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Huellas N.02, Febrero 1994

PORTADA

El Dios nada

Andrea Costanzi

La aparente religiosidad de los Estados Unidos enmascara el ateísmo. América después de las modas religiosas que desembarcan ahora en nuestra casa. He aquí lo que nos espera

Los americanos engañan sobre la fe: si se les pregunta en un sondeo sobre su credo religioso se empeñan en inventarse uno. Ir a una iglesia, cualquiera que sea, lo mismo que ir a votar, califica a un ciudadano con certificado de calidad. Lo revela Una nación bajo Dios, la última relación estadística sobre religión en los Estados Unidos hecha por la City University de Nueva York. Los gurús pierden algo de empuje, pero Ron Hubbard y sus Cienciologistas consiguen acercarse a las cincuenta mil unidades, más del doble de los devotos de la New Age, mientras que «solamente» ocho mil serían los seguidores de la «whija», la brujería. Más allá de los números, está el hecho de que Amé­rica, a las puertas del año 2000, se descubre menos religiosa de lo que nunca se podría haber creído y le cuesta definirse a todo trance como la nación más religiosa del occiden­te industrializado. Los famosos son­deos Gallup, que daban una fidelidad al precepto dominical del 45% para los protestantes y del 51 % para los católicos, han sido clamorosa­mente desmentidos por el trabajo capilar de un equipo de sociólogos de la American Sociological Review. Hoy están respectivamente en el 20 y el 28%, después de treinta años en que se habían mantenido con el mismo porcentaje. En reali­dad el 30% de los americanos se declara «secular» (absolutamente indiferente), el 29% «religioso sólo de nombre», el 22% modestamente religioso y sólo el 19% «convenci­do».
Y, dato increíble para los Estados Unidos, los ateos declarados son el 10%, y están creciendo en progre­sión geométrica sobre todo en la Costa Oeste y en la zona de San Francisco.
Según algunos expertos el fenó­meno se debe atribuir a la cada vez más evidente separación entre Esta­do e iglesias representativas, que si por un lado ha favorecido el florecímiento de más de 1.500 entre con­gregaciones y sectas, por otro lado ha hecho que un número cada vez más exiguo de americanos conside­re seriamente la religión para la pro­pia vida. El Padre Ronald T. Mari­no, de la oficina católica para la inmigración de la diócesis de Bro­oklyn, habla de las iglesias protes­tantes como de verdaderas sectas. Parece tener razón visto que sola­mente la congregación de los Bap­tistas acoge 75 denominaciones en su interior.
«La religión se mantiene despier­ta en América por los flujos migra­torios que empujan a la competen­cia entre las sectas protestantes, des­de los Baptistas a los Metodistas, y a los Evangelistas». La investiga­ción del padre Marino nos hace entrar en el ámbito del misticismo nostálgico, pero también del ingenio de la mentira.
Por un lado se hace propaganda de una relación personal con Cristo de tipo protestante, vivida en una comunidad en la que cada ministro es Papa. Por el otro las iglesias bap­tistas, por poner un ejemplo, tienen retratos de la Virgen de Lourdes en la que no creen y fotografías del Papa al que no reconocen, para hacer que el inmigrado se sienta a gusto.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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