María Zambrano
Filosofía y educación
Ágora 2007
pp. 181 – 13,50 E
Sucede, de tanto en tanto, que en medio del tedio editorial al que estamos acostumbrados nos cae entre manos un libro que es una joya. Filosofía y educación es uno de esos. No tiene este volumen la forma sistemática de un tratado; se constituye, más bien, como una recopilación de artículos que, durante toda su vida, dedicó la pensadora andaluza al problema educativo. Hija de educadores y profesora ella también, María Zambrano afronta el problema de la enseñanza desde un lugar muy singular.
En un momento en el que nos vemos tentados a reducir el problema educativo a una cuestión de técnicas pedagógicas o de organización académica estas páginas nos sitúan en una atalaya desde la que ver más y mejor, desde la que comprender: la experiencia educadora. Quizás lo más sorprendente de estos artículos sea la firme intuición de que la educación no es la entrega de nociones desencarnadas, sino el modo como se nos acompaña en ese viaje hacia la realidad que constituye la esencia de nuestra vida.
El libro aborda, con más insistencia en algunos casos, los aspectos esenciales del problema educativo.
Ciertamente lo más relevante de todo el libro es, desde nuestro punto de vista, su concepción del hombre como «la criatura que tiene que cumplir su ser a través de la realidad, la criatura predestinada a la realidad». Todo el libro está atravesado por una profunda confianza en la relación entre el hombre y la realidad. Tal y como vemos en “La actitud ante la realidad”, capítulo que reproducimos íntegramente en este número de Huellas por su enorme valor, es nuestra posición ante la realidad «lo que decide que la vida se realice o se vaya desvaneciendo a medida que se va viviendo, borrándose en la irrealidad». Reclama Zambrano de nosotros «una actitud que es algo más que un simple estar». Es como si esa potencia objetiva de la realidad implorase nuestra ayuda para dársenos, para ofrecérsenos en su totalidad: «la realidad que en cierto modo se presenta por sí misma, arrolladora, inexorable, dada la condición humana, exige ser buscada. La vida humana es un viaje hacia la realidad, como conocimiento».
La serie de artículos dedicada a la tarea del maestro y a la relación maestro-discípulo está también llena de sugerencias, matices e intuiciones de gran valor.
El camino hacia la realidad es, como subraya reiteradamente Zambrano, un itinerario personal para el cual es necesaria la presencia de otro. Es esta vocación de guía en el camino de la realidad la propia del maestro; así, el papel del maestro no es transmitir «conceptos desencarnados», sino la «mediación que tiene como última especificación el ser de lo viviente». La tarea del educador consiste en introducir al discípulo en la vida en su totalidad, «en el ser que mirado de lejos parece inaccesible, y que luego fructifica en el hombre como en su terreno de elección».
Zambrano insiste en la necesidad de esta mediación, sin la cual el hombre no es capaz de ingresar en la vida. Uno de los destinos trágicos de nuestra época es el intento de vivir sin esta dependencia que se expresa, además de en la propia familia, en la relación maestro-alumno: «comenzar a vivir de nuevo, sin mediación, parece su designio [el de nuestra época], sin la mediación de personas, sin la mediación del tiempo».
Pero vemos, en la descripción que del alumno hace Zambrano, lo ilusorio de esta pretensión de autonomía. El alumno es una gran pregunta que «se ha de manifestar y hacerse clara a él mismo». Pero, ¿cómo se hace explícita esa pregunta que somos cada uno de nosotros? Es la presencia del maestro la que hace emerger la gran pregunta del alumno, «pues que el alumno comienza a serlo cuando se le revela la pregunta que lleva dentro agazapada. La pregunta que es, al ser formulada, el inicio del despertar de la madurez, la expresión misma de la libertad». La ausencia de maestros es ausencia de presencias frente a las que nuestra inquietud emerja, porque «no tener maestro es no tener a quien preguntar y más hondamente no tener ante quien preguntarse». Y es que «la presencia del maestro que no ha dimitido señala un punto, el único hacia el cual la atención se dispara».
Basta, para que el milagro de la educación tenga lugar, que «en este enfrentarse de maestro y alumnos no se produzca la dimisión de ninguna de las partes».
Zambrano es, para quien se acerca a sus libros, una de esas presencias ante las que nuestras preguntas se disparan: una maestra en toda regla.
(Benito de Blasco)
Alexandr Solzhenitsyn
Archipiélago Gulag. Vol. I y II
Tusquets 2005
pp. 824 – 25,00 E (cada uno)
Archipiélago Gulag era el nombre de la red de campos de internamiento y de castigo soviéticos donde fueron recluidas millones de personas durante la segunda mitad del siglo XX. En este monumental documento, Solzhenitsyn, que estuvo confinado en uno de esos campos, reconstruye minuciosamente la vida en el interior de la maquinaria penitenciaria en tiempos de la Unión Soviética, y su disección se convierte en un viaje a través del miedo, el dolor, el frío, el hambre y la muerte, con los que el régimen totalitario acalló toda disidencia. Con este primer volumen, al que le siguen dos más, se inicia la traducción íntegra, por primera vez en nuestro idioma, de este legendario testimonio –redactado entre 1958 y 1967– que estremeció los cimientos del totalitarismo comunista.
Joseph Pearce
Solzhenitsyn. Un alma en el exilio
(traducción de Íñigo Azurmendi Muñoa)
Ciudadela 2007
pp. 446 – 22,00 E
El 12 de junio, Solzhenitsyn volvía a ser portada en los periódicos. Se le había otorgado el Premio Nacional de Rusia y el mismísimo presidente Putin le visitaba en su dacha. Esta suculenta biografía es una oportunidad que no conviene dejar pasar. Su autor, J. Pearce, como ya había hecho con autores como Tolkien, Chesterton o Wilde, demuestra, a través de la agilidad de sus páginas, un brillante trabajo de documentación y una empatía con el biografíado que nace de la familiaridad tanto con la letra como con el espíritu de toda su obra: Pabellón de cáncer, El primer círculo, Archipiélago Gulag (quizás su obra más conocida), La rueda roja... Por si fuera poco, su gran conocimiento del autor se ve reforzado por las dos preciadas y prolongadas entrevistas que éste le concedió y que se desgranan oportunamente a lo largo del libro.
Solzhenitsyn es uno de esos supervivientes a los que uno se complace en escuchar. La circunstancia que han atravesado les ha obligado a tomar conciencia de quiénes son, a bajar a los infiernos y a comprobar si realmente la vida tiene sentido y por qué.
Tras ser un modélico comunista y un destacado estudiante de Física, Matemáticas y Literatura, Solzhenitsyn luchó con honores contra los alemanes en la 2ª Guerra Mundial, presenciando los horrendos abusos de la milicia soviética con la población civil alemana. Allí, inesperadamente, fruto del escrutinio de su correspondencia personal, fue acusado por sus propios superiores de estar intrigando contra Stalin. Por ello le cayó una condena de 8 años a trabajos forzados que cambiaron su vida. Conoció la verdadera entraña materialista del comunismo y sus cárceles. Redescubrió el valor de la tradición ortodoxa rusa en que le intentó educar su familia. Y así se le abrieron los ojos a la verdadera felicidad, aquélla que no es susceptible de confundirse con el hedonismo, sino que abraza también el sufrimiento de la vida como una oportunidad para constatar y mejorar lo que somos. Como él mismo contaba: «Primero viene la lucha por la supervivencia, luego el descubrimiento de la vida, luego Dios».
Una vez liberado, fue desterrado, padeció un cáncer abdominal y siguió bajo la constante presión de la KGB, pero, gracias a su empeño incansable, a sus minuciosas precauciones, a Natalia –su segunda y amada esposa– y al relajo de la censura a la muerte de Stalin, consiguió publicar su primera novela: Un día en la vida de Iván Denisovich. A partir de entonces, el régimen comunista empezó a sufrir los efectos de un virus para el que no tenía anticuerpos, la verdad, siempre pronta y descarada en los escritos y en la voz de este anacoreta de las letras.
El camino que escogió le trajo múltiples tribulaciones: amigos muertos, destituidos, su expulsión de su amada patria, sus largos y dolorosos exilios suizo y americano, y continuas críticas, tanto en la URSS como en Occidente, donde su certeza cristiana a la hora de juzgar molestaba en un ambiente donde el relativismo crecía y sigue creciendo. Pero siempre citaba el proverbio ruso: «una palabra de verdad pesa más que el mundo».
Uno lee con fruición este libro y sale de él con la impresión de que la heroicidad está al alcance de todos. Sólo hace falta saber de qué vive el hombre y moverse, para lo cual la vida entera de Solzhenitsyn resulta iluminadora, igual que su obra, que sorprende por una profética contemporaneidad. Solzhenitsyn ya se lo había dicho a sus carceleros: «¿Mi nombre? ¡Soy el Peregrino de las estrellas! Tienen firmemente apresado mi cuerpo, pero mi alma está más allá de su alcance». Pearce, al tiempo que expone la vida del genial novelista ruso, viaja al corazón de un hombre que ha sufrido las peores torturas físicas y psicológicas para preguntarle: ¿Qué acontece en su espíritu? ¿Pueden la política y la economía proporcionar las respuestas que necesita la sociedad moderna? Si la paz y la justicia nunca son plenamente alcanzables, ¿qué esperanza nos brinda el futuro? Asimismo, esta biografía contiene poemas en prosa inéditos, escritos por Solzhenitsyn tras su regreso a Rusia.
(Jorge Martínez Lucena)
C.S. Lewis
La abolición del hombre
Encuentro 2007
pp. 80 – 10,00 E
En este libro clásico, breve pero intenso, C.S. Lewis reflexiona sobre la sociedad, la naturaleza y el reto de la educación. Con su prosa genial y aguda, expone una de las mejores defensas de la objetividad de la ley natural y de la moralidad que se han escrito, al tiempo que advierte contra las inhumanas consecuencias de eliminarlas de la familia, la escuela y la civilización. Denunciando el subjetivismo y el cientificismo que imperan también en nuestros días, y proponiendo una visión positiva del hombre y de la ciencia, este profético libro sigue ofreciendo un diagnóstico inigualable sobre la crisis de la cultura. Al abordar la educación Lewis es consciente de que con las primeras papillas del conocimiento al niño se le transmiten verdades, no sólo impresiones o sentimientos. Es decir, un niño que cree estar haciendo su «tarea de lenguaje» ni siquiera sospecha que la ética, la teología y la política están en juego. Lewis señala que se está ofreciendo a las nuevas generaciones un universo sin principios, sin «objetividades primordiales». Los profesores a quienes alude en su texto, sólo hablan de percepciones de la realidad, de sentimientos, pero eluden los fundamentos de la realidad, las «primeras verdades del sentido común». Con lo cual se convierte a los alumnos en carne de cañón de ideologías. Si los hombres y mujeres están incapacitados para encontrar la verdad sobre el mundo serán susceptibles de aceptar sin miramientos lo que él denomina «la oferta del mago». Cualquiera les puede proponer su propia verdad (desde una oferta política totalitaria hasta el seguimiento de Gran Hermano) a cambio de que los sujetos pasivos la acepten reverencialmente. Y haciendo un recorrido de citas desde la filosofía griega y oriental, hasta San Agustín, comenta que en las grandes civilizaciones hay una doctrina natural común, algo que no podemos olvidar: «la doctrina del valor objetivo, la creencia en que ciertas actitudes son realmente verdaderas, y otras realmente falsas». Incluso cuando se hace un comentario del tipo: «esa catarata es sublime», no sólo se están describiendo las propias emociones, sino que se afirma que «el objeto merece esas emociones». «Si no fuera por esta afirmación –comenta el escritor– no habría nada con que estar de acuerdo o en desacuerdo». Sin duda 80 páginas magistrales.
César Nombela
Células madre.
Encrucijadas biológicas para la medicina:
del tronco embrionario a la regeneración adulta
Edaf 2007
pp. 226 – 21,00 E
Hay temas sobre los que se pasa de puntillas porque son demasiado complicados o se teme que carezcan del menor interés para el público. No es el caso. Y los hay sobre los que se prefiere pasar de largo porque tocan resortes de lo políticamente incorrecto. Tampoco. En realidad, los medios prefieren no profundizar en la utilización de las células madre extraídas de embriones para la investigación porque todos han adoptado a priori una posición ideológica al respecto: por exceso o por defecto. Así que es muy difícil encontrar en los medios generalistas información científica sobre el asunto que no esté excesivamente sesgada, bien por la progresía del “todo vale en ciencia”, bien por el pacatismo del “todo es inmoral”. A ello habría que añadir que, como es sabido, la izquierda intelectual ha dominado con soltura el panorama mediático, y en ciencia no habría de ser menos. La corriente general que suscriben los medios es contraria a la discusión moral sobre el uso de embriones, y aduce que cualquier crítica a las bondades de esta técnica es un obstáculo al desarrollo de la razón puesto ahí por las filas de la ignorancia religiosa. Por eso libros como éste es probable que encuentren determinadas dificultades para lograr su merecido hueco en ciertos periódicos y revistas. Pero merecerá sin duda que lo halle en las estanterías de las librerías y de las casas de los lectores. César Nombela, reconocido investigador, catedrático de Microbiología, compañero de microscopio de Severo Ochoa, ex presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y excelente conversador, no sustrae al lector ni un ápice de la polémica, aunque para ello tenga que decantarse con valentía. Nombela repasa con claridad conceptos generales que son útiles para entender el problema de la investigación con células madre. Datos que forman parte de un breve curso de microbiología que a nadie debería faltarle en su equipaje intelectual. Pero quizá sea ésa la aportación menos interesante, aunque útil, del libro. La chicha llega cuando Nombela propone una valiente confrontación ética con quienes, por ingenuos o por interesados, se niegan a aceptar las dificultades éticas y técnicas que plantea la investigación con células embrionarias. El autor empieza mostrando a las claras que las esperanzas depositadas en el uso de células madre embrionarias están muy lejos de ser una realidad técnica. La carencia de experiencia clínica, al contrario de lo que ocurre con las células adultas, hace que, con la frialdad objetiva de los datos en la mano, esta línea de investigación se deba situar en un plano secundario de prioridades. Pero a eso hay que sumar la dificultad de llegar a un consenso ético sobre el uso de embriones en el laboratorio. Nombela ofrece su visión, basada en la experiencia biológica y en el saber filosófico del embrión como una dignidad ya humana. Desde lo que él llama «una ética personalista de raíz cristiana», propone que la vida comienza desde el mismo momento de la fecundación, y aunque recoge las opiniones contrarias, el planteamiento técnico y ético es meridianamente claro sobre las conclusiones: la investigación con células madre es una línea que está destinada a reportar innumerables beneficios a la especie humana. En el estado actual de la cuestión, y teniendo en cuenta las implicaciones éticas de este tipo de investigaciones, Nombela considera una apuesta inteligente fomentar la investigación con células adultas y plantear los máximos controles para evitar el uso indebido de embriones humanos en los laboratorios.
(Jorge Alcalde)
María del Pilar Sainz
Cartas íntimas de Antoine de Sant-Exupéry.
Entre la soledad y el amor
Eunsa – Ed. Universidad de Navarra
pp. 440 – 25,00 E
Las cartas íntimas de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), conocido por su libro El principito, arrojan luces nuevas sobre su universo literario y nos conducen hasta su dimensión ontológica. La escritura epistolar de este autor pone de relieve cuestiones importantes de la escena literaria de nuestros días, tales como el proceso de ficción inherente a la escritura, la cuestión de la sinceridad epistolar, o la adecuación entre realidad histórica del autor y realidad interior. De ahí que estudiar las cartas íntimas de Saint-Exupéry en su dimensión genérica conduce a analizar previamente el funcionamiento propio de la carta en el siglo XX. Este análisis permite realizar una lectura de las cartas de este autor en su verdadera dimensión, como documentos reveladores de la realidad profunda de la que se nutre su tarea creativa y que se resume en una palabra: humanismo. Este humanismo se manifiesta en temas de gran tradición literaria, la soledad y el amor, como motores de su escritura.
Miguel de Unamuno
Nicodemo el fariseo
Encuentro 2007
pp. 48 – 10,00 E
«En esos momentos de obstinada lucha interior, cuando bajo las pavesas de lo racional me levantaba el corazón la sustancia de las cosas que se esperan en esos momentos de solemne crisis, para afirmar mi personalidad sobre la personalidad de la civilización cristiana en que vivimos, y de que vivimos, resucité mi niñez sumergiéndome en la niñez del espíritu de nuestra cultura […]. Y me encontré con la historia de un fariseo típico, del intelectual que ansia consuelo en la verdad y verdad en el consuelo, con la historia de Nicodemo, el discípulo vergonzante, que va de noche y a hurto a ver a Jesús y cuando éste muere le entierra, como quieren enterrarle tantos intelectuales enamorados de su soberana belleza, enterrarle en análisis y estudios y convertirle en tema artístico y literario. Leí y releí la historia de Nicodemo y la medité. Y dejé luego cristalizar tales meditaciones, meditaciones cordiales más que racionales disquisiciones, en un relato que es el que voy a leeros esta noche».
Donald De Marco y Benjamin D. Wiker*
Arquitectos de la cultura de la muerte
Ciudadela 2007
pp. 341 – 21,00 E
Son pocos ya los libros en que se piensa de un modo ordenado. Decía D’Ors que la claridad es una cortesía de la inteligencia. Hoy el ensayo se ha convertido en la casa de las más insospechadas y encadenadas neurosis. El caos, la inusitada apología del fragmento, florecen al dictado de una escritura automática que abomina de la clásica labor intelectual. Este libro es una muestra de que todavía es posible pensar al compás del diapasón de la inteligencia. Es la prueba de que en el mundo anglosajón todavía pervive un reducto intelectual donde se agradece la explicitación del principio de causalidad. Arquitectos de la cultura de la muerte, es una obra pulida, reposada y divulgativa que busca retratar escuetamente a algunos de los ideólogos de esa mentalidad, cada vez más dominante en Occidente, que no cree que el hombre sea más que un elemento mayormente plástico sobre el que el hombre puede ensayar sus más arcanas inclinaciones. A lo largo de la lectura, ágil y periodística, uno va descubriendo el “star-system” de la muerte y la desesperanza: los adoradores de la voluntad, los evolucionistas de la eugenesia, los utópicos seculares, los existencialistas ateos, los buscadores del placer, los planificadores del sexo, y los traficantes de muerte. En cada uno de estos cajones de sastre, los dos autores van haciendo emerger la textura humana e intelectual de personajes “ilustres” como Schopenhauer, Nietzsche, Darwin, Marx, Comte, Sartre, Simone de Beauvoir, Freud o Margaret Mead. Pero, quizás el plato más suculento a degustar en estas páginas son los “otros” teológos de la inhumanidad; hombres y mujeres que no han retronado tanto en nuestras librerías, pero que no dejan de suponer una tradición oculta pero letal, a la vez que un reemplazo generacional, para ese “nuevo humanismo” que deshumanizó el S.XX y acorrala al posmoderno S.XXI mediante epifanías numerosas y superfluas como la del Presidente, Rodríguez Zapatero.
No sabemos qué fue antes, si el huevo o la gallina. Algunos dicen que el gallo. Lo que está claro es que el irracionalismo del S.XIX tiene antecedentes. Ese huevo lo puso una gallina que se llamaba Pico de la Mirandola, que emancipó al hombre de su origen. Y también está claro que Ramón Sampedro y sus tétricas navegaciones “Mar adentro”, o “Sendero luminoso” y sus sembraderos de muerte en Leganés, no hubiesen existido sin esos sementales del “instinto de muerte” que desfilan por este preocupante panteón (Derek Humphry, Jack Kevorkian, Peter Singer,...). Nuestra cultura tiende a la banalidad. Por eso, libros como éste nos ayudan a no ser prisioneros de ella, porque nos llevan –guiados por la razón y el estudio- a través de la apariencia, más allá de ese espejismo de la “libertad pura”, arrancándole la máscara a lo que no es más que el moridero/merendero más pestilente de la reciente “humanidad”. Sin embargo, está claro que los zombis no tienen por qué darse cuenta de que “aquí huele a muerto”.
(Jorge Martínez)
* Donald De Marco es profesor de filosofía en el St. Jerome´s College (Ontario, Canadá) y autor de varios libros, incluido The Heart of Virtue.
Benjamin D. Wiker es profesor de Ciencia y Teología en la Franciscan University de Steubenville (Ohio, EEUU), colabora habitualmente en numerosas publicaciones católicas y es el autor, entre otros libros, de Moral Darwinism.
Isaac Bashevis Singer
El esclavo
Ediciones B
pp. 270 – 16,50 E
Corre el siglo XVII y Jacob –superviviente de la sangrienta matanza de judíos que el atamán Jmelniski llevó a término en Ucrania al frente de sus cosacos– es esclavo en una aldea polaca. El mundo es una tierra desolada y este hombre judío está solo en la noche, abrazado a la Torá, su única esposa; Jacob, este hombre desamparado, muere como un santo después de haber conocido pogromos, esclavitud, lutos, pero también el amor de dos mujeres. Mientras alterna las tareas de pastor con sus oraciones en la soledad del establo donde vive, intenta con todas sus fuerzas contener la encendida pasión que siente hacia Wanda, la hija de su dueño y una gentil. Hombre sencillo, que la suerte ha querido desarraigar y despojar de todo, vive en un universo inmerso en el caos, en un mundo en que todo parece sin esperanza, probando la soledad y la desesperación. Sin embargo, al final, su existencia ha conquistado un sentido y, con la fuerza oculta de su amor, Jacob serenamente acepta su suerte porque «todo lo que Dios hace, es para un bien». Con el paso seguro de los grandes narradores, Singer nos lleva, por las páginas de esta intensa novela en la Polonia del siglo XVII, en un lugar de tragedia y superstición, en un país devastado y deshumanizado, donde viven campesinos bárbaros, aristócratas arrogantes, fanáticos seguidores de Sabbatai Zevi, el falso Mesías, y Jacob, un hombre que ha aprendido a estar siempre dispuesto a amar.
El esclavo es una de las mejores novelas de Isaac Bashevis Singer, nacido en Polonia en 1904 y muerto en EEUU en 1991. En 1978 recibió el Premio Nobel de Literatura.
(Carmen Giussani)
Pär Lagerkvist
Barrabás
Encuentro 2007
pp. 144 – 12,00 E
«Habla. ¿Cres en Él? Barrabás meneó negativamente la cabeza. – ¿No? Entonces ¿por qué llevas su nombre en la placa? Barrabás seguía mudo. – ¿No es tu Dios? ¿Acaso no significa eso la inscripción? –Yo no tengo Dios –contestó Barrabás, en voz tan baja que apenas se le podía oír. Pero Sahak y el romano lo oyeron, y Sahak le dirigió una mirada tan desesperada, tan llena de dolorosa estupefacción por aquellas palabras increíbles, que Barrabás, a pesar de no haber afrontado semejante mirada, se sintió traspasado hasta lo más hondo del ser. También el romano pareció sorprendido. –No comprendo –dijo–. ¿Por qué llevas entonces ese «Cristo Jesús» grabado en la placa? – Por que yo quisiera creer – contestó Barrabás, sin alzar la mirada hacia ninguno de los dos». Lagerkvist recibió por esta novela el Premio Nobel de literatura en 1951.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón