Los riesgos del hombre contemporáneo
Lanzamos en este número una selección de páginas de la literatura mundial contemporánea sobre todo, que profundizarán los diferentes aspectos del tema que vamos a meditar este año -como movimiento- en la escuela de comunidad: «El sentido religioso».
Empezamos ahora con «los riesgos del hombre contemporáneo»
Antigüamente el hombre en su ambiente familiar estaba ligado a la vida universal, histórica y cósmica, de una manera mucho más amplia y estable que hoy.
A pesar de tener a su disposición periódicos, museos, radio, comunicaciones aéreas, nosotros apenas advertimos este fondo común; no estamos compenetrados con él, lo pensamos poco.
Con botitas de fabricación checoslovaca y cigarrillos mexicanos entre los dientes, el hombre de hoy lee la noticia de la aparición de un nuevo estado en África con la misma facilidad con la que prueba un vino francés.
Tenemos una cantidad enorme de nociones e informaciones que nos sobrecargan sin que nos cambien cualitativamente.
En pocos días podemos dar la vuelta al planeta, tomar un avión y viajar sin provecho espiritual, agrandando sólo nuestro radio informativo.
Comparemos ahora estos pretendidos horizontes con el estilo de vida del antiguo campesino que no iba nunca más allá de su pequeño prado y caminaba toda su vida con las tradicionales chancletas hechas en casa. Su horizonte nos parece pequeño; pero, en verdad, era realmente grande esta estrecha unión concentrada en una sola aldea. Hasta el monótono ritual de la comida (comparada con el vino francés o el ron jamaicano) era parte de una serie de nociones que tenían un significado universal. Observando el ayuno y las fiestas, el hombre vivía según el almanaque de una historia común que empezaba con Adán y terminaba con el juicio Universal. Por este motivo, entre otras cosas, cualquier semianalfabeto podía en algún momento filosofar no peor que Tolstoi y elevarse al nivel de Plotino sin tener consigo ningún texto excepto la Biblia. El campesino mantenía un vínculo permanente con la inmensa creación del mundo y exhalaba el último respiro en las profundidades, del planeta, cerca de Abraham..
Al contrario, nosotros, ojeado el periódico, morimos solitarios en nuestro angosto y superfluo diván. Y en aquel momento ninguna información nos sirve. La información se vuelve para nosotros como un par de pantalones de tela extranjera. Un motivo para hacernos admirar y basta. ¿Dónde va a parar todo nuestro horizonte, toda nuestra capacidad receptiva, cuando nos quitamos los pantalones o nos los quitan de encima, o si no, cuando nos llevamos la cuchara a la boca? Antes de coger la cuchara, el campesino comienza haciéndose el signo de la cruz y con este único gesto se vinculaba a la tierra y al cielo, al pasado y al futuro.
Mysli VraspkJkh
A. Smyavski
Los antiguos creían en la creación, es decir, en una jerarquía sacra y ascendente. A los animales los habían imaginado Dios, el todopoderoso. El hombre, por su lado, tenía suficiente con su parte de hombre, de exiliado hijo de Dios.
Pero los modernos prefieren creer en la evolución, o, dicho de otro modo, en una jerarquía científica y degradante. Mientras un antigüo iba a la iglesia, para reencontrar su lugar en la aterrorizante distancia que le separaba de Dios, un moderno va al jardín zoológico a reencontrar su lugar en la infinita distancia que le separa del mono. Un antiguo, para reconocerse más hombre, se comparaba, humillándose y anulándose, a los dioses. Un moderno, para reconocerse más hombre, se compara, aplaudiéndose y congratulándose, a las bestias. Uno miraba adelante. El otro mira hacia atrás. Uno sentía que aún le faltaba realizarse. Pero el otro se siente completamente realizado. Así, aquel lazo de activo agradecimiento que en toda la gama de los seres se establecía entre el hombre y Dios, que estaba precisamente encima para que el hombre tuviese siempre presente un baremo para medir su imperfección en su necesidad de perfección, se transforma en el agradecimiento hacia el barbudo gorila, que lleva la cruz de las últimas imperfecciones y eleva al hombre al gozo de los perfectos.
Las bestias sagradas
E. Cecchi
Sociedades gestionadas por managers cuyos habitantes, bien nutridos, bien vestidos, ven satisfechos sus deseos y no tienen deseos por satisfacer, autómatas que siguen sin ser forzados, que son guiados sin jefes... Esta alienación y automatización llevan a una locura cada vez mayor. La vida no tiene significado, no hay alegría, ni fe, ni realidad. Cada uno es "feliz", lo único que... no siente, no razona, no ama.
El peligro del pasado era que los hombres se volvieran esclavos. El peligro del futuro es que los hombres se vuelvan robots. Es verdad que los robots no se rebelan. Pero dada la naturaleza del hombre, los robots no pueden vivir y al mismo tiempo mantenerse sanos, se destruirán a sí mismos y a su mundo porque no podrán tolerar más el aburrimiento de una vida privada de significado.
Ser o tener
Erich Fromm
Por fin, ¡ya somos libres! Nos han cortado brazos y piernas y luego nos han dado libertad para andar. Pero odio esta época donde el hombre bajo un totalitarismo universal se vuelve manso ganado, educado y tranquilo. Nos hacen pasar esto por progreso moral. Lo que odio en el marxismo es el totalitarismo que lleva consigo. El hombre en él, es definido como productor y consumidor: el problema esencial es el de la distribución. Y esto es lo que pasa en las modernas fábricas. Lo que odio del nazismo es el totalitarismo al que tiende debido a su esencia. Se hace desfilar a los obreros del Ruhr ante un Van Gogh, un Cézanne y una postal ilustrada. Ellos votan naturalmente por la postal. ¡Aquí está la verdad del pueblo! Se cierran en un campo de concentración los candidatos Cézanne, los candidatos Van Gogh, todos los grandes anticonformistas, y se nutre de postales a un ganado sometido. Pero ¿dónde van a parar los E.E. U.U. e incluso nosotros en esta época de burocracia universal?.
El hombre robot, el hombre termita, el hombre que oscila entre la cadena de montaje y el mus, el hombre castrado de su poder creador que ya no sabe crear en su pueblo ni un baile ni una canción, el hombre nutrido de cultura confeccionada, de cultura estándar como se nutren los buitres del heno. ¡Así es el hombre de hoy!
Un sentido para la vida
A. de Saint-Exupery
Los individuos hoy -por lo menos una gran mayoría- piden representarse, existir, explotar individualmente, piden vivir su propia vida en el plano que a ellos les es posible: el de las emociones y las sensaciones. Y en este plano no son posibles las delegaciones privilegiadas: el hombre de la calle tiene los mismos derechos que el hombre excepcional y puede incluso creer que su conocimiento vivencial es más auténtico que el del hombre instruido. Pero al hombre-masa corresponde el mal de masa, el cual nadie de nosotros puede evitar. Y el lado más peligroso de la vida actual es el disolverse del sentimiento de la responsabilidad individual. La soledad de masa ha hecho vana cualquier diferencia entre el dentro y el fuera. Así como en nuestro tiempo se ha sustituido la contemplación por la excitación, y el número ya no es el secreto de las leyes divinas sino el objeto de la estadística, no veo por qué no se deben sacar las debidas conclusiones de las diferentes condiciones de vida del hombre que antiguamente era llamado sapiens y faber (luego ludens y ahora destruens) a favor del inmenso todos-nadie que vamos a formar. Lo que está ocurriendo en el mundo civil a partir del final de la Ilustración, es el total desinterés por el sentido de la vida. Esto n contrasta con el activismo. Lo único es que se llena el vacío con lo inútil. El hombre ya no tiene tanto interés por la humanidad. El hombre se aburre espantosamente.
En nuestro tiempo
E. Montale
Cuando la misma noción de la vida se envilece, lo demás es una consecuencia. Sería lícito preguntarse si el hombre de la técnica no terminará por considerar la vida la misma regla. En tales una condiciones ¿cómo podría impedirse el derecho de intervenir en el mismo curso de la vida de igual manera que se regula el curso de un río? Antes de decidirse a tener un hijo, se harán cálculos como si se tratara de comprar una motocicleta o un simca, se calculará lo más exactamente posible su coste anual; en el primer caso se preverán los desgastes y los gastos mecánico, en el segundo las enfermedades y las recetas del médico. Muchas veces uno se conformará con un Perrito que cuesta menos y si los gastos del veterinario resultasen demasiado elevados, siempre quedará la posibilidad de deshacerse de él. Solución que aún no se ha llegado tomar en consideración para los hijos.
Los hombres contra lo humano
Gabriel Marcel
(P. D. Marcel escribió estas líneas antes de que el mundo conociera el triste fenómeno del aborto legalizado).
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