Experiencias. Dos profesionales (un informático y un médico) han estado de voluntarios durante algunos meses en un proyecto AVSI. El relato de una circunstancia humana y profesionalmente importante
Paraguay: en nombre del led
por Riccardo Ferrari
En el campus universitario de la facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Católica de Asunción, Paraguay, se un encuentra un edificio de ladrillo rojo, con paredes verdes hendidas por el sol. Es el LED, Laboratorio de Electrónica Digital, un centro de estudios de tecnología de la información, que nació a partir un proyecto de colaboración del AVSI, concluido hace ya dos años. En el primer piso se encuentran laboratorios didácticos, en los que hacen prácticas más de trescientos estudiantes que frecuentan los cursos de Ingeniería electrónica e informática, nacidos también del programa AVSI. Utilizan unas sesenta estaciones de trabajo de reciente construcción, unidas en red, desde donde pueden comunicarse electrónicamente con sus colegas de todo el mundo. En la planta baja, unos cuarenta entre profesores, investigadores y técnicos, desarrollan proyectos de investigación y desarrollo para el sector industrial, de donde reciben gran parte de su financiación para el LED. Algunos de ellos están implicados establemente en programas de investigación internacional con otros centros académicos latino-americanos, europeos y estadounidenses.
Todo ello es el fruto de un trabajo comenzado hace aproximadamente diez años, cuando un ingeniero italiano fue a Paraguay respondiendo a la solicitud de un sacerdote que deseaba hacer posible para todos el encuentro que hace la vida interesante. Ya que la vida resulta aburrida o interesante en las cosas de todos los días, propuso sostener el compromiso de la Universidad Católica en el desarrollo de cursos de licenciaturas tecnológicas. Así, entre 1984 y 1985, el AVSI estudió y propuso al Departamento de Cooperación y Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, un proyecto denominado «Laboratorio Escuela para la Formación de Técnicos e Ingenieros Electrónicos». Tras los usuales papeleos burocráticos, el programa comenzó a finales de 1986, con el envío de los primeros voluntarios. Durante los dos años anteriores, aun sin fondos, cuatro estudiantes y un profesor habían desarrollado, en una pequeña aula, la idea original de un lugar de escuela y trabajo, defendiéndola incluso ante las autoridades académicas reticentes a aprobar el experimento. Donde hoy se levantan las estructuras del laboratorio había un gran prado. Era necesario supervisar la construcción de los edificios, dirigir los programas del curso de estudios, adquirir las instalaciones: ordenadores, instrumentos, documentación, desafiando el rigor de los funcionarios gubernamentales de aduanas, bastante poco bien dispuestos. Pero, sobre todo, debía acontecer que hablando de ordenadores y electrónica se hablase de otra cosa, se hablase de uno mismo, se comunicaran las razones por las que vale la pena vivir y trabajar. Solo así se generaría algo humano y estable. A todo el que participaba de la empresa se le hizo pronto evidente que no se puede comunicar nada, sin estar obligados a recomprenderlo y verificarlo para uno mismo. Así muchas de las cosas obvias del trabajo cotidiano dejaron de ser tales. Llegar en punto, ser precisos, mantener los compromisos, podían ser formalidades o bien expresión de la relación con algo mayor que tiene que ver con el detalle aparentemente banal. Y todo esto, con el paso del tiempo, cambiaba la vida, cumpliendo la promesa de conveniencia última por la que nos habíamos movido.
Uganda: donde ser médico no envilece
por Eugenio Cocozza
He permanecido durante cinco años en Uganda como médico voluntario en el ámbito de los proyectos del AVSI. Durante estos años, con otros voluntarios hemos visto la posibilidad de un crecimiento profesional inimaginable y, por tanto, como a menudo sucede, no limitado a la rutina normal o a las responsabilidades individuales dictadas por las competencias de la propia especialidad. Teniendo siempre presente la realidad en la que nos encontrábamos, con sus problemáticas cotidianas, y percibiendo las prioridades de intervención y su adecuación, hemos desarrollado un trabajo nuevo en el que la capacidad profesional tenía la misma tensión y originalidad que el motivo por el que nos encontrábamos allí. De ahí la importancia de la actualización a través de revistas médicas internacionales o de pequeños protocolos de investigación, desde la parasitología a la cirugía o al sida, con sus consiguientes publicaciones. Pero el ejemplo más clarificador es lo que ha sucedido en Hoima, donde tras algunos años de trabajo de rehabilitación del hospital, de los dispensarios periféricos, de excavación de pozos, hemos pedido que un grupo de expertos del sector visitase el proyecto, para valorar el trabajo realizado y recibir sugerencias. Dicho y hecho: nos hemos encontrado con un grupo de verdaderos «Rambos» de la sanidad, provenientes de distintos países europeos que, como investigadores, no han respetado ni siquiera las pocas horas de intimidad familiar para pasar por el tamiz el trabajo realizado. Objetivo final: la creación del DHST, District Health Service Team (no preocupaos, significa Grupo del servicio sanitario de distrito). Muy turbados y, como siempre, deplorando tener que hacer algo que estaba fuera de nuestra competencia y preparación, nos hemos sumergido en esta nueva experiencia de trabajo descubriendo, lentamente, que podíamos abarcar todo, desde la cirugía a la aguja necesaria para vacunar en la selva.
Cada médico visitaba los dispensarios periféricos a él asignados, dos o tres veces al mes, supervisando la actividad, y además era responsable de uno de los Servicios sanitarios nacionales y de algunos de los servicios de diagnóstico terapéutico ofrecidos por el hospital. En todo ello ha nacido una viveza y un crecimiento profesional no sólo para nosotros sino, sobre todo, para el personal sanitario local, hasta el punto de que hasta hoy la iniciativa de Hoima es mirada con mucho interés por las autoridades sanitarias ugandesas, e incluso por distintos centros europeos de investigación. Esto ha permitido establecer relaciones, por ejemplo, con las escuelas de medicina tropical de Liverpool en Inglaterra y de Anversa, dando la posibilidad a médicos ugandeses de asistir allí a cursos y conseguir el diploma.
Todavía hoy expertos de las universidades citadas visitan semestralmente el proyecto de Hoima. Estoy contento de que en mí y en mis amigos voluntarios del AVSI permanezca presente la viveza y la originalidad del trabajo hecho, frente al pesimismo que a menudo caracteriza las experiencias africanas.
La caridad ofrece estos números
El AVSI fue fundado en 1973 y reconocida como idónea para la cooperación y el desarrollo con el Decreto Ministerial 0347 del 5 de julio de 1973, por el Gobierno italiano.
Sede Central: Cesena, viale Carducci 85. Telf.0547/24054. Fax. 05477611290. Nueve personas trabajando a tiempo completo.
Proyectos de varios años en curso: Brasil (Sao Paulo, Manaus, Belo Horizonte, Salvador Bahia); Méjico (Campeche); Paraguay (Asunción); Perú (Lima); Argentina (Buenos Aires); Uganda (Kitgum, Hoima, Kampala, Mpigi); Kenya (Nairobi); Nigeria (Lagos); Palestina (Jerusalén); Polonia (Lublín).
Proyectos concluidos: 12
Proyectos de emergencia en acto: Bagdad- Sudán- Ruanda- Ex-Yugoslavia.
Microrealizaciones: 18 en Argentina, Perú, Méjico, Camerún; Kenya.
Recursos financieros movidos en el período 1973-1993:110 mil millones de liras (9.166 millones de ptas.) de entre las cuales:
- Contribuciones institucionales (MAE, CEE, CEI...); 65 mil millones de liras (5.416 millones de ptas.)
- Financiación privada: 25 mil millones de liras (2.803 millones de ptas.)
Voluntarios
En servicio al 31/12/93: 53 (el número completo de voluntarios con sus familias es del 134 unidades).
Representan aproximadamente el 10% del total de voluntarios enviados al exterior por las más de 120 ONG italianas. Total de voluntarios enviados: 130.
Edad media al partir: 32 años
Casados: 54%
Hombres: 65%
Mujeres:32%
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón