Para muchos de nuestros lectores es una cita habitual desde hace más de cuarenta años. Llega mediados de agosto y nos vemos en el Meeting de Rímini, una semana de encuentros, llena de vida, de la que solemos salir cambiados. Solo que este año lo que ha cambiado es el mundo entero debido a la pandemia. Y el encuentro de Rímini también será otra cosa: el streaming, los voluntarios, las exposiciones… Todo será distinto, «excepto el corazón», come dice en una entrevista Bernhard Scholz, el (nuevo) presidente del Meeting.
Ahí comienza también nuestro Primer Plano dedicado a este reinicio, en el intento que veremos en acto a partir del 18 de agosto en el Palacio de Congresos riminés. No solo para comprender cómo se reconfigurará un evento acostumbrado a reunir cada año a 700.000 personas y cientos de invitados, sino para profundizar en su raíz, en el punto originario que lleva a aceptar semejante desafío –y a ofrecer su contribución a todos– justo en este momento, tan complicado y agotador. Porque, sea cual sea el rumbo que tomen las próximas “fases”, hay un dato seguro: la vuelta se encuadra en un contexto muy difícil, como muestra un análisis de Giorgio Vittadini.
Pero si bien es cierto que el futuro –de la economía global, del trabajo, de Europa… nuestro futuro en definitiva– dependerá en gran parte de las decisiones tomadas hasta ahora, es igualmente importante no perder de vista otro hecho: este “ahora” ya es una ocasión. Volver a empezar implica todo un movimiento de humanidad que se despierta ahora, que ahonda en la conciencia de uno mismo y de la realidad en este momento. Así lo describen cuatro historias –y una breve reflexión– recogidas desde diversos rincones del mundo. Situaciones diferentes con un punto en común: para que vuelva a arrancar el motor, debe volver a prender el yo. (dp)
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