La aparente religiosidad de los Estados Unidos enmascara el ateísmo. América después de las modas religiosas que desembarcan ahora en nuestra casa. He aquí lo que nos espera
Los americanos engañan sobre la fe: si se les pregunta en un sondeo sobre su credo religioso se empeñan en inventarse uno. Ir a una iglesia, cualquiera que sea, lo mismo que ir a votar, califica a un ciudadano con certificado de calidad. Lo revela Una nación bajo Dios, la última relación estadística sobre religión en los Estados Unidos hecha por la City University de Nueva York. Los gurús pierden algo de empuje, pero Ron Hubbard y sus Cienciologistas consiguen acercarse a las cincuenta mil unidades, más del doble de los devotos de la New Age, mientras que «solamente» ocho mil serían los seguidores de la «whija», la brujería. Más allá de los números, está el hecho de que América, a las puertas del año 2000, se descubre menos religiosa de lo que nunca se podría haber creído y le cuesta definirse a todo trance como la nación más religiosa del occidente industrializado. Los famosos sondeos Gallup, que daban una fidelidad al precepto dominical del 45% para los protestantes y del 51 % para los católicos, han sido clamorosamente desmentidos por el trabajo capilar de un equipo de sociólogos de la American Sociological Review. Hoy están respectivamente en el 20 y el 28%, después de treinta años en que se habían mantenido con el mismo porcentaje. En realidad el 30% de los americanos se declara «secular» (absolutamente indiferente), el 29% «religioso sólo de nombre», el 22% modestamente religioso y sólo el 19% «convencido».
Y, dato increíble para los Estados Unidos, los ateos declarados son el 10%, y están creciendo en progresión geométrica sobre todo en la Costa Oeste y en la zona de San Francisco.
Según algunos expertos el fenómeno se debe atribuir a la cada vez más evidente separación entre Estado e iglesias representativas, que si por un lado ha favorecido el florecímiento de más de 1.500 entre congregaciones y sectas, por otro lado ha hecho que un número cada vez más exiguo de americanos considere seriamente la religión para la propia vida. El Padre Ronald T. Marino, de la oficina católica para la inmigración de la diócesis de Brooklyn, habla de las iglesias protestantes como de verdaderas sectas. Parece tener razón visto que solamente la congregación de los Baptistas acoge 75 denominaciones en su interior.
«La religión se mantiene despierta en América por los flujos migratorios que empujan a la competencia entre las sectas protestantes, desde los Baptistas a los Metodistas, y a los Evangelistas». La investigación del padre Marino nos hace entrar en el ámbito del misticismo nostálgico, pero también del ingenio de la mentira.
Por un lado se hace propaganda de una relación personal con Cristo de tipo protestante, vivida en una comunidad en la que cada ministro es Papa. Por el otro las iglesias baptistas, por poner un ejemplo, tienen retratos de la Virgen de Lourdes en la que no creen y fotografías del Papa al que no reconocen, para hacer que el inmigrado se sienta a gusto.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón