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Huellas N.04, Abril 1994

SOCIEDAD

Años de plomo

Luigi Amicone

Católicos y 68. Mitos caídos y sombras rojas. Desde el catto-comunismo a la Tg3* habla Michele Brambilla, delCorriere della Sera, autor de un libro que hará discutir mucho

*Por catto-comunismo se entiende la corriente católica vinculada en Italia al PCI. La Tg3 es un canal de la televisión estatal con una clara tendencia comunista.

¿Sabíais que en el misal de la Conferencia Episcopal francesa Karl Marx ha sido incluido en la lista de los santos y que el 14 de marzo la iglesia francesa invoca a quien ha sido definido en el mismo misal como «el fundador del comunismo»? ¿ Y no sorprende enterarse que el patriarca de Venecia Angelo Roncalli, futuro Juan XXIII, que pasó a la historia como el Papa «bueno», enrolado (a su pesar) en las filas de los progresistas en calidad de protagonista del Vaticano II, escri­bió de don Milani, el cura símbolo de la iglesia comprometida y autor de las famosas Cartas a una profeso­ra, que «debe ser un loco escapado del manicomio»? ¿ Y no es curioso enterarse de que un cardenal, y pre­cisamente el cardenal Michele Pelle­grino, nombrado por Pablo VI arzo­bispo de Turín (en los años 1965- 1977), entendiendo que la Iglesia no tenía nada que ver con el capitalismo ordenó el retiro de los capellanes de la Fiat, abolió la peregrinación a Lourdes y aplicó tan resueltamente el Concilio que consideró oportuno bloquear todos los procesos de beati­ficación en curso en su diócesis (entre ellos el de Francesco Faà di Bruno y el de Pier Giorgio Frassati)? Estas son sólo algunas de las jugosas y amenas informaciones con­tenidas en Diez años de ilusiones. Historia del sesenta y ocho (Rizzoli), libro firmado por Michele Brambilla, autor de Eskimo en redacción. La gallarda pluma del Corriere della Sera vuelve a ganar fama con la his­toria de los años calientes (y después de plomo) de la contestación italiana, confeccionando un conspicuo botín de casi 250 páginas en el que la cró­nica de los años 68 a 78 es pasada por el tamiz de fuentes y testimonios inéditos de los protagonistas de la época. Decididamente, un libro infor­mado, preciso y puntilloso en la reconstrucción de los hechos y que además tiene un gran valor cronoló­gico y bibliográfico.
¿Un balance que se coloca de modo oportunísimo dentro del movimiento de revisión de la segun­da república? Brambilla lo niega: «Firmé el contrato para hacer este libro hace dos años y, como sabes bien, entonces corrían unos aires muy distintos. Además, la crítica del 68 no es algo novedoso». Efectiva­mente, las novedades más suculen­tas del libro están sobre todo en la documentación del papel que tuvie­ron en aquel momento grave y peli­groso algunos autorizados exponen­tes del catolicismo italiano. «No sé si otros habrán afrontado el fenóme­no de la contestación también con referencias religiosas. Yo creo haber demostrado que el 68 es la fecha simbólica de la irrupción de la secu­larización de masas. Exactamente lo contrario de cuanto han escrito algu­nos intérpretes laicistas de la contes­tación. Giorgio Bocea, por ejemplo, sostiene que el catolicismo y su espíritu religioso están en la raíz de la contestación, y que de ellos deri­van incluso las tremendas estriba­ciones totalitarias y terroristas de finales de los 70. Me parece que he documentado suficientemente que la matriz de aquella revuelta fue la ide­ología marxista y que fue el partido comunista italiano el que sopló sobre el fuego de la protesta. Si tan­tos católicos se sumaron no fue por una consecuencia natural de su fe, sino más bien como consecuencia de una crisis de fe. El evangelio no dice a los pobres que hagan la revo­lución, sino a los ricos que cambien el corazón».
Y sin embargo en el libro se someten a acusación a curas, asocia­ciones católicas, incluso cardenales, y se recuerda que los principales líderes de la contestación eran de formación católica, como es el caso del cabeza del movimiento estudian­til milanés, Mario Capanna, que preparó «un texto de 70 folios para convencer a su propia novia de que las relaciones sexuales prematrimoniales son compatibles con la ense­ñanza de Santo Tomás de Aquino». ¿Entonces? «Todo esto tiene rela­ción con un fenómeno llamado cat­to-comunismo y "católicos de la contestación", que en definitiva no han tenido nunca mucho seguimien­to popular. Fue un fenómeno de éli­tes que gozó de cierta fama gracias a los buenos oficios publicitarios del partido comunista. Gracias al PCI tuvieron una época de buena prensa política movimientos católicos como la ACLI (Associazione Catto­lica Lavotatori Italiani) y la izquier­da del CISL (Confederazione Italia­na Sindacato Lavoratori). Obispos y cardenales como Luigi Bettazzi y Michele Pellegrino, sacerdotes y teólogos cómo don Giovanni Fran­zoni, Giulio Girardi, Adriana Zarri, Ernesto Balducci; personajes de relieve de la iglesia italiana, como Mario Gozzini y Raniero La Valle. Gozzini tuvo un papel significativo en la redacción del catecismo de la Conferencia. episcopal italiana; La Valle procédía de la dirección del diario católico Avvenire d'Italia; los dos fueron elegidos diputados por las listas del PCI. En cualquier caso es cierto que para la Iglesia aquellos fueron unos años de confusión gene­ral».
¿El corazón del problema? «En la Iglesia hubo demasiados falsos maestros que cambiaron la fe en la muerte y resurrección de Cristo por el dedicarse a los pobres, los minus­válidos y los obreros». Desde este punto de vista hoy no parece que tanto catolicismo esté lejos de la «opción por los pobres» ... «Efecti­vamente. He querido documentar las raíces de una posición que todavía hoy está muy de moda. Una posi­ción que no ha creado una "Iglesia abierta", sino un Iglesia vacía. Cuando en la mayor parte de las homilías se oyen esas historias sobre el buen cristiano y la moral uno se pregunta para qué hace falta ser cristiano, visto que las mismas cosas se aprenden escuchando la Tg3».


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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