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Huellas N., Febrero 1982

EDITORIAL

Un cristianismo al aire libre

"La casa burguesa es una casa cerrada y el corazón burgués, un corazón retenido y cauto. Querrían hacer de la Iglesia católica y apostólica una trastienda, un salón confidencial donde las virtudes anémicas se estancaran a la sombra de los visillos, ignorantes de todo lo que no fuera el chisme confesional, las preocupaciones de cenáculo y las confidencias estériles de las vidas solitarias"
E. Mounier

La idea de que nuestra vida es un camino no es nada original. Muchos son los poetas para los que somos caminantes, romeros... Pero tampoco los poetas son originales. Ya en el Antiguo Testamento se habla de las dos sendas. Sí, vivir es caminar, pero ¿hacia dónde? Un cristiano conoce la respuesta. Claro que eso no basta. ¿Cómo que no basta? ¿Es que no es suficiente saber Quién nos llama?
Sí, es verdad, debería serlo. Porque saberlo es ir hacía Él, Dios nos muestra el camino una vez que echa­mos a andar, como a Abrahám. Es una aventura que vale la pena vivir porque vale la pena el ideal: "La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumen­to hasta llegar a pleno día", abandonarse en Dios. Come Cristo en la cruz. Jesucristo: camino, verdad y vida.
De acuerdo, ya sabemos a dónde llega el camino. Pero ¿y el comienzo? Partimos de muchos sitios: parroquia, familia, grupos... Pero ése es sólo el principio. No salir de la parroquia es como quedarse en las primeras colinas y renunciar por comodidad a lo mejor. Es contentarse con ver desde unos pocos metros lo que desde más altura tiene una dimensión nueva e insospechada y se puede respirar un aire con más oxígeno: el que da la cercanía de Dios. Es rajarse.
Un alto en la subida es bueno; nos permite contemplar el camino recorrido. ¡y que pequeños nos sentimos! Es curioso: cuanto más altos más pequeños. Parar y rezar. Parar y contemplar. Parar y decidir por dónde hay que continuar. O mejor dicho, escuchar a Dios y decidir por dónde hay que continuar. "Me enseñarás el sendero de la vida". Como Abrahám; casi nunca entendía lo que Dios le pedía!, sin embargo, le bastaba Su Palabra para ponerse nuevamente en marcha. Eso se llama Fe ¿o no?
Por último hay que tener conciencia de que el camino no lo hacemos solos: ni podemos ni Dios lo quiere. Necesitamos echarnos cuerdas unos a otros. Y que alguien nos chille cuando nos desviamos o cuando nos queremos sentar en plena marcha. Si alguien se descuelga hay que esperarle antes de que se pierda. Es una gran excursión la que podemos hacer los cristianos.
Nuestra organización se llama Iglesia. El pico que pretendemos conquistar el más alto de la tierra, que es también el más cercano a Dios. Nuestro guía Jesucristo.


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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