Dices “educación” y enseguida te vienen a la cabeza otras palabras. Por ejemplo, “futuro”. Cualquier sociedad, en cualquier momento de la historia, se juega ahí el mañana, en las aulas. O “esperanza”, pariente muy cercana de la espera de la felicidad que habita en el corazón de los jóvenes y de quienes los quieren: sus padres, profesores… En el fondo la educación existe para esto, para custodiar esa esperanza, para cultivar esa espera, es lo propio de su naturaleza. Pues bien, si hay un ámbito que la pandemia haya puesto en crisis especialmente ese es el educativo. Se ha visto sacudido, desconcertado, dividido entre la exigencia de proteger del virus a sus alumnos (y a sus familias) y la necesidad de no arrancarles de su mundo, de los vínculos –fundamentales– con sus compañeros y profesores. De aquello que existe precisamente para que puedan hacerse adultos, es decir, capaces de afrontar la realidad incluso cuando se presenta con el rostro inesperado de un drama global.
Por eso el desafío de estos días es decisivo. Mientras escribimos estas páginas, la reapertura de los colegios aún está en el aire en muchos países. Vuelve a empezar el curso, pero la pandemia amenaza con poner en peligro la vuelta a las aulas. Horarios, espacios y clases siguen siendo una incógnita para muchos. Pero igualmente hemos querido hablar de la escuela que viene por un motivo muy sencillo. Sea como sea –presencial o a distancia–, el nuevo curso lleva dentro un bagaje riquísimo: la experiencia de estos últimos meses. Mirar dentro de ese bagaje, entender qué es lo que estamos aprendiendo, es decisivo para no perder la ocasión, para afrontar con más conciencia el mañana, el futuro. Y para despertar la esperanza.
Que, no en vano, ha estado entre las palabras clave de un momento de cambio, en este extraño verano marcado por el Covid, como ha sido el Meeting de Rímini. No era nada obvio que pudiera celebrarse este año. Pero ha sido una gracia desbordante ver la riqueza de contenidos, encuentros, juicios que ha nacido de la decisión de arriesgar, de intentar hacerlo de todas formas, aunque de un modo nuevo, para ofrecer una contribución que realmente ha llegado al mundo entero gracias precisamente al formato digital. Lo hemos narrado online en la web clonline.org (los plazos de cierre de la revista no nos permitían hacerlo de otra manera) y seguro que lo retomaremos más adelante. Pero aquí ofrecemos el corazón: la intervención de Julián Carrón sobre «de dónde nace la esperanza». Un diálogo donde, en un momento dado, surge una expresión de don Giussani que sintetiza muy bien lo que nos estamos jugando: «La esperanza es una certeza en el futuro en virtud de una realidad presente». Es lo que necesitamos para crecer. Y para vivir.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón