Encuentros. Ha nacido el movimiento en las islas Canarias. Una historia de sorpresas y de nueva compañía.
En el año 85, cuando estaba haciendo la mili en Madrid, entré en contacto con algunos seminaristas de Comunión y Liberación. Percibí en ellos un modo de vivir, una consistencia que suscitaba en mí una curiosidad, un atractivo. Los meses pasados con ellos despertaron un interés por la vida que hasta entonces me era desconocido. Al finalizar el servicio militar regresé a Tenerife. Fui ordenado sacerdote y me enviaron a una parroquia al sur de la isla. El miedo a ser considerado un cura extraño dentro de mi diócesis me impidió comunicar lo que había encontrado y me alejó de esta historia. Así viví durante un año y medio, hasta que me di cuenta que ocultar y negar este encuentro suponía romper con la única posibilidad que tenía de vivir algo grande. La unidad con los amigos de Madrid no era una cosa accidental, sino que de ella dependía mi alegría y mi esperanza. Sin ella, la tristeza y el desaliento se apoderaban de mi vida. Entonces volví a hacer memoria de aquella amistad y a pedir al Señor recuperar esa relación. Bastó una llamada de teléfono. Las relaciones se restablecieron y comencé un seguimiento fiel a esta compañía a través de los curas y del Carras. Yo iba a Madrid cada dos meses y algunos de ellos venían a Tenerife tres o cuatro veces al año. El verano lo pasábamos juntos.
En ellos siempre he descubierto, por encima de cualquier interés de propagación del movimiento, un interés por mi vida, al que no podía sustraerme. Pronto me sorprendí proponiendo a la gente que vivía conmigo lo que había encontrado. Primero fueron dos universitarios, Juan Fran y Vicente, los que siguieron; a partir de esta relación surgieron las realidades de bachilleres, universitarios y trabajadores.
Un momento importante de esta historia ha sido el encuentro con Joaquín, un cura de la diócesis que, impactado por la lectura de los libros de don Giussani, Il Sabato y 30 Días, había comenzado a proponer lo que a él le ayudaba a la gente de su parroquia. En torno a él había surgido un numeroso grupo de personas. Cuando se enteró de que en Tenerife y en la Gomera (donde ahora estoy destinado) existía el movimiento se puso en contacto conmigo. Hubo un reconocimiento inmediato. La unidad que ha surgido entre nosotros es algo tan sorprendente que solo se explica como un don de la gracia de Dios. Anteriormente, habíamos coincidido en el seminario y nunca habíamos mostrado el menor interés el uno por el otro. ¿ Qué es lo que ahora nos permite mirarnos con este afecto? Haber encontrado a Cristo dentro de esta historia, sabernos elegidos y puestos por Él dentro del mismo pueblo; saber que somos el uno para el otro para reconocer a Cristo presente.
Esta unidad ha empezado a generar entre nosotros una vida rica de la que vemos sus frutos: la alegría de nuestra gente y el cambio de sus vidas. «El año pasado, decía Techi, por estas fechas estaba triste. La vida no salía como yo quería. Este año las circunstancias son semejantes, pero estoy más contenta. Estoy aprendiendo a vivir». La conciencia de la unidad. En un encuentro que tuvimos los trabajadores, Angeles decía refiriéndose a la gente de Joaquín: «no nos conocemos y, sin embargo, no siento ninguna extrañeza. Somos la misma realidad». Para hacer más fuerte esta unidad hemos pensado para el próximo curso tener una única escuela de comunidad de universitarios y celebrar una misa mensual para todos. Los grupos de gente que realizan la caritativa con bachilleres y con los hijos de las madres que están en prisión nos están ayudando a todos a comprender el valor de este gesto. También se ha despertado entre nosotros un ímpetu misionero que nos permite estar atentos a las posibilidades que la vida nos proporciona.
Así el próximo curso comenzará una escuela de comunidad en Las Palmas con tres bachilleres que van a estudiar a esa isla. Un universitario de Tenerife irá quincenalmente a hacer la escuela con ellos.
Por último, vemos cómo surge un modo nuevo de valorar el dinero y los bienes. Desplazarnos a la Península es un bien que supone unos gastos económicos muy fuertes. Es asombroso ver las iniciativas que se están tomando para conseguir dinero, la capacidad de ahorro, la ayuda mutua que se está dando entre nosotros y con los amigos de Madrid.
Vivimos agradecidos y contentos. Estamos verificando que existe un camino verdadero y concreto para seguir la comunión que el Señor obra y en la que Él se hace presente.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón