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Huellas N.09, Octubre 2020

PRIMER PLANO

Los que no han parado

Maurizio Vitali

Un viaje por las 120 plazas, en Italia y en el mundo, donde ha “acontecido” el Meeting lejos de Rímini. Todo ha nacido siempre de un deseo personal y perdura a la hora de volver al trabajo

Actualmente es una protagonista apasionada de la vuelta al cole. Hasta ayer era una de las protagonistas de la “Plaza del Meeting” en Cassano Magnago. Sin solución de continuidad. Hablamos por teléfono con Angela mientras estaba en la sala de profesores, donde se ha pasado jornadas enteras con sus colegas docentes poniendo a punto todo lo necesario para aplicar las normas de seguridad y prevención. «Me interesa demasiado la enseñanza y la relación con mis alumnos, esta pasión educativa es la principal razón por la que queremos evitar a toda costa el riesgo de tener que volver a cerrar por Covid».
Paolo, ingeniero, es uno de los promotores de la “Plaza del Meeting” en Módena. «Ahora –cuenta– tenemos que tomar en la empresa decisiones sobre la organización y el uso del teletrabajo. No puedo dar por sentadas las ideas que ya creo tener en la cabeza, siento la necesidad de entrar en la realidad dejándome tocar, asombrar por ella, desarmado. Así también puedo ser protagonista, y la relación con los compañeros es otra cosa». Para Paolo, igual que para Angela, no se trata de cerrar ningún paréntesis. Lo humano, cuando despierta, despierta, y uno no desea menos que vivir siempre con esa intensidad.
Lo mismo pasa con las 120 iniciativas, en Italia y en todo el mundo, mediante las cuales el Meeting de Rímini por la amistad entre los pueblos, en su edición especial de la era Covid, se ha difundido de manera local gracias a lo digital. O, mejor dicho, se ha re-creado.
Lo que ha pasado puede sorprender, y de hecho sorprende, por sus dimensiones –geográficas (desde la América meridional hasta Rusia y Kazajistán, desde Portugal hasta Alemania) y numéricas (presencial y en remoto)–, totalmente inesperadas. Pero sorprende sobre todo porque en el origen ha estado siempre sencillamente el movimiento de una persona, totalmente al margen del reconocimiento de roles y estatus. Nunca ha sido fruto deliberado de una organización.

Lo humano, cuando no duerme, encuentra, capta la sugerencia de la realidad, se deja tocar y se moviliza. Llora mi corazón por no poder recoger todas las contribuciones y testimonios: necesitaría un libro. Habrá que conformarse con algunas notas, modestas pero convincentes.
Angela, la profesora de Cassano Magnago: «Cuando seguí por streaming la presentación de esta edición especial del Meeting me sentí invadida por el deseo de no perderme esta ocasión». A las dos amigas que estaban con ella les pasó lo mismo, igualmente “deseosas”, así que decidieron remangarse juntas. En todas las plazas –sin excepción que sepamos– ha sucedido igual: uno que se fascina y hace de chispa que prende fuego en otros, generando un grupo operativo. Libertad, gratuidad, disfrute, gusto; ni una queja. El yo que despierta no es individualista, sino que busca y crea compañía.
No tener una organización en la que delegar no ha sido una objeción. Más aún, «no tenemos centro cultural y eso nos obligaba a preguntar e ir al encuentro sin pedir nada» (Paolo, Módena). Y ha provocado contagios. «El primero en moverse fue Paolo; nos hablaba del Meeting de una manera que... a mí también me entraron ganas». Damiano (Cremona): «A medida que me implicaba cada vez más, me daba cuenta de que el Meeting era una ocasión para poder decir “yo”» (como dice casualmente el lema del próximo año).
Luego está el espectáculo de los jóvenes de la América centro-meridional: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Paraguay, Perú, México, Venezuela. Perfora la pantalla del ordenador el calor de la sonrisa y la alegría que emana de todas esas caras alineadas en Zoom, esas caras que tantas veces –¿acaso no es cierto?– parecen figuritas petrificadas de seres privados de afecto. Y pensar que, especialmente en algunos países, lo están pasando tan mal que casi ni siquiera les quedan lágrimas para llorar. Como en Venezuela, donde la escasez de bienes de primera necesidad y la necesidad absoluta de conseguirlos parece que a veces, como suspira el joven Rafael, llegan incluso a «anular las exigencias humanas más profundas de belleza y felicidad». En cambio... en cambio «he vivido con mis amigos una experiencia de belleza y me he sentido feliz».

Un espectáculo la joven Pilar, de Buenos Aires. Con su movimiento empezó algo gigantesco... una auténtica red de personas vivas que ha implicado a todos los países citados con conexiones por Zoom (200 cada noche) y retransmisiones por YouTube (más de diez mil visitas). Además de casi 500 suscripciones para apoyar económicamente al Meeting. Ella lo explica todo así: «Dije sí a la sugerencia de un amigo universitario por la fascinación de algo que ya había probado». Resultado: «He descubierto quién soy yo y qué es lo que más me corresponde. Soy más Pilar cuando me doy, no solo en el Meeting o en la caritativa, sino siempre». Sofía (Santa Fe) nunca había podido ir a Rímini, a pesar de que lo deseaba, porque es demasiado caro. «Pero esta vez yo también podía estar. Luego leí el programa, ¡qué riqueza! Y pensé: es para mí».
Desde Bellinzona, capital del cantón suizo del Tesino, Helene, reconocida pediatra, hace una observación sobre sí misma que también describe muy bien el ánimo de estos jóvenes, el corazón de este movimiento personal. «Parto del deseo, no de la previsión de resultados». Helene reservó unas vacaciones para la segunda mitad de agosto, pero las canceló para poner en pie su “plaza”. Lo mismo hizo Martin en Alemania. ¡Pero vaya vacaciones en Rímini desde su patria, creando un grupo para traducirlo al alemán y proponerlo allí!

De vacaciones había en cambio mucha gente en Cerdeña, como por ejemplo los clientes habituales del San Paolo, cerca de Olbia. Aquí la chispa saltó con Diego, que con una modalidad un poco vintage pero muy eficaz salió de gira por la ciudad con un altavoz instalado en el techo de su coche anunciando la exposición “Vivir lo real”. También había veraneantes en Miramare di Rimini, donde estaba Leti, voluntaria del Meeting que pensaba retirarse por cansancio después de veinte años implicada. «Pero cuando se presentó esta edición especial me sentí involucrada inmediatamente. Tras la experiencia del Covid, donde me han sucedido muchos milagros en los que he podido reconocer la mano buena del Misterio, recibí esta propuesta como una continuación de esa experiencia: no el empeño fatigoso por adecuarse a una actividad, sino la sencillez de disfrutar junto a otros de un milagro que acontece ante nuestros ojos».
Entonces te acuerdas de la respuesta de Carrón a Scholz, en su conversación en el Meeting sobre “¿De dónde nace la esperanza?”. Scholz le preguntaba a su interlocutor cómo podía hablar de despertar de lo humano en un tiempo tan complicado. «Porque el despertar de lo humano está sucediendo aquí, delante de nosotros», respondió.
El despertar de Chiara, joven milanesa que pensaba en todo menos en participar en el Meeting, tuvo lugar en Ponte di Legno, una localidad lombarda de montaña, donde se encontró con sus padres empeñados en organizar, con sus amigos y con el Ayuntamiento, proyecciones públicas de encuentros del Meeting.
«Chavales, ¿cómo nos organizamos? La sala, la conexión a internet, el proyector...». «Así no», saltó Marcello de Bellinzona. O sea, sí, todo eso hace falta, «pero sobre todo tenemos que vivir y proponer el clima del evento Meeting, un lugar a la medida del deseo personal de encontrarse». Hasta hicieron una parrillada entre el encuentro de las siete y el de las nueve. «Conquistamos a la gente por el estómago».

Desde México a Argentina, todos en cuarentena, así que se inventaron una noche de cantos online de un extremo a otro del continente. Varias personas pensaron canciones relacionadas con el lema del Meeting (“Sin asombro, nos quedamos sordos ante lo sublime”), y luego las tocaron juntas mediante plataformas conectadas. Al final de cada velada, un encuentro con todos los voluntarios para verse las caras, compartir lo que habían aprendido, ayudarse en las dificultades y celebrarlo.
¿Y qué inventaron en Moscú Jean Francois Thiry y sus amigos de la Biblioteca del Espíritu? Un maratón de seis horas en directo por Facebook y Zoom, con invitados en el estudio (también ortodoxos), fragmentos de ediciones anteriores del Meeting, testimonios, y naturalmente el espectáculo sobre Dostoievski (entre paréntesis: muy valorado especialmente en Módena, de donde eran algunos de los jóvenes “comentaristas” implicados en el espectáculo). Y todo un sector de la Biblioteca (que es un Centro cultural) dedicado a traducir los encuentros del Meeting que iban a transmitir. Pero, atención, Thiry no tomó la iniciativa hasta que se enteró de que una joven desconocida se había inscrito –era la única rusa– como voluntaria embajadora. Se llama Daria y es de Yaroslavl, a 300 kilómetros de Moscú. Estudió Ciencias de la Comunicación en Padua (Italia), donde unas amigas la invitaron, antes de la pandemia, a participar en Rímini como voluntaria “presencial” y ella había aceptado. Luego, al cambiar la fórmula del Meeting, se inscribió como voluntaria embajadora... fiándose. Y desató, sin saberlo ni quererlo, un proceso formidable.
Cuando ya se han calentado motores y la máquina está en marcha, ¿cómo proceder? «De asombro en asombro», como dicen algunos acertadamente. «Maravillas que nos salen al encuentro». Gana terreno el Imprevisto. Como imprevista es la adhesión de la gente a la hora de organizar las “plazas del Meeting”, gente a la que le basta con recibir un whatsapp para ponerse a disposición. Personas «a las que no veíamos desde hacía años» y que han reaparecido. Párrocos, muchísimos párrocos –¿quién lo diría?– que han ofrecido lugares que se adaptaban a las necesidades: jardines, oratorios, claustros, patios, hasta en la playa; y que han invitado a los jóvenes de su parroquia a participar, dando incluso el aviso desde el púlpito.

Un felicísimo imprevisto resolvió también el problema de empezar “cuesta arriba” para los del Centro cultural Piccinini de Lugano. Dice Roberto, su presidente: «No encontrábamos un lugar adecuado, así que en un momento dado nos atrevimos a presentarnos al LongLake Festival, mega-evento cultural de la temporada de junio a septiembre. Nos concedieron el Palacio de Congresos, uno de los lugares más prestigiosos de la ciudad». Por todas partes, gente entusiasmada por echar una mano en el montaje, la decoración, la cocina, la limpieza, la desinfección. Gente que se anima mutuamente, y acaba venciendo sus miedos. Como testimonia Maria, empleada de banca en Ragusa. «La amistad que construye el Meeting también me construye a mí aquí, en esta situación. Me da un sentido que me ayuda a superar el miedo en el que me sumerge la onda del Covid. Ahora tengo un ancla para no hundirme».
«Si hace seis meses me hubieran dicho que iba a organizar el Meeting de Rímini en Alverca (Portugal) a mediados de agosto, no me lo habría creído», cuenta Ana Lucio. «Me esperaba un no del párroco, pensaba que sería un fracaso porque todos se irían de vacaciones y a nadie le interesaría... Si me hubiera dejado llevar por mis pensamientos, en vez de poner a prueba la realidad, habría perdido una oportunidad increíble de vivir este mes. De hecho, después de mi sí llegaron otros muchos con una fuerza inimaginable. Todos los signos indicaban lo mismo: habría un encuentro en Alverca y sería mucho más grande que mi idea».

¿Y la política? Se puede abordar “de una cierta manera”. Ambra, en Milán, habló con todos los asesores municipales de cultura. Lorenzo, de Udine, junto a un amigo suyo asesor, invitó al presidente del Consejo regional al encuentro titulado “¿Todavía sirve el Parlamento?”, con la perspectiva de ver si aún es posible crear un grupo regional dedicado a la subsidiariedad para no descuidar el bien común. Esto nos introduce en la experiencia de Génova, donde la “Plaza del Meeting” sirvió como emblema del despertar, no solo de lo humano, sino de la ciudad. «Se nos ocurrían muchas ideas –cuenta Mauro–, la librería, la heladería, el bar, una sala dedicada a la proyección de las exposiciones, un equipo encargado de repartir los folletos... Un restaurador nos pidió invitaciones para incluirlas en sus menús». Al acabar celebraron una cena con testimonios y cantos: Quando uno ha il cuore buono de Chieffo, «porque no somos buenos sino preferidos», y Creusa de mä de Fabrizio de André, «para no olvidar la tragedia del puente Morandi y el bien que hemos visto». ¿Lugar? El mar. «Había también un acantilado. De vez en cuando algunos se daban un chapuzón».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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