La asamblea nacional de la Compañía de las obras presenta un documento sobre las principales cuestiones sociales y económicas de Italia
«La Compañía de las obras, a partir de las personas en acción, ha desarrollado experiencias y juicios que no quieren ser modelo abstracto, ni el intento de perseguir "terceras vías" fantasmas de desarrollo económico. A nosotros nos interesa valorar un recurso, la persona en acción, que hoy se encuentra infravalorada, y favorecer las condiciones para que esto sea posible». Marco Martini, director de la Escuela de Estadística de la Universidad de Milán y el presidente de la Cdo, Giorgio Vittadini, han señalado cuatro puntos esenciales sobre los que llamar a políticos, economistas y grupos sociales a un parangón. Un documento presentado en la Asamblea Nacional de la CdO, el 12 de febrero en Milán. Es el propio Martini quien nos explica las motivaciones y contenidos del mismo.
¿Cuáles son las condiciones esenciales que favorecen el empleo?
Las condiciones para ayudar al empleo es el desarrollo. El secreto del desarrollo, después, está en el recurso humano. ¿Cómo desarrollarlo de modo que se convierta en constructivo para la sociedad? Favoreciendo inversiones a largo plazo a favor de la formación y creando redes -financieras, informativas y materiales- que permitan a las personas intercambiar información y recoger financiaciones.
Mientras tanto, sin embargo, hay que afrontar un desempleo galopante. ¿Cómo intervenir?
Hoy las personas se encuentran con que tienen que vivir en un contexto de crisis estructural y de reestructuraciones profundas que afectan sobre todo a los individuos de cualificación media-baja y edad media-alta. Para ellos las posibilidades de volver a emplearse están ligadas a dos realidades: pequeñas y medianas empresas y trabajo autónomo. Estando, sin embargo, este último obstaculizado por las barreras de acceso, dado que licencias y autorizaciones para comenzar cualquier actividad económica, suponen altos costes y penalizan sobre todo el empleo juvenil y la inversión la Italia meridional.
Hoy se habla mucho de flexibilidad. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?
Es necesario realizar una sacrosanta exigencia de flexibilidad del trabajo y, al mismo tiempo, asegurar una continuidad del recorrido laboral: hoy una persona debe adaptarse a cambiar a menudo de trabajo, pero su recorrido debe suponer una acumulación de experiencias y de relaciones. Estas deben ser sostenidas a través de instrumentos nuevos: informativos ( con datos ad hoc en el momento justo), formativos y relativos a la protección social. Nosotros auspiciamos una solidaridad dinámica.
Estamos en el segundo punto: la solidaridad eficiente. ¿Cómo realizarla?
Los servicios dirigidos a las personas (escuela, salud, asistencia) hoy no funcionan porque se infravalora el recurso humano y su capacidad de controlar, dirigir y elegir. Una capacidad que hay que sostener dando a las personas un poder adquisitivo, entendido no sólo como mercado, sino también como «bonos». En segundo lugar, es necesario responsabilizar a los trabajadores que realizan los servicios. Tercero: es necesario crear un mercado competitivo, que no es el de la lucha de todos contra todos. Nosotros decimos que el Estado debe fijar pesos, medidas y reglas que hagan posible una competencia leal. El mercado no es la bandera de los liberalistas y del capitalismo omnívoro. El mercado es la solidaridad de los consumidores.
El tercer punto habla de valoración de las instituciones nonprofit.
Esta es la idea cumbre de la Cdo: favorecer iniciativas que creen un beneficio que pueda ser utilizado para objetivos sociales. En Italia se ha confundido el non profit con las cooperativas y el voluntariado, marginando y haciendo económicamente insignificante uno de las tres recursos vitales de nuestro país.
Nosotros, de hecho, tenemos la tasa más alta de iniciativas non profit, de ahorro y de emprendimiento. Es absurdo no valorar estas tres primacías. Esto significa, por ejemplo, incentivar a aquellos ciudadanos que dirigen sus ahorros y sus inversiones en favor de iniciativas sociales.
Que, desde su punto de vista, no deben ser tratadas como empresas profit. En lugar de pedir una distribución indiscriminada de fondos, pedimos mayor disminución de impuestos para quienes destinan dinero a iniciativas de solidaridad.
Y aquí llegamos al último punto: el fisco. ¿ Cómo se puede «gastar menos para gastar mejor»?
El problema italiano es el de un fisco cada vez más inicuo y rapaz porque está obligado a ir detrás del gasto público constantemente fuera de control.
La presión fiscal ha alcanzado el 42%. En realidad en nuestro país el 80% de los contribuyentes se ve gravado con más del 50% de la renta, frente a un 20% de economía sumergida que prácticamente no declara a Hacienda. El gravamen fiscal es una especie de cáncer que sólo alimenta al partido del gasto público. Y, paradójicamente, con nuestros impuestos no es la eficacia la que crece, sino la burocracia y la ineficacia. En la sociedad hay grandes energías. En Estados Unidos servicios como la enseñanza, la asistencia y la sanidad son gestionados por fundaciones que no están gravadas por inversiones en sociales para los servicios que pueden gestionar autónomamente. Estamos hablando de lo que la doctrina social católica llama «principio de subsidiariedad». Esperamos -y las experiencias que tenemos al respecto lo confirman- que los servicios sociales gestionados por los directamente interesados sean más eficaces, más económicos. También serán más humanos, característica ésta que es prácticamente imposible de encontrar en cualquier estructura de servicios sociales organizada de modo estatalista y burocrático.
¿Cómo utilizaréis vuestras reflexiones?
Nos gustaría que alguien las convirtiera en propuesta política, en la dirección de «Más sociedad, menos Estado». Estamos interesados en dialogar y en colaborar con todos.
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