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Huellas N.06, Junio 1993

VIDA DE CL

Seguir la obra de otro

Julián Carrón / Javier Prades

Desde España un testimonio de la breve historia de la comunidad de CL. Una vida que se renueva

Para un español cualquiera, Milán es una ciudad desconocida excepto por sus equipos de fútbol. Si tuviera que ir de vaca­ciones o de negocios, pensaría antes en Londres o Nueva York. Pues bien, muchos de nosotros somos capaces de vivir hoy con un gusto nuevo porque nos hemos encontra­do, por pura casualidad, con un acento de Verdad que tiene su origen en Milán.
Desde que los Carras y los Oriol fueron a Italia la primera vez, hace casi veinte años, y contaron lo que habían visto allí, muchos les hemos seguido. Misurina, Corvara, Rímini, La Thuile... son nombres que evocan el estupor de una novedad que se ha seguido dando también en nuestra historia: Aguilar de Campoo, Avila, Poyo, Seo de Urgel o Baqueira han visto muchas veces el milagro de una humanidad que cambia. Las Internacionales, los Equipe del CLU, las vacaciones de CLL o las vacacio­nes españolas han sido, cada verano, la ocasión de mirar hablar a quien, entre nosotros, explica la vida. Así, poco a poco, va creciendo la certeza que un día se insinuó en el corazón como curiosidad y deseo.

Una misma historia
Con el tiempo se ha ido tejiendo una red de encuentros. Esta «historia dentro de la historia» por pura gracia nos ha encontrado a cada uno en nuestra situación y nos sostiene en lo cotidiano.
De su fidelidad para con nosotros y de nuestro deseo de seguirla ha nacido la realidad de CL en España. La gratuidad, con la que Don Gius­sani ha abrazado el destino de algu­nas personas es el origen de un camino cuyos resultados nadie podía calcular entonces, cuando él venía todos los años a Madrid para encon­trar a sus amigos.
Ese encuentro, mantenido en el tiempo, los hizo a ellos diferentes, y de esa diferencia se dieron cuenta también algunos curas madrileños que en 1979 conocieron a los Carras y los Oriol, y les oyeron hablar por vez primera de un Movimiento italiano. De ahí nació una amistad que desembocó en la unidad del grupo inicial de CL con el de Nueva Tie­rra, en septiembre de 1985. Ese don marca nuestra historia y también fue un fruto precioso de la paternidad de Don Giussani.
A lo largo de los años, la presen­cia en España de otros amigos italia­nos como Mauro, los Giordani, Mario, Carmen y Ettore -y la amistad en la distancia del P. Fidel- sigue siendo decisiva porque testimonia una humanidad que no se explica por sí misma, sino que remite a Otro. Desde entonces la vida de la comuni­dad española no ha dejado de flore­cer: ha crecido en número y en exten­sión, en profundidad y en obras.
La Escuela de Comunidad es el acontecimiento que sostiene este encuentro de gracia guiando la razón y atrayendo el afecto hacia el hecho al que cada semana volvemos con el deseo de descubrir quiénes somos. Pocos trabajos nos han sido más fecundos en el último año que el de tender a identificarnos con la pro­puesta de la Escuela.
Desde el CLU y CLT en Madrid la gracia se dilata a otras provincias con un mismo acento y una misma sensibilidad.

Pertenecer a un cuerpo
Todos los años, en la última semana de abril el campus de la Universidad Complutense de Madrid se transforma. Una gran carpa alberga el Happening de los universitarios de CL. Durante cuatro días, de 10 de la mañana a 12 de la noche se suce­den los encuentros con personajes del mundo de la política o el depor­te, mesas redondas, juegos, concier­tos y fiestas. Una gran Escuela de Comunidad congrega a todos los estudiantes el último día.
Pero el Happening es sólo la pun­ta del iceberg de la experiencia del CLU. En las Universidades de Madrid -Complutense, Autónoma y Politécnica- hay unos 400 estudian­tes del Movimiento.«Para muchos -explica José Miguel García- la uni­versidad es el momento del encuen­tro con Cristo dentro de la realidad llamada Iglesia: aquí la compañía se hace más carnal, se vive más afecti­va y realísticamente la encamación de Cristo en un grupo de amigos».
Entre los universitarios empieza a darse una tensión misionera. Muchos expresan su disponibilidad para ir a estudiar a otro lugar y algunos ya están yendo a otras universidades españolas o extranjeras. Por otro lado, visitan regularmente a las comunidades de provincias (Pamplo­na, Córdoba, Jaen, Valencia, Sala­manca, Avila ... ). "El agradecimiento por lo que han encontrado y la con­ciencia de que aquí está la vida -con­tinúa José Miguel- les lleva a propo­nérsela con alegría a los compañeros y a muchos padres y hermanos que hoy siguen nuestra experiencia".
En la Universidad su presencia política y cultural se organiza mediante la Asociación Cultural Atlántida. Proponen mesas de acogi­da para los alumnos de primer curso, recogida de libros usados, clases de ayuda, fiestas ... En invierno organi­zan vacaciones en Granada y en verano en los Pirineos. La presencia de Atlántida en la universidad se tra­duce en 40 representantes sobre 130 en el claustro de la Complutense, y presencias menores en las otras uni­versidades. Desde el año pasado fun­ciona una cooperativa para facilitar trabajos part-time a los estudiantes que necesitan ayuda económica.

Un encuentro que sorprende
Los bachilleres reúnen hoy a unos 700 estudiantes de enseñanza secun­daria en distintos puntos de España (Córdoba, Granada, Canarias, La Coruña ... ). «Desde hace cinco años -explica Quique Arroyo- un grupo de maestros y curas jóvenes hemos empezado a vivir una amistad verdadera. Ha sido esto lo que ha generado un seguimiento increíble de los chavales y de otros profesores atraídos por la belleza de esta amis­tad. Lo sorprendente es que provie­nen de lugares completamente dis­tintos, por su nivel económico y social y, sin embargo, se reconocen en la misma experiencia».
Esta amistad no es un hecho ais­lado. Nuestros curas están presentes también entre los universitarios y los trabajadores, en parroquias -del cen­tro de Madrid o de los barrios perifé­ricos- y en la enseñanza o la curia.
En circunstancias tan diferentes su tarea es la misma: comunicar lo que les ha pasado, hacer partícipes a otros de la comunión que viven. Una familiaridad que cada día se convier­te más eficazmente en el lugar donde se reconoce Su presencia. Si el núcleo inicial surgió hace años entre los madrileños, están empezando a tener buenos amigos en Canarias, Avila, Sevilla, Murcia o Bilbao.
Dos ciudades-dormitorio del sur de Madrid, Parla y Móstoles, han recibido a algunos de estos curas (Javier y Pepe, Chalo y Julián), y alrededor de ellos se dilata una humanidad diferente. «Lo que más nos ha ayudado -dice Javier Calavia ­es ponernos ante la gente como el Movimiento se había puesto ante nosotros. Dios ha tenido piedad de nosotros, vemos cómo la promesa se cumple. Y también nosotros estamos aprendiendo a mirar a las personas con piedad. Estamos agradecidos, deseamos que todos encuentren lo que nosotros hemos encontrado».

Una unidad de vida
Una parte importante de la comu­nidad española son jóvenes trabaja­dores y adultos. Son actualmente unas 600 personas, la mayor parte de ellas en Madrid, pero hay grupos menores en Barcelona, Cáceres, Valladolid o La Coruña a los que se acompaña asiduamente. La posibili­dad de una vida nueva coincide con ciertas relaciones. La belleza de esa experiencia ha permitido que las per­sonas sean acompañadas en el tránsi­to decisivo al mundo laboral. Las iniciativas de trabajo, de caridad y de misión que van surgiendo entre ellos crecen dentro de una unidad, de relaciones que puedes identificar con nombres y apellidos. Poco a poco se les desvela el nombre de Aquél que lo hace posible: «Muchos han llegado por casualidad -dice Ettore- gra­cias a una invitación inesperada, no sabían muy bien de que se trataba. han empezado a mirar a algunos has­ta que han oído su nombre: Cristo. Y dicen con sencillez: "Yo deseo que la gente a la que quiero esté aquí". Así se dilata el encuentro».
En los trabajadores vemos que a quien pertenece a esta historia se le concede una victoria sobre el tiem­po. En un mundo donde es difícil encontrar adultos que no sean escép­ticos, a los que siguen, el encuentro cada vez les fascina más. «Mirando lo que tenemos delante -señala Javier Restán-, pidiendo para uno mismo lo que ve que acontece en otro, se ha dado una gran riqueza de vida».
Cl se expresó, ya en los comien­zos, a través de la Editorial Encuen­tro, que ha constituido siempre una presencia en la realidad cultural española. Luego han seguido otras obras como el CESAL -una ONG para la promoción en América Lati­na-, algunos Centros de Solidaridad (Madrid, Parla, Vallecas) y Centros Culturales (Barcelona, Madrid) y algunas iniciativas empresariales todavía modestas...
Si la fecundidad se manifiesta en las obras, se reconoce privilegiada­mente en la obra de Otro que son las vocaciones a vivir la virginidad. Algunos amigos están en seminarios diocesanos, otros en la Fraternidad de San Carlos o en alguna congregación religiosa. La presencia de los Memores Domini es una gracia par­ticular para el Movimiento. La for­ma de su vida nos indica con seguri­dad y belleza el ideal al que estamos llamados y afirma la presencia de Cristo como única razón que motiva la compañía.

Dar la vida por la obra de Otro
Después del verano ha crecido la conciencia de que seguir esta histo­ria es todo. Poco a poco, nuestra compañía, tantas veces traicionada por el olvido y la mezquindad, empieza a ser el lugar del reconoci­miento de Otro.
Hasta no hace mucho, sonreíamos cada vez que oíamos decir que Espa­ña tiene una responsabilidad en el futuro del Movimiento. No sabemos todavía muy bien qué significa ese juicio y cuáles serán sus consecuen­cias, pero lo escuchamos en un silen­cio respetuoso. Nosotros contribui­mos a la salvación del mundo dando la vida por la obra de Otro, en el modo en que Él ha querido alcanzar­nos, es decir, dando la vida por el carisma. Ese es el contenido de nues­tra petición. Es la experiencia del Movimiento la que tiene las dimen­siones y el horizonte del mundo, no nosotros, pero a nosotros se nos con­cede ese horizonte dando la vida por el carisma. Si la medida de la predi­lección es la tarea que se nos confía, nosotros hemos sido preferidos muy especialmente, porque el don recibi­do y la tarea a la que se nos llama coinciden con el mundo entero.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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