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Huellas N.06, Junio 1993

VIDA DE CL

Inicio frágil y seguro

Fidel Ascort

Nace CL en Cuba, inesperadamente. Pasando por África. Y comienza a dar los primeros pasos. Sobre todo entre los jóvenes

Todo comenzó en julio de 1990. La ciudad colonial de Trinidad, en la provincia de Santo Espíritu, en el centro de la isla, constituye la cuna del movi­miento. Es aquí donde ha llevado su experiencia de Comunión y Libera­ción y su camino de fé la hermana Fanny Rankin, hoy novicia de las Religiosas de María Inmaculada, que entró en contacto con el movimiento durante una misión en Guinea en calidad de médico.
Hoy, Fanny no recuerda cómo el mismo encuentro se pudo repetir en octubre de aquel mismo año en San­tiago de Cuba, la segunda ciudad más importante del país, y después, en mayo de 1992, en La Habana.
¿A quién atribuir esta difusión de CL tan rápida y sorprendente?
La respuesta de Fanny coincide con la de otros miembros de Comu­nión y Liberación de La Habana: a la renovación de la Iglesia en cuanto organismo vivo y libre al paso de los tiempos; a la importancia de implicarse en la realidad en que vivimos, asumiendo la fe como dimensión liberadora de los miedos y egoísmos, gracias al descubri­miento de la responsabilidad perso­nal; a la necesidad de buscar la fuer­za en la comunidad; a Cristo que se da a través del amigo; a la fuerza que da la unión; al deseo de encon­trar en Cristo respuesta a los interro­gantes existenciales y a las exigen­cias culturales.
No hay duda de que la riqueza del intercambio ha contribuido a la constitución de los varios grupos de comunidad. Han sido fundamentales las visitas de don Filippo de Brasil y de amigos de Mérida, en Venezuela.
Como dice el editorial de marzo de 1993 de Maranatha, el folleto mensual de Comunión y Liberación en Cuba, «Es una aspiración ances­tral de los seres humanos la de crear unidad, sobre todo frente a nuestra debilidad respecto a la naturaleza. Unir es también una función funda­mental del movimiento de CL, en tiempos en los que la incertidumbre, la desconfianza y la necesidad tien­den a generar egoísmos, incomprensiones e individualismos».
Los miembros del grupo son en su mayoría estudiantes universita­rios, de informática, de cibernética, estudiantes de ciencias humanas, música, medicina, ingenierías... Más allá de las diversas formas de voca­ción e intereses profesionales y universitarios, tienen todos una con­ciencia fuerte de unidad, un sentido fuerte de pertenencia, y el deseo de poner el centro de la propia atención en Cristo.
«No buscamos la uniformidad», dice Joel, estudiante de un instituto politécnico de La Habana. «Así como la naturaleza obtiene su belle­za divina de las diferentes formas y colores, así nuestro grupo se nutre y crece en la diversidad de pensamien­tos, de ideas libremente expresadas, sin temor de las burlas o de las represiones; ideas que desde diferen­tes direcciones se encaminan hacia objetivos comunes».
Rafael, estudiante de ingeniería, nos comunica su experiencia: «Perte­nezco al movimiento desde sus inicios y me sigo preguntando por qué estoy aquí. Al principio no estaba seguro de mí mismo, pero fue en aquel momen­to cuando decidí cambiar de vida, buscar un camino nuevo.
Comencé a ir a las charlas como un catecúmeno y poco a poco, durante los encuentros de los domin­gos, fui conociendo a todos los miembros del grupo. Al comienzo tenía algunas dudas y no pensaba que el hombre que experimenta una variedad inmensa de sentimientos pueda probar amor por todo lo que le rodea. Pero poco a poco me di cuenta de que iba estrechando amis­tad, día tras día, con todos sus miembros: el movimiento había entrado a formar parte de mi vida».
«¿Qué hace CL?». Este es el títu­lo de uno de los apartados del folleto Maranatha, que se publica mensual­mente gracias a la contribución deci­siva de tantísimos amigos, debiendo superar incluso dificultades enormes debido a carencias materiales.
Precisamente, gracias a este apar­tado hemos podido conocer unos ciclos de conferencias que se organi­zan sobre argumentos de interés para el grupo, como las vocaciones del cristiano, la moral social, la oración, la historia de La Habana. Otras experiencias comunes son las consti­tuidas por debates, charlas, activida­des sociales, fiestas, discusiones sobre películas, retiros, conviven­cias. CL organiza todos los martes un grupo de oración.
Pero una de las cosas que más han incidido en la actividad del movimiento ha sido la colaboración con la Edad de Oro, la casa de niños con deficiencias físicas y psíquicas a la que CL está ligada. Ya hay pre­vistos encuentros con estudiantes de la Universidad de La Habana y, si bien aún no se ha realizado, existe un proyecto para extender la activi­dad misionera a los enfermos de Sida.
«Bienvenido Filippo, tercera par­te». Así decía, bromeando, un cartel de recibimiento para la segunda visi­ta a La Habana, que había sido pospuesta, del padre Filippo Santoro, responsable del movimiento en América Latina. Ha sido el inicio de una nueva etapa en la vida de CL en Cuba por el intercambio de expe­riencias, y ha permitido estrechar lazos con amigos de CL de otras latitudes.
Durante la convivencia con Filip­po, los jóvenes han reflexionado sobre la fragmentación de la perso­nalidad humana, sobre el evento del cristianismo en cuanto experiencia de vida.
Han reflexionado sobre la rela­ción del yo con el misterio, don gratuito que, como la planta silves­tre del alecrim dourado irrumpe en la vida humana de improviso. Se trata de un acontecimiento gratuito -no cuesta nada-, como la gratui­dad con la que cogemos las cosas más preciosas de la vida: el aire, el calor del sol, el agua. Así como nos sorprenden la amistad y el amor.
¿La consecuencia? La dice un dramaturgo alemán sobre el poster que está puesto en la pared del local donde se reune el grupo: «No nos empeñamos en poner orden en el mundo ni en revolucionarlo, sino en amarlo. Nos comprometemos porque creemos en el amor, la única certeza que no teme parangónes, la única que basta para comprometerse con todas nuestras fuerzas».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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