha devuelto a muchos de estos “personajes” que ahora son sus amigos algo que ellos ya creían conocer de sobra. «Me ha dado qué pensar sobre todo porque me daba cuenta escuchando a Mikel de que él habla de muchas cosas que conozco, de nosotros mismos y de lo que yo veo cada día en el colegio y, a la vez, de que muchas de esas cosas yo las doy por supuestas, no las miro con atención, no las “veo”», apunta Clara Fontana, profesora del Colegio Kolbe, en Villanueva de la Cañada (Madrid). «Recuerdo el día que vino al colegio, lo fascinado que estaba, recuerdo su posición, sus preguntas y su mirada abierta, en medio de un día que para mí fue “normal”. Todo esto me induce a retomar el camino de la mirada, a seguir aprendiendo a descubrir la verdad de tantas cosas que tengo ante mis ojos y que solo necesitan que las reconozca y vaya hacia ellas».

«El libro y el video documentan la prolongación de un encuentro», afirma Javier Prades, rector de la Universidad San Dámaso de Madrid. «Testimonia la permanencia de un encuentro mediante encuentros. A partir de ese momento siguen más diálogos, conmigo y con los demás amigos. Entra en tu vida un interlocutor nuevo, se incorpora a tu vida una dimensión que antes no existía. Eso es lo que uno puede reconocer en el intercambio de comunicaciones donde contarse cosas, plantear preguntas, tenerse en cuenta… Son como el despliegue de un encuentro que cambia tu forma de mirar, de pensar en los problemas, que se enriquece mediante el diálogo».
Lo que más sorprende de Mikel a aquellos que se han encontrado con él es su sencillez, «la fiesta de la sencillez», como dice Ferrán Riera, director de Escola Llissach en Santpedor (Barcelona). «Cuando vino a la Masía tenía mil motivos para rechazar lo que veía –comimos tarde, el sitio era incómodo, estaba todo desordenado– pero decidió quedarse con aquello que le generaba admiración, y eso es una decisión de la libertad. Ante algo que genera admiración, uno puede decir que no o que sí».
«El problema es qué haces tú cuando encuentras algo que te sorprende. El instante siguiente es crucial. Puedes reducirlo todo a lo que ya sabes, o acusar el golpe, preguntar, y Mikel es un gran preguntador», comenta Antonio Lázaro “Macario”, un ingeniero que hizo de chófer voluntario para Azurmendi en su primera visita al EncuentroMadrid. «Esa lealtad que tiene, su mirada hacia lo que sucede, me ayuda y me rescata. Su mirada sobre las cosas corrige la mía: eso me hermana con él. Me ha devuelto mis propias certezas con la frescura de lo que sucede en el presente».

«Es una gracia encontrar a hombres que te miran y en la mirada interpelan a toda tu persona. Mikel es uno de ellos, alguien que quiere saber de ti porque quiere conocerse a sí mismo», afirma Enrique Arroyo, profesor del Colegio J.H.Newman de Madrid. «Lo que le sorprende no es un discurso ni una argumentación, y eso que es un hombre que ha leído, ha sido profesor universitario, es un perseguidor de razonamientos, le gusta dar vueltas a las cosas, es un gran discutidor. Pero lo que le sorprende son hechos y obras», apunta Juan Ramón de la Serna, director del Newman. «Es cierto que Mikel se ha sorprendido de la “vida bella” que Cristo ha generado en nuestra compañía», añade Arroyo, «pero la ha mirado con una sencillez de corazón que le ha permitido no quedarse en ella y reconocer a Aquel que la origina. Por eso para mí es también un testigo de fe del que me sorprendo».
«A partir de su encuentro, Mikel ha ido descubriendo las censuras que la razón puede imponer a la realidad, sobre todo en su carácter trascendente», señala Prades. «Ahora se da cuenta de que el agnosticismo, el ateísmo, se apoyan en prejuicios que censuran una mirada completa sobre lo real, excluyendo el Misterio. Y eso lo descubre a partir de un encuentro, a partir de una transformación del uso de la razón que desvela los vetos con los que antes usaba la razón. Había cosas que no veía. El hombre naturalmente está abierto al Misterio, pero históricamente tiende a cerrarse y, si no tiene un encuentro histórico con el Misterio, no se da cuenta de dónde se cerraba su razón. Él lo detecta y le interesa: “¿por qué esto no lo veía?”. Eso significa “ahora que lo veo puedo notar la diferencia”. Es una aportación sumamente interesante».

No solo cambia el uso de la razón sino que hasta rejuvenece, añade Prades. «Viendo a Mikel se me ha impuesto la idea de que hay personas que, más allá de la edad que tengan, te transmiten, por entendernos de algún modo, que “tienen más vida hacia delante que hacia detrás”; se nota una juventud similar a la del que biológicamente es joven y tiene la vida por delante. El DNI recoge una fecha de nacimiento, pero lo que percibes es la posición de un hombre que tiene vida por delante porque tiene un sentimiento de la realidad con la frescura y con la intensidad como solo la gracia puede suscitar en la naturaleza humana». Una juventud que salta a la vista también para los que le conocieron después del libro, como Ettore Pezzuto, empresario financiero que lo define como un «segundo Carras (Jesús Carrascosa, uno de los primeros miembros de CL en España, ndr.). Porque es muy parecido físicamente, por su manera de hablar y por ese entusiasmo juvenil que expresa a sus casi 80 años».

«Ver a Azurmendi es como encontrarse con una persona que ha recuperado lo que significa ser hijo, la sencillez de un niño que es capaz de leer incluso su vida dentro de esta mirada nueva, que le hace recorrer su trayectoria personal», apunta Rafael Gerez, presidente de EncuentroMadrid, escenario donde se produjo el impacto que tanta «sorpresa y hasta mucha emoción» causó en Azumendi, como tantas veces ha repetido, insistiendo en que lo que le pasmó no fue una idea sino una carnalidad. «Recuerdo cuando me entrevistó para el libro», comenta Jesús de Alba, al frente de Bocatas, la caritativa con drogodependientes que tanto impactó a Mikel. «Aun siendo ya constitutivamente otro, le costaba reconocerlo, no quería que le pusieran la etiqueta. Es de esa gente a la que le gusta no tanto cacarear sobre Cristo como saborearlo».
«No habría mayor tragedia para un cristiano que la de no darse cuenta y no ver ni admirar aquello que ha conmovido a Azurmendi», añade Lluís Bou, presidente de Punt Barcelona. «No habría mayor tragedia para nosotros que alinearnos con una idea de Jesús que nos separara de los hechos, como señala Julián hablando del ciego Bartimeo, que no se alinea en primer lugar con Jesús sino con un hecho. Qué tragedia si nos alineamos con una cierta idea de Jesús que nos impidiera asombrarnos y admirar hechos así, que son un reclamo tan potente para no perdernos lo mejor del cristianismo, es decir, a Cristo mismo sucediendo aquí y ahora».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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