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Huellas N.06, Junio 1993

BREVES

Cartas

Acogida cotidiana
Somos una familia de Pesaro (Roberto, Barbara, Giulia y Leonardo), que en abril del 1992 se trasladó de la ciudad al campo, de una pequeña vivienda de 75 metros cuadrados a una gran casa de 500. Hemos pasad­o de un nucleo de cuatro personas a un grupo de ocho o nueve. Ha empeza­do, en efecto, desde hace aproximadamente año y medio la casa-familia «Pier Giorgio Frassati» que acoge muchachos en el período posterior a la comuni­dad terapéutica, en la fase de reinserción social y laboral, muchachos que eli­gen «rehacer su vida», lejos de su propia ciudad.
Teníamos y todavía tenemos esta certeza: ser amados y acogidos es lo que salva. No basta la convicción de que es necesario abandonar el consumo de sustancias estupefacientes, es necesario encontrar la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida que hay en cada persona, al deseo de vivir (parece una contradicción) que tiene quien se droga.
De este modo nuestra familia se ha agrandado y hoy no podríamos pensar en una condición distinta de la que vivimos. Nuestra vida se desarrolla en la cotidianidad, como en otra casa cualquiera: los chicos y Roberto van a traba­jar, los niños a la escuela, Barbara en casa con las tareas domésticas, a veces ayudada por algún chico que espera encontrar empleo. Nos encontramos en la mesa para comer y cenar, todos juntos.
Alguna regla escrita hay, pero son las necesarias para cualquier conviven­cia basada sobre el respeto mutuo.
Un único encuentro semanal para intercambiarse ideas, aclaraciones, con­sejos. Nuestro regalo para los chicos son las llaves de casa, tras algunos meses de vivir con nosotros. Respecto a ellos es un signo de confianza. Nuestra for­tuna ha consistido en entrar en una compañía en la que el compartir se hace realidad en lo cotidiano, encontrar personas que se toman verdaderamente en serio el destino del otro.
Todo esto es lo que queremos dar a quien entra como húesped en «casa Frassati», dar lo que continuamente nos es dado a nosotros. Entre los chicos que han salido de «casa Frassati» hay quien va a ser padre, quien ha encontra­do un trabajo gratificante, quien ha conseguido una buena vivienda, pero tam­bién hay quien no ha sido capaz de encontrar su sitio, no ha seguido las reglas de la casa y ya no está con nosotros, volviendo a vivir como antes, y, quizás precisamente por esto, le tenemos más en nuestro corazón.
Recientemente uno de los que se fueron nos escribió contándonos que había vivido con nosotros una experiencia que le había dado tanto que ahora está en una situación difícil y no sabe encontrar una solución.
Por nuestra parte, una vez superado el primer sentimiento inmediato de «haber fallado», tenemos la certeza de saber que un día nos encontraremos de nuevo. La fuerza de un encuentro, la fuerza de cinco meses vividos con una persona, permanecen en la memoria y nuestra pregunta ya no es «¿en qué nos hemos equivocado?», sino «Señor, ¿quién puede amarlo más que tú?».
Roberto, Barbara, Giulia, Leonardo, de Pesaro.

Suscripción de «fuego»
Se suele decir que «no hay mal que por bien no venga». Incluso un robo a mano armada puede tener como fruto una suscripción a Litterae. Me ha pasado a mí: iba al hospital Cotto­lengo de Turín el pasado octubre para hacerme una radiografía; el brazo dere­cho estaba roto por un dis­paro de arma de fuego. El radiólogo era del movi­miento: salí con una radio­grafía y ... una suscripción a
Litterae. Lo recibo con regulari­dad y lo leo con interés. Es una bocanada de aire fresco en este clima ecua­torial. Agradezco al donante, cuyo nombre no recuerdo, pero cuyo gesto queda esculpido en el tiempo.
don Riccardo, de Nigeria.

La historia
Un hermano que se casa y parte de misión para China. Un hecho en sí mismo inconcebible. Y en cambio...
Un día hablando con Marco, hermano de mi yerno, me dijo: «Desde hace tiempo, por la situa­ción en la que vivo, he tenido que construirme alrededor una coraza de defensa y de escepticismo de la que, de golpe, he sido liberado.
Esto ha pasado por la ocasión que he tenido de vivir de un modo estupen­do y profundo el matrimo­nio de mi hermano Icio con Isa. La experiencia de ese día ha sido la de ensi­mismarse con ambos, con su increíble historia comenzada hace ocho o nueve años, cuando eran casi unos niños. He reco­rrido, ensimismándome con ellos, toda la trayecto­ria del tiempo vivido, tam­bién con sacrificio (duran­te 18 meses Icio ha vivido en Taipei sin Isa), la espe­ra, las esperanzas y al fin el premio. Yo no puedo decir que haya sido más feliz que ellos, pero segu­ramente tanto como ellos. Me habría gustado partir también a mí. Me ha con­movido no el anuncio que hicieron de su partida para la misión en China, más aún, me ha fastidiado y me ha enfadado porque me parecía demasiado "parti­dista". No encuentro extraordinario que los dos se vayan a China o quién sabe a dónde: son jóvenes y pueden ambientarse per­fectamente donde quieran. La verdadera conmoción para mí está en el itinera­rio de su historia, la fideli­dad al encuentro comenza­do en tierna edad y que no sabían, ni podían imaginar cómo y a dónde les lleva­ría. Esto es para mí extra­ordinario».
Elsa, de Rímini

El bien y el mal
Hace aproximadamente un par de años empecé a encontrarme mal, a no tener ganas de hacer nada ... a no tener fuerzas para hacer nada.
No era capaz de darme cuenta de que algo venido de fuera, que no dependía de mí, me pudiese reducir a aquel estado.
Recibí entonces el diag­nóstico de mi enfermedad y esto me hizo verdadera­mente desesperar, me encontraba mal tanto física como moralmente. En mis oraciones pedía que esta pesadilla terminase. Pedía curarme. El Señor, no sé por qué motivo, me ha dado todavía más, me ha dado una razón por la que vivir, me ha dado un modo nuevo de mirar al mundo, me ha dado la posibilidad de sentirlo presente junto a mí, me ha hecho encontrar el movimiento.
Ahora cuando me pre­guntan por mi enfermedad hablo de ella serenamente, porque mi sufrimiento, que permanece, es sólo físico y ya no me preocupa, porque me he dado cuenta de que el dolor no es un mal si de él nace el bien.
Alessandra, de Florencia

Mirabilia Dei
Desde hace 18 meses está con nosotros un joven de 27 años, polaco, que se ha quedado ciego a causa de la sosa cáustica. Ha sufrido ya dos trasplantes de córnea, fallidos por rechazo, y ahora está sien­do sometido a una compli­cadísima operación en cua­tro fases, con la esperanza de recuperar la vista. Ha sido operado en Mestre, Monza y ahora en Roma. Lo conmovedor del caso ha sido la inmediata, cor­dial, fiel y gratuita caridad respecto a él por parte de las comunidades del movi­miento de las ciudades en las que estaban los hospita­les. Ha bastado una llama­da de telefono a uno para que se diese una moviliza­ción que hiciese sentirse a Ryszard (así se llama el joven) como en su casa, abrazado por una compa­ñía, lo repito, fiel y activa. Y no se ha tratado de un día, sino de semanas y meses. Y antes nadie lo conocía personalmente: y sin embargo una llamada de teléfono ha sido sufi­ciente para que fuera aco­gido y tratado como un hermano. Los enfermos vecinos se maravillan de que tenga tantos amigos, siendo polaco. El segundo hecho es análogo, pero no menos significativo. Desde hace tres años la comuni­dad de Pescara acoge durante 15 días, con todo a su cargo, a unos cuarenta chicos y responsables de la obra «Ut unum sunt» de Swidnica (Polonia). He tenido la posibilidad de verles en el trabajo durante estos años y siempre me ha impresionado la simplici­dad, la «normalidad» con que estos muchachos viven la compañía, desde la preparación de las excur­siones a las veladas, o la atención a algunos proble­mas como la posibilidad de hacer operar de un pie a una niña parapléjica. He querido contar estos hechos, auténticas mirabi­lia Dei, con la esperanza de que nos ayuden a amar más esta compañía que, como dicen los Ejercicios de la Fraternidad, «está llena de riquezas ... Cada uno tiene una autoridad sobre el otro, dada por la capacidad de ejemplo, de paciencia, de afecto, de perdón, de dis­creción». Los amigos de Mestre, Venecia, Brughe­rio, Roma y Pescara lo han sido para mí.
don Gianni, de Brugherio

En la memoria
La Secretaría intec­nacional nos ha enviado la traducción de una nota que una familia portuguesa que reside en Washington ha mandado tras los Ejercicios de la Fraternidad.
Queridos, es maravilloso haberos encontrado a vosotros y a todos los que nos han acogido. El mila­gro radica en que no hay distancia para la amistad. Cada día me acuerdo de mucha gente de Milán; no se trata de un esfuerzo, están aquí en nuestra memria. No hay palabras para describir los Ejerci­cios de la Fraternidad. Sólo las sencillas palabras de los corazones de aque­llos que viven el evento del seguimiento de Cristo.
Diogo y Marian, de Washington

Corresponde al corazón
Os escribo desde Yaoundé en Camerún. Fre­cuento la escuela de comu­nidad desde hace veinte meses. Al principio fue difícil, no comprendía nada. El instrumento de trabajo de este año ( el pan­fleto de Pascua) y el méto­do me han permitido com­prender un poco más, aun­que no todo. El Padre Antonio, el Padre Mauricio y el Padre Marco son las caras que para mí reflejan el carisma del Movimiento y que yo estimo mucho. «Es necesario partir para una aventura donde quien calcula no eres tú», quiere decir para mí en el fondo, que la aventura es bella. En este momento, en el que hacemos por segunda vez las vacaciones del Movi­miento aquí en Camerún, estoy cada vez más fascinado y apasionado. Toco con la mano la realidad del Movimiento en el que me empeño en poner en juego la totalidad de mi vida, porque el Movimiento res­ponde al deseo de mi cora­zón.
André, de Camerún

Adivina quién viene de vacaciones
Se sabe que cuando se es amigo de un misionero puede suceder de todo, y así poco antes de su partida por mar, nos ha llegado la noticia que el Padre Ber­nardo Cervellera pasaría las vacaciones con nosotros ... trayéndose consigo dos jóvenes chinos de Taiwan. Así en julio Liou Yuan Ching y su hermana Tien Mei han llegado a nuestro camping. Desde el primer día tuve la sensación de «algo distinto». Ellos se adhieren a la tradición con­fuciana china y esta diver­sidad emergía continua­mente, desde las cosas más banales a los comporta­mientos más profundos. También nosotros para ellos éramos «muy, muy extraños» y, aunque el Padre Bernardo tenía ya una amistad profunda con Liou y ya le había comuni­cado su amor por Cristo y por la Iglesia, el impacto recíproco ha sido verdade­ramente un acontecimiento. Después de poquísimo tiempo Liou me dijo «vosotros tenéis el aspecto de ser gente feliz, mucho más feli­ces que nosotros; quisiera descubrir por qué». Sus palabras nos han dejado a todos pasmados. Mientras tanto, día a día, a través de mil episodios divertidos y alguna que otra fatiga, me encariñé realmente con nuestros chinitos y si el motivo inicial había sido sobre todo la amistad con Bernardo, en breve tiempo nació en mí una gran debi­lidad, una ternura por estas personas, por sus deseos y sus preguntas. Antes de irse Liou dijo al Padre Bernardo que se había dado cuenta por primera vez, mirándo­nos a nosotros, lo que que­ría decir tener el sentido de la propia vida y que él toda­vía no lo conocía, pero que desde entonces en adelante siempre lo buscaría. La misión tiene mucho que ver con el deseo de mi felici­dad, que es el mismo deseo de cualquier hombre. Es impresionante darse cuenta de que llevamos algo gran­de: la Presencia que es res­puesta a cualquier deseo.
Clorinda, de Milán

De vacaciones con el Papa
Soy un joven médico y formo parte del movimien­to de Comunión y Libera­ción, que este año organiza­ba sus vacaciones de vera­no norteamericanas en Denver, en honor a la visita del Papa. El jueves 12 de agosto, después de comer, nos hemos reunido en el estadio Mile-High de Den­ver. Eramos aproximada­mente unos 80.000 de todos los continentes y paí­ses, incluidos Serbia, Bos­nia-Herzegovina, Japón ... Era la primera vez que veía al Santo Padre: «Queridos jóvenes, os saludo en el nombre de Jesucristo, por­que Él es el camino, la ver­dad y la vida». Pudimos volver a ver de nuevo a Juan Pablo II en la vigilia del sábado por la noche y el domingo por la mañana durante la misa en el Cherry Creek Park. Duran­te su estancia en el territo­rio americano, los periódi­cos han centrado el debate sólo sobre el aborto, las rei­vindicaciones de las muje­res en el seno de la Iglesia, acentuando las diferencias con el punto de vista de Bill Clinton; mientras Juan Pablo II se dirigía a noso­tros con un discurso más profundo, centrado sobre el corazón del hombre. Nos ha animado a reafirmar nuestra fe precisamente como el apóstol Pedro que decía simplemente: «Sin ti, Señor, ¿a dónde iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna». El tema cen­tral de este año provenía del evangelio de Juan (10, 10): «He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia».
El Papa nos ha pedido que no nos deje­mos engañar por el mundo y por la falta de conciencia que hay en él. En un mundo donde los jóvenes pier­den la esperanza, en el que ya no tienen esperanza y se dejan guiar por falsos pro­fetas, el sumo Pontífice ha exhortado a ser custodios de nuestros hermanos. A mí este mensaje me ha despertado el coraje de querer compartir lo que ha cam­biado mi vida, lo que me ha hecho feliz. «Queridos jóvenes, Cristo tiene nece­sidad de vosotros para ilu­minar el mundo y mostrar el camino de la vida».
Paul, de Canadá

El cardenal y las 74 preguntas
Les estoy muy agra­decido por haberme hecho llegar el número de Litte­rae Communionis que con­tiene el extracto de mi artí­culo sobre las intuiciones de base del reciente libro de don Luigi Giussani, Un avvenimento di vita cioé una storia.
Por mi parte pienso que las dos intuiciones funda­mentales, la novedad radi­cal de la Revelación en Jesucristo (acontecimiento, encuentro y presencia) y la necesidad de la Gracia para vivir la fe, son de gran importancia para la pasto­ral contemporánea. En otras palabras, estas intui­ciones se fundan sobre bases sólidas escriturales y dogmáticas. A propósito de este asunto quisiera pre­guntar si es posible enviar­me tres o cuatro ejemplares del fascículo 74 preguntas, 74 respuestas que quisiera hacer conocer a algunos amigos. Leo con interés y provecho vuestra revista.
Con toda mi estima y religiosa devoción,
Cardenal Jerome Hamer

Vacaciones nordicas
Hemos tenido, por segunda vez, las vacacio­nes en Finlandia, con los amigos de la comunidad de C.L. de Europa del Norte. En total éramos 21 personas procedentes de Suecia, Finlandia, Estonia e Italia. Al principio el ambiente era tímido, no nos conocíamos, había que organizarse en la cocina (de hecho, nos hemos autogestionado las vaca­ciones, para así permitir que algunos amigos pudie­sen participar gratuitamen­te); además el tiempo variaba constantemente, por lo tanto teníamos que estar preparados para idear nuevos juegos. Para cono­cernos, la primera noche nos presentamos: sentados alrededor de una mesa nos contamos cómo habíamos llegado a esa casa para pasar unas vacaciones en medio del bosque. Inme­diatamente descubrimos que estábamos unidos, a pesar de la gran diferencia en nuestras historias per­sonales, en nuestros idio­mas, en las nacionalida­des ... Estábamos allí por algo que no sabíamos defi­nir bien: algunos por una invitación imprevista, otros por una amistad, otros atraídos por la curio­sidad, otros sorprendidos por la novedad de unas vacaciones originales. Como momento inicial de la jornada y antes de las comidas recitábamos el Ángelus, en inglés. Ha sido conmovedor ver, por ejemplo, a Jano usar dos o tres diccionarios (estonio, finlandés e inglés), para traducir las palabras y comprender su significa­do. Nuestra amiga Pirkko, luterana, se ha mostrado tan sorprendida por la sen­cillez de nuestra compañía que ha querido venir a Ita­lia para ver el Meeting de Rímini, mientras que otros han participado en el equi­pe internacional en La Thuile. Al final tres chicos estonios han obtenido el tan esperado visado para poder ir a Italia y han esta­do con nosotros una sema­na. Poco tiempo después la Divina Providencia nos ha preparado una nueva ocasión de encuentro: la visita del Papa a Tallin, en Estonia. Ha sido una gran alegría poder volver a ver a nuestros amigos estonios Toivo, Stella, Ulle, Toimo, Aile, en casa de Jano y Katerina. Para esta ocasión, des­de la cercana Finlandia, han llegado en barco más de 200 católicos para asis­tir a la Misa celebrada por el Papa. Manul, de Helsin­ki, había traído en la mochila el cancionero, pensando utilizarlo duran­te la espera; sin embargo, nos encontramos en medio de una multitud silenciosa y comedida, tal vez sor­prendida y atónita por lo que estaba sucediendo. No era la típica muchedumbre ruidosa e inquieta que agi­ta banderas y pancartas; todos estaban sentados en
sus sitios o de pie detrás de las gradas. Al final encontramos tiempo para un breve saludo entre nosotros y con los nuevos amigos que poco a poco encontrábamos a lo largo del camino que conduce al mar. Pidamos al Señor que esta historia pueda conti­nuar y que nuevos amigos se añadan a esta amistad.
Los amigos finlande­ses, suecos y estonios

La gracia de un retorno
Tras casi seis meses de prisión preventiva (por las investigaciones relati­vas a la construcción pública de casas en Milán), mi marido ha vuelto. Han sido días lle­nos de fatiga y de dolor por la lejanía, por la situa­ción inverosímil que nos había tocado vivir. Los hijos, pequeños, no lo sabían. He intentado que viviesen lo más normal­mente posible, justificando la ausencia del papá. En esos días encontré dentro de mí aquello que en tan­tos años de vida en el movimiento, poco a poco, se había depositado, inconscientemente, como un tesoro, una gracia: la oración, la mendicidad, el ofrecimiento continuo de todo, una fuerza física increíble, la certeza de que todo lo que estaba suce­diendo tenía un sentido, formaba parte de un desig­nio bueno sobre nuestra vida, la amistad y el apoyo de los amigos. Sin el movimiento no habría vivido estos meses con esperanza, sino con deses­peración. Quiero dar las gracias a todos aquellos que han estado cerca de nosotros, con la oración, con un pensamiento, una carta, una presencia dis­creta y con tantas atencio­nes y ayudas concretas, sobre todo a nuestra comunidad de Santa Maria Coronada, el grupo de Escuela de comunidad y de Fraternidad, nuestros sacerdotes y a todos.
Laura, de Milán

La libertad está en el sí
Durante meses se ha ido muriendo mi madre. El mes de agosto fue para mí terrible, no sólo por la cru­deza de las circunstancias, sino también por mi mane­ra de estar, o incluso de no estar. Es en esos momentos donde uno se vuelve inevi­tablemente más sencillo y surge angustiosamente la petición de que, si «esta vida» es posible también para mí, se me manifieste. Uno puede estar agobiado, triste y asfixiado pero incluso en esos momentos mantiene intacta la condi­ción más esencialmente humana, la libertad. Y ser libre no significa capacidad de elección, triste fraude de nuestros días, significa pedir. No hacerlo no tiene justificación alguna, nada reduce ni interfiere en esta capacidad.
Si yo pido, Él responde. Durante las tres semanas que mi madre pasó desahu­ciada en un hospital, ni un solo día he dejado de recibir la visita de mis amigos. Esto, que para nosotros puede resultar normal, para mi familia ha sido simple­mente alucinante.
Pero ha sido quizá tras el fallecimiento cuando su gracia se ha manifestado de un modo más evidente. Es una gracia vivir con ale­gría imperturbable y con paz, que incluso respeta el dolor, una circunstancia como ésta. En realidad lo que es una inmensa gracia es tener delante una gente, y me estoy acordando de 4 o 5 rostros, que dicen sí a Cristo en su vida. Alguien así es un verdadero amigo. La verdadera compañía va mucho más allá del senti­mentalismo en el que tor­pemente nos quedamos. Toda mi vida se juega en que haya alguien puesto delante de mí que diga sí a Cristo, como lo dijo Gius­sani, y mucho antes lo dijo María. De esta manera uno se libra del peso del acti­vismo, porque de igual manera que la felicidad de mi familia pasa a través de que yo diga sí, y no de mi esfuerzo, nuestro sí coinci­de con el bien del mundo. Por eso el hecho más importante de mi vida ocu­rrió antes de que yo nacie­ra, cuando don Giussani respondió a Su llamada.
Antonio, de Madrid

«Los de las 7»
Hace cuatro años empecé a viajar desde Taranto a Bari todos los días para ir al trabajo. Ya desde el comienzo noté cómo todo (hora de levan­tarse, idas, vueltas, cos­tumbres... ) estaba calcula­do para ocasionar la menor molestia posible. Pero no obstante la salida siempre era a las 6.30 y era imposible acostum­brarse. Así durante un año entero entrando en el auto­bús con la luz del alba, cruzar una mirada o saludar a una persona resulta­ba una hazaña nada desde­ñable. No quedaba más remedio que permanecer allí en silencio, esperando que algo sucediese o que algún pretexto pudiese ser motivo para un encuentro. Durante ese tiempo estaba seguro de que aquel malestar no lo habría podido evitar nadie y que tal vez mejorando el servi­cio que ofrecían los auto­buses de línea, alguien sal­dría beneficiado. La ini­ciativa suscitó diversas opiniones y escepticismo pero fue ocasión para ver­me protagonista de una serie de encuentros. En mayo entregamos una petición con 200 firmas... y lo conseguimos: la línea directa Taranto-Bari cam­bió la hora de salida a las 7.00. En estos años los encuentros han sido muchos, y todos han suce­dido de forma tan banal como la de los viajes coti­dianos. Así ha nacido la compañía de amigos «Los de las 7.00». Desde la sen­cillez de las relaciones se ha empezado a hablar de los detalles significativos de la vida: el trabajo, la familia, la educación de los hijos, los amigos ... Cuanto más se profundiza­ba en estos detalles, mis nuevos compañeros se mostraron más y más curiosos por conocer mi historia. Algunos han empezado a venir a nues­tro «pub» y después a otros gestos de la comuni­dad. Para ellos la gran sor­presa ha sido ver que lo que yo les contaba se podía experimentar en una amistad incomparable, en una realidad sorprendente. Los primeros que vinieron hablaron a los demás, incluidos los conductores y los interventores. La curiosidad era general. Hemos propuesto para finales de mayo una vela­da a la que hemos invitado a nuestros compañeros de viaje. Así ha nacido la mítica Asociación de Via­jeros Permanentes del Sureste, cuyos adeptos han propuesto la invita­ción al guateque «en el meridiano 30 del mundo». Se ha notado cierta sorpre­sa cuando algunos de nosotros empezamos a proponer la invitación en el autobús. Nunca antes había sucedido que los viajeros de la línea Taran­to-Bari decidiesen encont­rarse fuera del momento obligado del viaje cotidia­no. Decidimos invitar a la velada incluso a sus fami­lias. Fue una bonita fiesta: de la extrañeza inicial se pasó a una cordial familaridad. Esta historia me sorprende cada vez que hablo de ella a otros ami­gos porque nunca hubiera imaginado que todo suce­diera así. Pero sobre todo una cosa es evidente: el Destino que nos une a cualquier hombre emerge y se hace positivo por un significado que lo precede.
Michele, de Táranto

Como Jacob
Ecribo para contar el milagro que ha ocurrido en nuestra familia y a los amigos de la Fraternidad. El Señor quiso llevarse consigo a nuestra pequeña Lucia de diez meses. Ha sido posible mirar la cir­cunstancia de su muerte, tan imprevista, atravesar este dolor tan grande, sólo abandonándose en esta compañía, signo evidente de su Presencia entre nosotros. Cuando en estos días escucho que Marco Bucarelli ha estado con­tento incluso en aquella dolorosa situación, com­prendo más consciente­mente cómo es posible que a nosotros no se nos permita atravesar las ale­grías y los dolores como a todos, sino sólo en virtud de aquel «antes» que hay entre nosotros y que ha permitido dar testimonio de un fragmento de huma­nidad nueva en la circuns­tancia de la muerte de nuestra hija. Ahora para nosotros la vida ha cam­biado, hemos permanecido marcados por este acontecimiento, cojos como Jacob. Este signo es inelu­dible y cambia la relación con las circunstancias has­ta el punto de hacer inso­portable lo que no sirve para la vida.

Peregrinación a Danver
El encuentro mun­dial de los jóvenes con el Papa en Denver ha sido para mí una experiencia extraordinaria. Esta pere­grinación me ha ayudado a comprender mejor y con más fuerza el significado profundo de la obediencia a las indicaciones, a los gestos que se han indica­do, puesto que creo que se puede crecer sólo a través de la obediencia, como el hijo sigue a su propio padre. Lo más fascinante ha sido la espera del encuentro con el Papa, desde la vigilia de oración a la misa de la mañana siguiente. Además, me he quedado sorprendido por el hecho de encontrar muchachos del Movimiento de todas las partes del mundo que no conocía, que nunca antes había vis­to, pero era como si fuese amigo suyo desde siem­pre.
Me he dado cuenta que nuestro estar juntos era diferente porque habíamos tenido un encuentro antes que ha cambiado nuestra vida totalmente. Cristo para mí se ha hecho pre­sen te concretamente en esta compañía que me ha sostenido siempre incluso, cuando no me lo esperaba, en los momentos más impensables, y por eso los más verdaderos.
Grabriele, de Rimini

Esperando el BusMeeting
Os escribo para contaros mi experiencia de bachiller en el Meeting.
Una noche mi amiga Simona y yo estábamos en la parada del busmeeting y en la espera habíamos empezado a rezar las vísperas. Casi repentinamente se acercaron dos muchachos, nos miraron un momento y después sacaron su libro de liturgia de las horas y comenzaron a rezar vísperas con noso­tras. Así fue para mí el Meeting: como una larga petición. Petición era el trabajo largo y cansado pero compartido. Petición al comer juntos, al unirse a cantar con gente que nun­ca habíamos visto. Perci­bía que lo que nos hacía permanecer así era la uni­dad entre nosotros que hacía cambiar y hacer cosas antes impensables. Verdaderamente quisiera ser capaz de llevar cada instante en el corazón, no sólo el recuerdo sino la memoria de toda aquella semana. Memoria para que pueda suceder tam­bién aquí lo que sucedió en aquellos días.
Silvia, de Milán

Por nuestros amigos
«Todo es vuestro, el mundo, la vida y la muerte, el presente y el futuro. Pero vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios».
Recordamos a don Tommaso Latronico y a todos los otros amigos a los que durante el verano apenas transcurrido, el Padre ha llamado a sí, confirmándoles en nuestra compañía de un modo más profundo y definitivo.
La Redacción de Litterae

Inicio en Panama
Desde este número nuestra revista editada en lengua castellana llegará también a Panamá donde un pequeño grupo ha empezado la experiencia de Comunión y Liberación.
Crece el número de los países que reciben Litterae:
Argentina
Chile
Colombia
Cuba
Ecuador
Honduras
Méjico
Panamá
Paraguay
Perú
Venezuela

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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