Intervención de un estudiante universitario con ocasión del encuentro con el cardenal Carlo Maria Martini con los jóvenes universitarios del Politécnico de Milán, el martes 24 de mayo de 1994
Soy un estudiante de la Facultad de Ingeniería que vive la experiencia cristiana en la Universidad, perteneciendo al movimiento de Comunión y Liberación. Esto ha sido posible por el encuentro con un grupo de amigos que son concretamente la realidad humana con la que la Iglesia me alcanza y me moviliza cada día.
Dentro de esta amista, ¿qué sentido asume el estudio y qué perspectivas entrevemos respecto al trabajo?
Hemos recibido la Gracia de encontrar personas apasionadas y fascinadas que viven su papel de ingenieros en el mundo del trabajo con la conciencia de participar en la realización del designio de Dios. Esta conciencia libera de la perspectiva por la cual el trabajo es algo técnico, humanamente estéril, al margen de la vida y se convierte en la modalidad según la cual se realiza el esfuerzo resolutivo del hombre ante sus problemas y exigencias, y la vida se expresa como tensión dramática hacia lo Verdadero y el Ideal.
Lo fascinante de esta posición ha vuelto a despertar en nosotros el deseo de vivir en la contingencia de la vida universitaria esta conciencia. Es en este horizonte desde donde han nacido iniciativas como los grupos de ayuda en el estudio para los de primero, mediante los cuales intentamos afrontar la exigencia concreta de aprender las asignaturas de Análisis I de Geometría. Y es sólo empezando a dar el tiempo libre por esto como la caridad cristiana comienza a ser dimensión permanente de la vida. De hecho este gesto de caridad es paradigmático de cómo deseamos afrontar los exámenes universitarios. Se realiza de este modo el sostenimiento cotidiano en el estudio que nos hace afrontar los años de la Universidad con resultados y seriedad de otro modo impensables.
Es en una relación humana donde se entrevé la posibilidad de gusto en la tarea a la que somos llamados en la Universidad; tarea que no puede ser reducida al ansia de completar una formación técnica, de la cual, somos conscientes de lo indispensable que es, sobre todo hoy.
La preparación profesional no puede estar separada de un compromiso cultural más profundo, que es el de permitir también a la verdad del pensamiento católico no sufrir la hipoteca o la marginación urdida por el pensamiento laico.
Interesarnos en las necesidades de otro es para nosotros una forma de gratitud por el encuentro con Aquél que se ha hecho cargo de las necesidades de todos.
De hecho sólo el encuentro con Quien e la consistencia de todas las cosas permite mirar cada momento de la vida como paso, lleno de significado, del camino hacia el Destino. Esto implica una concepción, un sentimiento y una praxis de vida distinta que es la dimensión del compartir, es decir: la comunión cristiana. Deseamos que para todos exista, en la Universidad, esta posibilidad de encuentro, del mismo modo como ya nos ha sucedido a nosotros.
Poniendo en sus manos este deseo Le saludo y Le agradezco de corazón su visita a la Universidad.
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