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Huellas N.7, Julio/Agosto 1981

VIDA DE CL

La Pascua juvenil de Villagarcía de Campos - 81

Coloquio con algunos de los participantes

Este año hemos participado por segunda vez en la Pascua Juvenil de Villagarcía de Campos (Valla­dolid), que organizan los Jesuitas. En esta ocasión asistimos 34 de C.L. Tras esta experiencia nos ha parecido conveniente sentamos en torno a una me­sa para reflexionar sobre lo que allí vimos, oímos y vivimos. Para facilitar esta reflexión nos ceñiremos a algunas preguntas que intentaremos responder.

En primer lugar, ¿qué es la Pascua Juvenil de Villa­garcía?
Salva: Para mí fundamentalmente es un encuentro de jóvenes, chicos y chicas, que confluimos de diversos puntos de España para celebrar juntos este momento fuerte de la vida de la Iglesia de la que formamos parte.
Berna: Yo añadiría que fundamentalmente es un ambiente, un clima, que te ayuda. Porque des­pués de un año en el instituto o en la universidad, donde por desgracia apenas se encuentra una presencia cristiana, reunirte con 550 chava­les que compartimos el mismo ideal, o que al menos lo buscamos, es algo que te anima. Para mí los momentos de oración, la liturgia, las reuniones por grupos, la marcha de Emaús, los momentos de fiesta, sin duda me van; pero Vi­llagarcía principalmente es un clima que te a­yuda, porque caes en la cuenta de que no estás solo y que todavía hay muchos que aman la vi­da y siguen a Cristo.
Kiko: Yo insistiría también en que es una ocasión de intercambio de experiencias y de hacer ami­gos. De hecho algunos de los asistentes ya nos han escrito y alguno de nosotros ha coincidido casualmente en Silos también, dando lugar a un reconocimiento y una amistad entre todos no­sotros que me parece importante.

Bien, pero aparte de ese clima y esa amistad a que os referís, ¿que otros aspectos positivos encontras­teis en la Pascua de Villagarcía?
Loli: A mí me ha llamado la atención la buena or­ganización de los Jesuitas. En una casa cuadru­plicada en su capacidad todo funcionaba a la perfección, desde la recepción a la despedida. Diría que la improvisación allí no existe.
Berna: Para mí es positivo también el ambiente li­túrgico que te ayuda a vivir con mayor profun­didad el significado de esos días de Semana Santa. Asimismo experimentas lo fácil que te re­sulta orar en un clima propicio, donde ves a to­da la gente metida en harina. Esto te hace per­der el miedo a la oración, caer en la cuenta de su importancia y hacer una experiencia positiva para luego proseguirla tú por tu cuenta a lo lar­go del año.
Salva: A mí la Pascua me ha servido para dos co­sas: primero para constatar la diferencia con el año pasado y, segundo, para valorar más la experiencia de nuestro movimiento. Respecto a lo primero ves que cuando tratas de ser fiel a una experiencia se produce un crecimiento en ti y en todos los compañeros. Yo constataba esto principalmente en todos los nuestros que repe­tían la experiencia de la Pascua, los veía mucho más centrados, con más seguridad en los grupos, común criterio a la hora de enjuiciar las cosas, con avidez por aprovechar el tiempo, conocer gente y dar a conocer su experiencia. En cuanto a valorar más esta experiencia nuestra del Mo­vimiento para mí es claro, porque me daba la impresión de que para muchos de los chicos que allí estaban la Pascua quedaba reducida a un momento aislado, una especie de fogonazo, pe­ro que después no tiene continuidad, por no te­ner la suerte de vivir una comunidad, un movi­miento, mientras que para nosotros supone una continuidad en la vida de la comunidad.
Kiko: Perdona que te corte. Pero la misma sensa­ción he tenido yo. En la Pascua he podido cons­tatar lo que por ejemplo había vivido en las va­caciones de Misurina con los universitarios de C.L. Daba la impresión de que todos aquellos chicos eran una misma cosa, se respiraba una unidad, una alegría fenomenal. Muchas veces había pensado en cuándo nosotros podríamos vivir una experiencia igual. Y os digo la verdad: que en la Pascua he experimentado que esto ya comienza a surgir entre nosotros. Yo, que estoy en la universidad, me sentía una misma cosa con los chavales de segundo de Bup que nos acompañaron y parecía que la edad no contaba y que había un entendimiento total. Más aún, la seriedad y la entrega con que participa­ban en todos los momentos de la Pascua te es­timulaban a ser también tú más responsable.
Veo que esta mesa redonda se prolongaría todavía mucho más sobre otros aspectos positivos. Sin em­bargo contamos con la limitación de espacio en nuestra revista y por eso os planteo un cambio de tercio. Hasta ahora habéis respondido a lo positivo de Villagarcía. Veamos también ¿qué crítica haríais a esa Pascua?
Berna: Si os parece comienzo yo. A mí me llamó mucho la atención, tanto el año pasado cuyo tema era "el compromiso" como éste en que el tema era "la reconciliación", que se sigue plan­teando el cristianismo en clave dualista, es decir, la fe va por un lado y el compromiso en el am­biente por otro y, en muchos casos, el no com­promiso.
Loli: Me parece importante esto que acaba de plantear Berna, porque en esa separación la fe se deprecia, es espiritualista e inútil y se acaba abandonándola como cualquier cacharro viejo, solo que en este caso el cacharro no ha funcio­nado desde el principio por estar mal planteado. Yo, en este sentido, no he quedado contenta.

Me parece que estamos tocando un tema impor­tante. Veamos si sois capaces de precisarlo más.
Salva: Yo he notado una gran diferencia con el planteamiento que desde el primer día encontré en C.L.: la fe es una respuesta a la vida, a mi vi­da concreta de hijo, de estudiante, de joven, y por tanto también de diversión, de cultura, de sociedad. Cristo me interesa en la medida en que es la respuesta adecuada a mi vida, por ser centro del cosmos y de la historia. Cristo y el cristianismo me interesan en la medida en que posibilitan un cambio en mi vida y por tanto una mayor realización de mi mismo. Cuando yo tomo conciencia de esto y tengo experiencia de ello lo proclamo a los demás. El compromiso en los ambientes no es fruto de un voluntaris­mo, sino de un gusto por la vida del que uno re­bosa y contagia a los otros.
Kiko: Tal vez por esto es por lo que no aparece lo específicamente cristiano, o aparece invertebra­do, y se insiste más en los aspectos críticos de la propia Iglesia o en la sensibilización social ante el problema de los gitanos, drogadictos, San Salvador, etc. No sé si estaréis de acuerdo, pero yo lo veo así.
Salva: Algo parecido pensaba yo. Tal y como se planteaban las cosas tenía la impresión de que la mayoría de los que estábamos allí no podía­mos encontrar dónde aterrizar con todas nues­tras potencialidades el lunes de Pascua, porque los gitanos, el problema del Tercer mundo y hasta el drama de los drogadictos te resulta de­masiado lejano en la práctica y, además, cuando te comprometes con esas cosas es como conse­cuencia de haber encontrado otra: la fe. Por eso la primera cosa que, en mi opinión, hay que tematizar es la fe, existencialmente.
Berna: En resumen, que si no descubrimos el "Acontecimiento" que salva nuestra vida y que hoy vive en la Iglesia, produciendo un tejido de relaciones nuevas, auténticas, con un gusto por la vida más intenso que el que ofrecen las orga­nizaciones políticas, sindicales o el asociacionis­mo que sea, no tiene ninguna novedad el cris­tianismo. Por eso nosotros insistimos en vivir la comunión cristiana como liberación de mí mismo y como posibilidad de liberación de la sociedad.
Loli: a mí me llamaron la atención, en esta misma dirección en que estamos hablando, dos cosas: las pocas veces que salía el término "Iglesia" y las críticas, en mi opinión trasnochadas, a la misma. En este sentido se me abrían los ojos y hasta las carnes al oir hablar del poder de la Iglesia, en momentos que distan tanto de la hegemonía cultural y hasta política de otros tiempos. Creo que ya va siendo hora de abandonar slogans y de abrir los ojos ante realidades que cualquiera puede ver. Basten, a modo de ejemplos, el divorcio, el aborto, la situación de la Iglesia en la enseñanza y el trato que recibe de la prensa de gran tirada. Sin duda que a nivel sociológico siempre debemos estar atentos a corregir los pecados y errores de la Iglesia (es decir, nuestros propios errores y pecados), pero no podemos estar permanente con la piqueta en la mano desde dentro, mientras desde fuera bombardean los muros y se tambalean las pare­des maestras.

Si me permitís, os invito a concluir ya este punto y únicamente os haría una pregunta para responder telegráficamente, porque ya no disponemos de es­pacio. Qué sugerencias haríais para la Pascua próxi­ma?
Berna: Hacer un planteamiento más existencial. La fe como respuesta a la vida.
Loli: Yo insistiría en un planteamiento base sobre la identidad cristiana que se podría conseguir dejando claro que Cristo hoy se prolonga en no­sotros que formamos la Iglesia.
Salva: Si ese punto de la Iglesia, señalado por Loli, queda suficientemente claro, plantearía nuestra presencia en los ambientes: por qué, para qué, cómo.
Kiko: Con lo dicho me parece más que suficiente.
Sin duda quedan temas importantes en el tinte­ro. Sin embargo, subrayaría que habría que dar más importancia al intercambio de experiencias entre nosotros, si es que verdaderamente exis­ten esas experiencias. De lo contrario invitaría a personas concretas que puedan testimoniar esas experiencias, si a nivel de grupos no se dis­pone de experiencias suficientes.
Pues bien, cómo cerramos este balance, ¿con nú­meros rojos o da positivo?
Aquí la respuesta es unánime: pese a las limitacio­nes que hemos encontrado, positivo.

Entrevista: Eduardo Rodríguez Pons

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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