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Huellas N.02, Febrero 1994

CULTURA

Humilde e invocadora

Enrico Raggi

El Stabat Mater constituye la obra maestra del dolor y de la invocación propios de la memoria del tiempo de Cuaresma

El Stabat Mater fue escrito por Juan Bautista Pergolesi por encargo de la Confraternidad de los Caballeros de la Virgen de los Dolores. La nueva tesitu­ra musical debía sustituir a la versión precedente de Scarlatti, consideraba entonces demasia­do anticuada. Profundos estu­dios filológicos han revelado que el Stabat Mater se compuso en una serie de sesiones de tra­bajo distintas y separadas por largos intervalos de tiempo (presumiblemente finalizado en 1736). Teniendo en cuenta la muerte prematura de Pergolesi (26 años), se hace evidente que la contemplación del Misterio de la Cruz había dominado la actividad del compositor napo­litano desde el inicio.
Ya en 1739, tres años antes de la desaparición de Pergolesi, el melómano Charles de Bros­ses consideraba este Stabat Mater como la «obra maestra de la música latina». La com­posición tuvo un éxito extraor­dinario, tanto que miles de bibliotecas de todo el mundo conservan todavía hoy copias manuscritas. Sólo unos pocos compositores han sabido subs­traerse a la fascinación y a la fuerza emotiva de este texto extraordinario (creación de Jacopone da Todi), una de las líricas religiosas más enraiza­das en la conciencia popular y más cercanas a la experiencia humana.
Pergolesi se acerca a él humildemente, sin intelectualis­mos, recuperi ??? , experimen­taciones de cualquier clase: uti­liza los estilos operísticos de su tiempo - arias, duetos, acompa­ñamiento reducido a instrumen­tos de arco ??? y órgano, melo­día intensa y patética - pero los transfigura por el contacto con /a la luz de ???? aquel Aconte­cimiento impresionante. Pergo­lesi padece con la Virgen, sufre con Cristo, se convierte en Juan al pie de la cruz. La virtuosidad del artista cede frente a la emo­ción que experimenta su cora­zón de creyente (no encontrare­mos nunca fugas estériles de bravura, ni comentarios musi­cales superfluos). La experien­cia cristiana conduce su mente y su corazón: el cuadro que resulta es apasionado, te com­promete, es de extremada ternu­ra como lo es la mirada de una madre a su hijo. El dolor se hace físico, palpable ( en las disonancias entre soprano y contralto del dueto inicial); la música se transforma en luz, gloria eterna (en el Amén final). La belleza que diseña Pergolesi es la voz que sale de nuestro ánimo. Pergolesi sintetiza el tumulto en que contrastan los sentimientos en una estructura arquitectónica que es, sin embargo, equilibrada y perfec­ta. El Stabat Mater queda divi­dido así en tres grandes partes, que van surgiendo naturalmente una de la otra, como en un movimiento ascendente de la mirada: (nn.1-5) el dolor de la Virgen a los pies de la cruz, (nn.6-8) la compasión que se transforma en ardiente amor por Cristo, (nn.10-11) la triunfante invocación final pidiendo el premio eterno del Paraíso.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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