Cartas desde la carcel
Queridos amigos, os escribo dos líneas para daros las gracias, a vosotros y a todos los grupos de los Memores por los telegramas que me han enviado a la cárcel. Os pido que agradezcáis vosotros a todos en mi nombre. En vuestro telegrama habéis escrito que ofrezca al Señor lo que me ha sucedido. Cuando esté libre me gustaría discutir con vosotros esta cuestión. ¿Qué ofrecemos? Ciertamente las fatigas, el tiempo, los barrotes de hierro, pero lo que siento como más verdadero es ofrecer lo que de más querido tengo en la vida, que son dos lágrimas que me caen cuando llegan las cartas y los telegramas. Es la conmoción ante el hecho de que Cristo me ha llamado con vosotros a Algo no me he merecido, que no he construido, que no he querido y que ahora me constituye. Esto es lo que ofrezco y espero, es más, pido, que si se puede cambie esto algo en el mundo, incluso en aquel mundo que me ha querido aquí.
Hasta pronto y gracias
Queridos «jóvenes», por fin consigo escribiros, porque el «hotel» me ha provisto finalmente de sellos. Después de siete días he logrado que me trasladaran de la sección de los Nuevos Llegados, estoy en tránsito en la enfermería y después iré a las dependencias. Es como pasar de una pensión de 3 estrellas a uno de 5 estrellas de lujo. Durante siete días sólo he visto el muro frontal de la celda y la hora de aire era una celda de 3x3 exterior con 10 personas. Me han dado un compañero de celda, pobre cristo e inocente también él, al cual he intentado salvar del suicidio a cambio de un trabajo (dado que perderá el suyo). Tengo que decir que para uno que haya hecho los campamentos con don Pontiggia no es tan dura, sólo falta el juego de las linternas por la noche en el bosque. En siete días he recuperado las lecturas no realizadas y creo incluso de haber avanzado en la próxima; ¿será éste el sentido misterioso del arresto? Me conmuevo dos veces al día cuando con el correo legan paquetes de telegramas de amigos y desconocidos pero igualmente amigos. Los guardias vienen de tres en tres a traérmelos, para ver quién es el que recibe tanta cosa. Todos piden por mi familia, os lo agradezco, obviamente también yo pido por vosotros. Estoy un poco preocupado por las niñas pero estoy convencido que encontrarán el modo de saber y entender todo lo que hay de positivo en ser de esta familia. En los telegramas me invitan todos a ofrecer lo que me está sucediendo. Es justo, pero ofrecer los barrotes de la celda sería como ofrecer el dolor de pierna después de un partido de fútbol dada la edad. Difícil, pero inmensamente más bonito es ofrecer esta no-posibilidad, de la impotencia como signo de la no-posibilidad, de la impotencia, de la no libertad del hombre que no reconoce la dependencia de Cristo. Lo que es útil es profundizar en este «humano», se ofrece siempre un «don» independientemente de la forma como se presente. La cárcel no es un don, sino la gracia de crecer en la fe. Y de este modo, las últimas hojas de las ramas altas del árbol más allá del muro que veo son espléndidas. Objeción: ¡entonces estás bien ahí dentro!¡Ya lo creo! Pero se ve que he sido enviado a hacer un curso intensivo de reparación, trabajando todavía entre nosotros para educarnos completamente en lo humano.
Hasta pronto, Antonio
Viajando hacia la Ex-Yugoslavia
Dios hace lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere. Las mil penas encontradas durante el viaje hacia la ex-Yugoslavia, dentro de lo humano que esto ha comportado, me han probado duramente, pero he salido de ello consciente de que las perlas preciosas son las más raras.
Pueden estar escondidas incluso dentro de una guerra fratricida y demoníaca, son el rostro de quienes encuentras y deciden establecer contigo una alianza para caminar juntos hacia el Destino. Por encima de los víveres que hemos llevado, por encima de nuestro amor, por encima de la pena profunda y de la compasión que sentimos por los prófugos, más fuerte que yo y que mi tenacidad, pero ciertamente también a través de mí, hemos llevado y llevo el amor por la Iglesia a Croacia.
Francesca, y la Escuela de comunidad de Macerone
Cristianos del sol naciente
Me gustaría contaros la historia pesarosa de Elisabeth, una muchacha china que he vuelto a encontrar últimamente. Hace algunos años Elisabeth recuperó la fe gracias al encuentro con algunos protestantes y de esto nació en ella el deseo de entrar en un convento de monjas, aquí en Pekín. Por este motivo dejó el trabajo y la ciudad natal para trasladarse a la capital. Pero en la capital china no se puede vivir en un convento públicamente sin firmar la propia adhesión a la Asociación patriótica (que prácticamente pretende el sometimiento de los cristianos a los deseos del partido). Ella resistió y al rechazar firmar tuvo que abandonar el convento. Durante cierto tiempo se quedó sin trabajo, hospedada por una anciana señora cristiana y ayudada en la fe por un anciano sacerdote que había pasado decenas de años en un lager. Cuando la conocí, hace dos años, estaba todavía bajo shock. Volviéndola a encontrar este año, la he encontrado transformada: llena de fuerza y de dulzura, vivaz y alegre. Nos ha contado su vida. Realiza trabajos intermitentes (en China quien trabaja oficialmente está sometido al control de las unidades de trabajo): lava la ropa y limpia las casas de personas solas o demasiado ancianas. Pero, como nos ha dicho, todo le sirve «para anunciar el Evangelio». Nos ha contado que a veces no deja que le paguen y ayuda, con su pobreza, a otros más pobres que ella. Emplea el tiempo en consolar a gente que está sola y a hacerles comprender que no se puede vivir sólo para enriquecerse (el nuevo dios chino), sino que la única felicidad es descubrir ser amados.
La gente se sorprende al verla pobre y alegre, mientras que en toda China el deseo de riqueza está haciendo violenta y corrupta a la gente.
Le preguntan cómo es posible. Y ella responde: «Porque soy cristiana». Durante este período de tiempo está ayudando a un joven, soldado del ejército, a hacerse cristiano. Lee con él la Biblia y luego hablan de la vida de Jesucristo, respuesta a las preguntas más profundas del hombre. Nos ha contado que ahora en China, después de la desilusión del marxismo, se asiste a la desilusión de la riqueza. Según ella éste es el momento propicio para el anuncio del cristianismo porque muchas de las personas tienen sed de dignidad y de verdad. Su gran sueño es poder venir a Roma para estudiar teología en vista de un proyecto de producción de instrumentos para catequesis.
Padre Bernardo, Hong Kong
«Aniversario» de sacerdocio
El pasado junio festejé mis primeros diez años de sacerdocio. De hecho fui ordenado en el Duomo de Milán por el cardenal Martini el 9 de junio de 1984. Durante estos diez años, mirando hacia atrás, no puedo hacer otra cosa que agradecer a Dios por haberme llamado a vivir la vocación a la virginidad, es decir a aquel modo de vivir por el que es evidente que Jesucristo es todo. En la vocación a la virginidad nada queda extraño al abrazo del Señor, ni siquiera el propio mal, del que siempre se tiene mayor conciencia. Y por eso la única realidad que puede dar seguridad y alegría es la Gracia de Dios. Estoy agradecido al movimiento que me ha hecho volver a encontrar el gusto por la fe a los 17 años, cuando lo había perdido, y que me ha acompañado y me acompaña en el camino cotidiano de conversión. Cuántos rostros queridos recuerdo. Esos rostros me han hecho a Jesucristo menos abstracto, más presente en mi vida. Debo gratitud también al PIME, que ha sabido acoger mi vocación y educarla al sacerdocio, con paciencia y magnanimidad. En el PIME he tenido la ocasión de conocer a grandes misioneros, santos, enamorados de Jesús. Doy las gracias una vez más a mis padres por la libertad que me han dado en la elección de mi camino que me llevaba lejos de ellos; a los amigos de los Memores Domini que con su compañía y su juicio han sido y son ayuda fundamental para mi vida; y a los sacerdotes que he encontrado en estos años. Pido a todos que pidan por mí. Diez años son mucho son pocos. Espero que el Señor me dé el modo de servirlo todavía por mucho tiempo.
Padre Marco, Yaoundé
Los ojos de Francesca
Cuando me dijo mi nieta Francesca que había dicidido vivir en una comunidad de CL me quedé sorprendida. Tenía que informarme, quería comprender el motivo de su elección. Lo admito, al principio no fue fácil ni siquiera para mí comprender, no obstante mi cercanía por los problemas de los jóvenes con los cuales he pasado la mayor parte de mi vida. Hacía poco que había dejado la enseñanza, tenía serios problemas familiares. La salud de mi marido me daba muchas preocupaciones y absorbía todos mis pensamientos. Sin embargo el deseo de conocer a los de CL era grande. Pasaron algunos años, la enfermedad con su triste conclusión me había dejado un desasosiego interno que no lograba superar. De este modo, cuando Francesca me invitó al encuentro de don Giussani con los jóvenes, acepté. Era una calurosa tarde de septiembre: un día que nunca olvidaré. Subí al tren y una vez sentada comenzaron a rondarme los recuerdos de la vida: la escuela, la universidad, la enseñanza, el sufrimiento. Me pareció un viaje larguísimo. Finalmente llegué a Milán donde encontré a Francesca con Antonella y algunas de sus amigas que me acompañaron a Assago. Miraba a mi alrededor sorprendida ¡Cuántos jóvenes! Eran jóvenes comedidos, educados, charlaban, se saludaban, estaban contentos de encontrarse. Yo no hablaba, miraba sorprendida y con cierta admiración a aquellos chicos tan serios venidos para escuchar al fundador de CL. Don Giussani empezó a hablar, hablaba de la compañía, de las misiones, citaba a T.S. Eliot. Poco a poco me sentí invadida por un gran sentimiento de paz y de serenidad. Sus palabras me habían reconciliado con el mundo en el que vivía pero que sentía extraño, perdida en un dolor que me aislaba de todo. Al final, frente a la mesa de los libros, encontré a algunas familias de mi zona y volví con ellos a casa. Se ha establecido entre nosotros una afectuosa amistad, nos encontramos, leemos algunas páginas del libro de Giussani, hacemos «Escuela de comunidad». Aquel día entendí que la vida interior de cada ser humano es un secreto entre él y Dios y que los ojos de Francesca, azules como el cielo, miran al infinito.
Giuliana, Asso
Vacaciones «alternativas»
Unas vacaciones «con nuestros hijos, con los hijos de nuestros hijos, con los amigos de nuestros hijos» han sido la ocasión de nuestra alegría y de nuestro estupor. Todo comenzó hace tres años. Gracias sobre todo a la semana de vacaciones de un padre «vigilante urbano», por necesidad «cocinero», de un padre «guarda», por necesidad «guía», y a la disponibilidad de algunas «madres-maestras», por necesidad «paratodo», fue posible la autogestión de un antiguo convento de Capuchinos, en Mugello, cerca de Florencia. Durante aquel tiempo, ningún esquema previo ni instintiva improvisación, únicamente el impacto de una compañía de adultos con la realidad de un cotidiano vivido con los chicos. Cantos, paseos, juegos, colaboraciones en los servicios domésticos, risas, lloros, enfados, cenas con los padres, encuentros con amigos más grandes, baños en el río, bromas, etc. todo encuentra su significado en el gesto esencial del Angelus matutino y en la lectura de lo que sucede a través del parangón con los ejemplos del Evangelio y las «parábolas» de don Giussani.
No es un contenido lo que se transmite, sino la oferta de una amistad, para nosotros mismos milagro capaz de suscitar un estupor y de abrir el corazón a una pregunta, implicando en una experiencia de fraternidad a los chicos, padres y al hospitalario padre Capuchino. Nos cuenta una madre maestra: «Para mí, desde hace años más o menos fielmente en el movimiento, ha sido como hacer de nuevo el encuentro, probar una vez más el estupor de la primera vez, el de Juan y Andrés. Ha sido una experiencia, entre nosotros adultos, de compañía que no olvida a Cristo, que está dirigida a Cristo, lo opuesto a la compañía como utopía. Una compañía en la que la diversidad de temperamento no se convierte en objeción.
Si el origen es Otro, entonces la relación educativa con los chicos es vivida con la conciencia de ser un instrumento de Cristo.
Lo que importa no es nuestra habilidad o capacidad de respuesta, sino que a través de nuestra compañía los chicos sean introducidos en la relación que nos constituye a cada uno de nosotros, en la conciencia de que lo que salva es el genio de Dios». Nuestra «alegría» se ha convertido en espera por los hijos más pequeños, esperanza para nuestros alumnos, petición de una nueva sorpresa para nosotros adultos, en la inminencia del próximo campamento de verano.
Gianna, M. Serena, M. Luisa, M. Cristina, Cristina, Luca, Gianfelice, Giuliana, Firenze.
El sentido del dolor
Hace poco más de un año mi madre fue ingresada en el hospital porque sufría de fortísimos dolores en la espalda y, pasadas algunas semanas, el diagnóstico fue desconcertante: cáncer de mama que, al no ser detectado antes, había contagiado gran parte de los huesos del cuerpo y de manera particular a la espina dorsal y a la cadera. No le dieron ni las previsiones más optimistas más que pocos años de vida.
Cuando lo supe sentí una gran confusión y no lograba entender por qué pedía Dios una cosa así... Es más, no lograba ni siquiera comprender qué es lo que quería Dios, que podía hacer, qué era y que sentido tenía una circustancia así. Después comprendí, mejor, intuí que Dios escoge la fatiga y el dolor para las personas que más ama. No podía huir, olvidar una situación tan grande. Tenía que acogerla. Pedí a las personas más cercanas y que les importaba mi felicidad el ser capaz de acoger esta circustancia, de amarla y de vivirla con verdad. Estar junto al sufrimiento de mi madre ha supuesto ver un pequeño trocito del cuerpo de Cristo que salva al mundo.
Estar a su lado o hacer las cosas de todos los días cone sta conciencia ha significado estar en la misma posición de María, o de la Magdalena, o de Juan, mirando. El dolor, cuando coincide con el amor, es un misterio demasiado grande; cuando es sacrificio, para que puedas entenderlo puedes estar allí sólo mirando, llena de estupor y de amor también tú, y de una gran ternura. Por eso, ahora que mi madre está en Roma para las curas y yo me he quedado aquí no me siento aplastada por el cansancio de las cien mil cosas que hay que hacer. Es el Señor quien me ayuda y me ayuda y me hace compañía a través de los rostros concretos que me indican continuamente el Destino bueno que me viene encuentro.
Emma, Catania
Post graduado
Hace seis años, cuando llegué a la Politécnica, mi posición humana era como la del Capaneo de Dante. Un día pregunté a Osvaldo cómo se podía decir que era más bonito amar el infinito que blasfemarle. El me respondió: quédate y verás. Estas son las palabras que más me han unido a los nuevos amigos encontrados. Hace dos años Francesco me dijo que la Politécnica, que lo que me ha quedado es todo salvo la licenciatura que he obtenido. Por eso quería dar las gracias a Francesco, Massi, Andrea y Carlo, porque si Cristo ha tenido ojos, para mí éstos son los de ellos.
Luca, Milano
El recuerdo de don Ricci
Don Francesco Ricci fue recordado en el tercer aniversario de su muerte (30 de mayo) por monseñor Fabiani, obispo de Imola, unido a don Ricci por una larga amistad. La misa en la que participó toda la comunidad de CL de Forlí, fue celebrada en la iglesia de San Felipe Neri, de la cual fue rector don Ricci en los últimos años de su vida. Monseñor Fabiani recordó la obra desarrollada por don Francesco «para que la fe se hiciese cultura» y para que el laico cristiano estuviese cada vez más presente y comprometido en la sociedad. «Es de hecho en el encuentro- ha subrayado el Obispo de Imola - donde está la posibilidad de comprender la Presencia de lo trascedente.
Del encuentro con una persona, con una familia, con un grupo, se experimenta que se puede vivir en la serenidad verdadera sin ser homologados a la cultura dominante». Monseñor Fabiani pidió después por Comunión y Liberación «por quien don Ricci ha dado prácticamente toda su vida sacerdotal y humana. Que CL pueda siempre sentirse como parte viva de la Iglesia y dé testimonio para que todos los hombres tengan la posibilidad de reconocer que Cristo es el único Salvador, el Señor verdadero del tiempo y de la historia».
Alessandro, Forlí
La promesa o está dentro de la realidad o no existe
Charlando con los amigos americanos, en particular con John, Jonathan y su mujer, nos preguntábamos cuál sería el paso a dar en este momento para ir cada vez más al fondo del carisma que nos ha tocado. Lo que queremos es que crezca en nosotros la pasión por la realidad cotidiana que vivimos (trabajo, familia, amigos) para que el reconocimiento de su Presencia entre nosotros sea sencillo y concreto de tal modo que nos mueva a una pasión y un interés cada vez más grande por el mundo que nos rodea. Esto no es porque sintamos la urgencia de hacer cosas, sino porque la plenitud que ha sido prometida o está dentro de la realidad o no existe. Hemos llegado a esto pensando en nosotros y también en la situación de muchos amigos nuestros que tienen un trabajo provisional, que no han decidido todavía si continuar estudiando o en qué tipo de trabajo empeñarse (esto se ve también en el aspecto vocacional), y que les cuesta hacerse adultos. A menudo la compañía del Movimiento parece un refugio de la fatiga de la vida o el lugar donde recibes unas oportunidades interesantes, pero no es el punto de partida para descubrir la promesa y para traspasar las fatigas y las alegrías cotidianas. No sé contar las cosas de modo más elaborado, pero es un deseo muy concreto compartido también por los amigos de Canadá y de Florida. Se advierte el deseo de madurar como adultos y que esto no puede estar al margen de las iniciativas del Movimiento, sino dentro, sobre todo dentro de la Escuela de comunidad. Nuestra comunidad -aun siendo joven y pequeña numéricamente- participa y en modo totalizante del carisma de Don Giussani, es decir, no nos falta ningún trozo de historia (no podemos concebirnos siempre detrás o faltos de algo respecto al centro del Movimiento, de otra forma la unidad, tal y como nos la enseña don Giussani, viene menos). La referencia al centro no puede ser simplemente un preguntar las cosas justas que hay que hacer, sino una ayuda a abrazar la realidad de este continente con la misma inteligencia, pasión..., que la adhesión a Cristo genera. Mejor. Es tomando en serio la realidad como encuentras a Cristo (lo dice san Pablo), es decir, que la referencia al centro sea para ensimismarse con quien guía. Análogamente la unidad entre nosotros los americanos y la unidad entre los dos continentes no tiene otro camino que el de reconocer y aprender una única posición ante la realidad toda, no como capacidad o intención personal, sino como experiencia comunional. En el intento de ayudar a los amigos a encontrar trabajo hemos comprendido que es mucho más inmediato y sincero poder hablar de aquél que hemos encontrado teniendo como raíz un problema concreto, y sobre todo es más grande la posibilidad de ser escuchados.
Lorna, Nueva York
Sin «burguesía»
Cuando partí para Uganda, en el 78, fui a saludar a don Giussani. Con
toda su afabilidad me dijo: «Recuerda que se puede ser burgués también en África». Me sorprendió aquella frase, pero intuí inmediatamente su sentido, su gran verdad.
También en Karamoja se puede ser burgués si no se sigue, aun haciendo grandes sacrificios y renunciando a muchas cosas. Pero el. ser burgués, lo reconozco, es el no hacerse interrogar por la gran presencia del Señor en la Iglesia y, para nosotros, de un modo inequívoco, en el Movimiento. Doy las gracias a todos mis amigos, porque hacen vivir para mí el lugar que me permite reconocer la ver dad en las palabras que don Giussani me dijo, sin estar entristecido atemorizado.
Padre Daniele, Kampala
Entre un canto y otro...
Aquí en Vilnius, Lituania, estamos cuatro: Maurizio y Roberto, que viven la experiencia del Grupo Adulto, mi marido Paolo y yo que hemos venido para un breve período de trabajo. De repente nos ha sido dada la gracia de reconocer y experimentar un profundo vínculo, como si nos conociéramos desde siempre. Nos vemos a menudo. Hacemos juntos la Escuela de comunidad e intentamos hacer de nuestras casas lugares de encuentro. Con la excusa de dar a conocer la cocina italiana -aquí la gente ha perdido el gusto de la buena mesa- hemos conocido a algunos compañeros de trabajo de Paolo y a sus familias. Además Maurizio y Roberto han sido invitados a los encuentros de fútbol entre profesores y colaboradores. En el ambiente científico universitario hemos encontrado personas de gran humanidad que han vivido una profunda amistad y solidaridad en los tiempos de lucha contra el régimen. Personas que han participado activamente en el movimiento independentista y esperaban trabajar en la reconstrucción de la Nación. Pero la situación se ha desarrollado de un modo totalmente diferente generando en ellos una gran desilusión y el problema de ganarse los garbanzos ha dispersado a estos amigos por diversas partes de Europa, donde pueden beneficiarse de las becas de la CEE, mucho más cuantiosas que el salario normal. El ímpetu ideal parece sucumbir ante la fatiga del vivir, ante el problema del dinero. Están sorprendidos por nuestra amistad. Les parece volver a encontrar en nosotros su misma tensión, el deseo de su corazón, pero no entienden qué tiene que ver todo esto con el creer en Cristo. Con algunos de ellos, con ocasión del cumpleaños de Maurizio, hemos cantado juntos durante cinco horas y ninguno se quería marchar. Hasta hemos preparado unas fotocopias con las letras de las canciones y, con nuestra sorpresa, al final todo el mundo cantaba. Nos hemos despedido con el deseo de volvernos a ver cuanto antes.
María, Paolo, Roberto, Maurizio, Vilnius
«Asentimiento razonable»
Enseño Introducción a la Teología en la Universidad Católica de Santiago. El curso de este año se titulaba: "Pensamiento contemporáneo y fe", un modo como otro cualquiera de proponer la Escuela de comunidad, sobre todo ese punto dramático del reto que el acontecimiento cristiano lanza a la libertad y la razón del hombre, en la historia de la humanidad como en la de cada persona. Al final del semestre los alumnos me han dado sus trabajos, divididos en dos partes: en la primera se trataba de explicar la tesis del curso, en la segunda el propio juicio personal con las razones de la propia aprobación o rechazo. Traigo aquí algunas frases del trabajo de Daniela: «Hace poco que he comenzado el camino hacia Cristo. Una noche, después de un día de oración (el Viernes Santo), mirando al cielo me he sentido nada frente a una grandeza tan deslumbrante: me he preguntado quién soy, qué hago aquí. Me he puesto a escribir y releyendo me doy cuenta que expresa la razón de mi "asentimiento razonable". No me es fácil transcribir lo que he encontrado. Intento encontrar las palabras justas, pero ninguna abarca plenamente lo que he experimentado. Miro hacia atrás, ni siquiera mucho, y me pregunto cómo he podido evitar lo inevitable y, aún más, cómo he podido pensar que lo tenía todo si me faltaba descubrir lo esencial. Me impresiona ver el mundo tan distraído, que funda su felicidad en cosas efímeras. Me atrevo a decir efímeras porque nada tiene sentido si no está en relación con Dios, en el rostro concreto de Cristo. Pienso también en mí, pienso en el orgullo del hombre, insolente frente a quien lo pone en camino, lo ama, lo salva. He encontrado algo infinitamente más grande que yo, infinitamente más bello y eterno de todo lo que conocía. La única cosa que quiero ahora es "aferrarme" a "esto". Pero "esto" no es abstracto, es concreto como yo, es Cristo que se refleja en el padre Antonio, Alfredo, Huaso..., en todos sin excepción. A veces dudo, el mundo intenta atraparme y meterme en su rutina, pero aquí está la lucha que el padre Antonio nos propone, aquí comienza la tensión propia de la vida. Leyendo las palabras de don Giussani, veo claramente que nunca he comprendido la realidad verdaderamente. Es necesario comprenderla tanto con el corazón como con la razón (...). Libertad, ¡qué palabra! Tan usada y tan poco conocida. Creemos ser libres cuando vamos contracorriente, cuando hacemos lo que está permitido, y sin embargo ahora soy más libre que nunca. Tengo mucho que aprender, mucho que observar, mucho que seguir, introduciéndome cada vez más en el Misterio, en Cristo. Y no es fácil, de aquí parte la dramaticidad, la tensión de la vida, con la alegría de avanzar en el camino justo».
Don Antonio, Santiago
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón