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Huellas N.03, Marzo 1994

SOCIEDAD

La novedad de la CdO

Renato Farina

Cinco mil pequeñas y medianas empresas y sociedades sin ánimo de lucro. Es la Compañía de las obras. Una red de recursos y conocimientos al servicio de la sociedad. Contra el estatalismo

«La CdO no se organiza alrededor de una idea o de un proyecto abstracto. Proviene de la experiencia cotidiana, de la relación con la realidad determi­nada por el ideal al que se pertenece y por tanto, de un interés verdadero por las necesidades personales o colectivas. Esto hace que se agrupen las personas no por la precariedad de un cálculo sino de forma estable». Habla Giorgio Vittadini, presidente de la asociación que agrupa a 5.000 realidades sociales, sean productivas o no. «En la Cdo no distinguimos entre el trabajo productivo de un empresario y la actividad de quien trabaja en el campo de la solidaridad social y "no produce". Es más, esta posición que une, en la concepción y en la práctica, empresas productivas y obras sociales, no juega al corpora­tivismo o al estatalismo. Por esto es combatida.» La experiencia de la Cdo, de hecho, indica una vía distin­ta de hacer empresa y de realizar, al mismo tiempo, verdadera solidari­dad. «El método -explica- es el de una compañía humana que gana con creces a cualquier utopía de sociedad perfecta o de proyecto ideológico. Con mucho realismo nos encontra­mos a partir de una necesidad, sea personal o de empresa.» Vittadini precisa que habitualmente las empresas se asocian por la conve­niencia que encuentran en la Cdo en cuanto a servicios y convenios. «Los servicios que se ofrecen se pueden resumir en la palabra "información". En inglés "network", es decir, una red de recursos y de conocimientos. Es bueno precisar que los servicios no los gestiona directamente la Cdo, sino sociedades con las que la aso­ciación tiene un convenio. De este modo cada socio puede conocer las oportunidades que otro socio u otras entidades, por ejemplo los bancos, le ofrecen. Pero existen más posibilida­des.» Hagamos un elenco.
a) Comunicación de oportunida­des empresariales. «Se descubre que existen posibilidades interesantes desde el punto de vista de la inver­sión y nuevos puestos de trabajo. En un contexto de amistad operativa es natural mirar alrededor y preguntar: ¿quién está interesado en hacer algu­na cosa, en crear trabajo?» Han naci­do así varias decenas de iniciativas empresariales ligadas a las oportuni­dades ofrecidas por la CEE. Por otro lado, las relaciones con órdenes reli­giosas y entidades eclesiásticas han encontrado nuevos partners para relanzar sus actividades formativas y asistenciales.
b) La Cdo no realiza inversiones, no es una empresa, sino una realidad que estimula la colaboración entre empresas, pero sobre todo, comenta Vittadini, «ayuda al nacimiento de nuevas capacidades empresariales agrupando a personas con ganas de llevar a cabo alguna iniciativa.
¿ Cómo no recordar que a partir de la ley De Vito, decenas de empresarios y profesionales del norte se juntaron a jóvenes del sur para dar vida a empresas y sociedades de servicios? Sin contar las iniciativas realizadas en el extranjero, en Polonia y en Brasil, empresas nacidas en el cam­po de los servicios».
c) Concretamente se da una inter­conexión entre empresas productivas y obras de solidaridad social. En estos años también grandes empre­sas han establecido relaciones de colaboración con las Escuelas de tra­bajo de los Centros de Solidaridad o con el Consorcio del desarrollo y ocupación en cuanto a la formación profesional y a la selección del per­sonal. Es una circulación benéfica entre quien invierte en recursos eco­nómicos y quien invierte en recursos humanos. «Beneficio y solidaridad» abrevia Vittadini, «desde nuestro punto de vista, no son alternativos.»
La CdO comienza el 94 «huérfana», de algún modo, del Movimento Popolare que a finales del año pasado decidió terminar sus actividades. Pre­cisamente había nacido, ya hace ocho años, de un grupo de empresarios y trabajadores ligados al Mp, la idea de agruparse para ayudarse y ayudar a la gente a encontrar trabajo y a afrontar las dificultades impuestas por un sis­tema económico que estrangulaba a los pequeños y medianos empresa­rios. Sintetiza Vittadini: «La Compa­ñía de las obras es hoy una asociación de pequeñas y medianas empresas y de non-profit organizations (entida­des sin ánimo de lucro)».
¿Es necesario el inglés? ¿No bas­taría con decir «voluntariado»? En el fondo non-profit está para activida­des gratuítas. «Atención», comenta Vittadini, «aquí se juega la compren­sión de lo que es la Cdo. ¿ Qué suce­de en Italia? Por un lado están las empresas productivas, por otro el voluntariado, un fenómeno vastísimo que suscita en todos sentimientos de conmoción, pero que -de hecho- se encuentra al margen de los mecanis­mos económico-sociales». Vittadini aclara el sentido de la que aparece como una revolución copernicana en el modo de concebir el sistema eco­nómico: «Hablar de organizaciones non-profit y tratarlas en condiciones de igualdad, con la misma dignidad, que a las pequeñas y medianas empresas, significa derribar el muro que en Italia divide lo que es produc­tivo de lo que no lo es. En Italia la palabra "voluntariado" evoca la ima­gen de iniciativas quizás laudables pero "accesorias" respecto a los ser­vicios que proporciona el Estado. No debe seguir siendo así».
Intentemos seguir el razonamien­to de Vittadini. La novedad de la Cdo es que el agruparse y la actua­ción de los socios es algo que tiene bastante poco que ver con los esque­mas asociativos tradicionales. La Asociación es, más bien, un movi­miento que no se constituye alrede­dor de una función, sino que toma forma alrededor de las personas. Y la persona se define sobre todo por la necesidad de trabajar, y por tantas otras necesidades (la educación, la salud, la casa, sin considerar el apu­ro imprevisible que puede suceder). «Normalmente», continúa Vittadini, «se está definido por una pertenen­cia corporativa (a una categoría de empresarios o de trabajadores, de la Confindustria -ndt. asociación de los empresarios italianos- o del sindica­to de los profesores). Tras lo cual, quitado el mono o la chaqueta, en el tiempo libre se puede uno dedicar a distribuir meriendas a los niños pobres». Y todo se evapora en una generosidad sin respiro y sin hori­zonte, porque la iniciativa caritativa no asume los mecanismos que regu­lan las relaciones productivas y sociales corrientes. En estas siguen dominando las férreas leyes de la economía y del interés individual.
Desde hace años la Cdo se ha enrolado en una difícil batalla para superar el equívoco que identifica «público» con «estatal». Vittadini explica que «existe un "privado social" que es público, existen miles de entes no estatales que gestionan escuelas libres, centros de acogida, estructuras sanitarias y de formación profesional que desarrollan un servi­cio público cuyos beneficiarios son millones de ciudadanos». Y sin embargo, existen en Italia, jaulas legislativas que no reconocen el valor civil, y por tanto público, de estos entes non-profit. A veces se tiene la impresión que el privado social no existe para el Estado. ¿Por dónde empezar a romper, o al menos ensanchar, las redes de una legisla­ción que ahoga a quienes hacen obras de caridad? «La legislación de los países más liberales (USA) y la de los países con altas tasas de pro­tección social (Suecia)», dice Vitta­dini, «garantizan la posibilidad de deducir de la renta el dinero que un ciudadano destina a escuelas, hospi­tales e instituciones en general que suministran servicios a la persona». Detasación, por tanto. «Entre otras cosas este es un modo concreto para abatir el muro entre trabajo producti­vo y respuesta a la necesidad.
Hoy sucede, sin embargo, que el Estado cobra tasas y tasas para dis­tribuirlas, luego, sin miramientos, alimentando desmesuradamente el gasto público. En este sentido, las intervenciones económicas estatales no pueden estar dirigidas siempre y de cualquier modo a favor de la gran industria (el asunto de Alfa Romeo, "regalada" por el Estado a Fiat que ahora despide a miles de trabajado­res, es un claro ejemplo), sino que deben decidirse en función de lo que hace, tanto si produce riqueza como servicios sociales».
Una objeción. Mejor aún, dos. La primera: yo, que soy uno que va a la oficina y no sueño con montar pequeñas o medias empresas, ¿quedo fuera de la Cdo? Responde Vittadini: «El parado que va al Centro de soli­daridad pertenece a la Compañía de las Obras al igual que el industrial con doscientos empleados. Empresas y obras de caridad están hechas por personas. A nosotros no nos intere­san las siglas o las categorías. A nosotros nos interesan las personas. Del mismo modo, realidades como el Sindicato de las familias, las Fami­lias para la acogida, Diesse..., perte­necen con plenos derechos a la CdO». Añade: «En las grandes ciu­dades existen sedes de la CdO.
En otras ciudades hay puntos de referencia, que actúan como sede, que son los Centros de solidaridad». La segunda objeción: la política, para la CdO que insiste sobre la empresa social, ¿ha muerto?. «Al contrario. La política tiene que ver, porque de ella depende la organización del Estado y de la vida social. En la intervención de Assago que publicas­teis en Litterae se dijo: «Política ver­dadera es la que defiende una nove­dad de vida en el presente, capaz de modificar también el orden del poder... O bien favorecer un Estado que sea verdaderamente laico, es decir, al servicio de la vida social, según el concepto tomista del bien común». Vittadini se despide de nosotros recordando que «bien común significa el bien de aquel sujeto que ha sido olvidado y traicio­nado por quien hoy detenta los hilos el poder económico-financiero: el pueblo, una realidad fragmentada en organizaciones particulares dentro de las cuales las personas están unidas sólo por intereses corporativos».
La asamblea anual de la CdO en el Palalido de Milán sobre «Persona, familia y sociedad» ha puesto como tema de fondo justamente este sujeto hoy deshecho. «Nosotros pretende­mos contribuir», concluye Vittadini, «en la reconstrucción de la visibili­dad de una realidad popular, de modo que cualquiera -encontrándola ­pueda no sentirse ya solo y volver a ponerse en marcha y trabajar».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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