Casualidad, evento, libertad, racionabilidad. Son palabras que permiten introducirse en la comprensión del cristianismo. Conversando con un gran pensador, al «descubrimiento» del misterio de la libertad. Entrevista a Cornelio Fabro
Don Cornelio Fabro, conocido en Italia y España, sobre todo por haber dado a conocer el pensamiento de Sören Kierkegaard, a pesar de haber sobrepasado los ochenta años, tiene todavía la mirada y la pasión de un chaval. El pasado 21 de octubre sostuvo una conversación en el Centro cultural «Enrico Manfredini» de Bolonia. El tema era «Decisión para la existencia». Hemos aprovechado la ocasión para dirigirle algunas preguntas.
En una reciente conversación entre responsables de Comunión y Liberación se tomó como punto de partida una frase de Severino Boecio: «El nacimiento de Dios hombre, si bien no estuviera previsto ni fuese previsible por el hombre, en cualquier caso es razonable, porque revela un orden de razones y de cosas antes ignorado». ¿Puede comentarla?
Hablar de casualidad tiene sentido para usted y para mí, pero no en el engranaje total, el mundo de la Providencia. En este sentido, el nacimiento de Dios hombre está, por tanto, cargado de racionalidad, incluso aunque a nosotros pueda no parecenoslo. A menos que la casualidad no se resuelva en racionalidad. Por tanto la casualidad no es que sea irracional, como para Aristóteles, como para los griegos; no es que sea racional, como para Hegel: entra dentro de la racionalidad.
Por tanto, incluso el encuentro con Cristo corresponde a las exigencias de la razón...
El encuentro con Cristo, que es la historia de todas las conversiones, este encuentro con Cristo, a quien no conoce la fe e le muestra como una casualidad. Pero quien vive de la fe puede penetrar el tejido de incidencias, de conveniencias... y entonces la casualidad se convierte en algo razonable. No «racional». Se convierte en razonable. Y lo razonable emerge de las circunstancias presentes a usted y a mí. Lo racional, por el contrario, pertenece a la estructura del Todo. Por tanto, lo racional, a fin de cuentas, es un atributo también teológico. La frase de Boecio explica, a través de la convergencia de todos los factores, lo que se deduce en línea lógica. En el campo existencial no se da la lógica, sino el imprevisto. No diría ni siquiera la casualidad, incluso si la casualidad constituye una primera etapa que después -revisada, estudiada, profundizada- revela que no es una casualidad, sino convergencia de factores que revelan un designio más grande.
¿Puede explicar un poco más la cuestión de la racionalidad y del imprevisto?
Cuanto más se profundiza, más se reflexiona, más se busca, bajo un cierto aspecto, más se avanza en la racionalidad del Evento. Pero el Evento histórico, el Evento del que parte el Espíritu, por sus decisiones trasciende la historia, emerge sobre la historia. Si todo obedece a un plano geométrico, tendría razón Spinoza. Y sin embargo no: San Pablo, camino de Damasco, descompone todo el orden de su vida. Y no es él quien lo descompone, sino Aquel que le habla. Son cuestiones bellísimas... Llegar a estructurar una teología existencial, la cual tiene por fundamento el misterio de la libertad...
Detengamonos un instante en esto...
Kierkegaard, en El ejercicio de Cristianismo, afirma que ha sido el Cristianismo el que ha traído libertad al hombre. La libertad, esta elección radical, trasciende la racionalidad. Por tanto tenemos una zona que no es racional ni irracional. Se hace racional después de la elección. El hecho de que, mediante la libertad, nosotros trascendemos todo el tejido de las condiciones presentes actualmente indica el emerger de la libertad, la cual trasciende a racionalidad, porque es más racional que la racionalidad: la supera, pero conservando la positividad. Esto es lo que Kierkegaard llama «el salto», un salto sui generis. No un salto en sentido rectilíneo.
Es un salto como trascendencia, como inicio de una nueva posesión.
Normalmente, cuando se habla de transcedencia, esta palabra se usa como sinónimo de irracionalidad y de fuga de la realidad...
Trasciende el momento pero, como dice Kierkegaard, viene del momento. Viniendo del momento incluye una racionalidad. Por eso la libertad es un acto sumamente razonable. Mediante la libertad, la razón inicia un nuevo camino de la libertad. Porque cada uno de nosotros, en el acto de la decisión, trasciende el tejido de las condiciones presentes, las supera con una toma de posición original. Esta toma de posición original genera el empeño por organizar el futuro en una nueva dimensión, por crear una nueva intencionalidad. El inicio no es racional, es trans-racional, super-racional: es un inicio que realiza «una ruptura» y, como bien dice Kierkegaard, genera la novedad de la existencia.
Kierkegaard, en La enfermedad mortal, afirma que sin este acto de libertad no hay «yo». Y que por eso todos están desesperados.
La libertad exige la decisión. La decisión es el punto de llegada y a la vez de realización de la libertad, la estabilización de la libertad. Pero estabilización no en sentido estático, sino en el dinamismo hacia el fin último, hacia la cualificación de la persona, la realización de la persona. Mire, el hombre es la cosa más grande, más hermeneúticamente compleja y más hermeneúticamente fácil.
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