Va al contenido

Huellas N.03, Marzo 1993

SOCIEDAD

No tiréis a Italia

Renato Farina

Dos observadores de la prensa extranjera disienten del coro de los enterradores

«No tiréis a Italia a la basura por favor, ¿con qué la sustituirías después?», pregunta irónicamente Claude Decamps. «La corrupción no es una característica italiana, hija exclusiva del sistema Italia, sino que como tal pertenece a la naturaleza humana», explica Heinz-Joachim Fischer. Decamps y Fischer se ocu­pan de nuestras cosas por profesión. Son dos de los más cualificados corresponsales desde Roma: la pri­mera es de Le Monde, el segundo escribe para Frankfurter Allgemeine Zeitung. Y digámoslo, incluso si a ellos les puede desagradar: son voces disonantes en el coro universal, se lo pueden permitir debido a una buena firma y a una importante cabecera. Sin embargo, quién sabe por qué son tan raramente recogidos por nuestra prensa. Mejor dicho, el por qué lo sabemos. Frente al diluvio de titula­res y portadas de periódicos fuera de nuestras fronteras, se prefiere reto­mar aquello que confirma las propias posiciones. Así, se cita continuamen­te el Economist que cuenta complaci­do e instigador la condena en bloque de los malos políticos por parte de los buenos, y por esto es recompen­sado por el Corriere della Sera con un extraordinario piropo «el periódi­co más autorizado del planeta», de la galaxia ya veremos. Pero escuche­mos las dos voces que disienten.
Marie-Claude Decamps. Dice: «Me siento avergonzada por este tono irónico con el que se tratan los asun­tos políticos italianos».
«La tolerancia con la que se ha acogido la absurda invitación al lin­chamiento me asusta. Me parece horrible que se lleven a cabo juicios en la calle con la colaboración de la prensa. No, así no se reconstruye. Es una actitud contagiosa y extraña. Has­ta mis colegas corresponsales en el extranjero, cuando saco el tema de una cierta invasión del campo político por parte de los jueces, me miran extrañados, como si quisiera salvar lo que ya está condenado. Pero si el cambio empieza tan mal, no mejorará las cosas.
«Cuando oí a los famosos jueces de Milán tomar postura sobre los decretos del gobierno me sobresalté. Para mí es un problema. La democra­cia se empaña si el poder judicial logra imponer en política, mediante la fuerza que ha desplegado, su idea. Y si lo hacen los jueces, ¿por qué no los militares?»
El alemán Fischer cuenta: «me ha sorprendido a mí y a la opinión pública alemana la generalidad y la profundidad de la crisis. En Italia la corrupción se ha convertido en un pantano infectado. Hay una cierta tendencia a reducir la cuestión a una especie de "caso" italiano, algo típico de vuestra historia, cultura y morali­dad». ¿No es así? «No, es algo italia­no y tiene vuestras huellas personales sólo en una tercera parte. Me explico: existía ya en la antigua Roma el vín­culo ambiguo entre el patronus y sus clientes. En otra tercera parte esta crisis corresponde a todo lo que suce­dió hace años en el Este con la caída del socialismo de Estado.
En definitiva: también entre voso­tros se derrumban los fragmentos de socialismo que se regían no por una necesidad objetiva, sino por un entra­mado de intereses privados y de parti­do». Falta la tercera razón. Explica Fischer: «Sí, en otra tercera parte esta corrupción es igual a la que existe en todo el mundo, es un hecho humano. El hombre tiende a hacerse más fácil la vida y, en esta tentación, huye. Quisiera decir que no es verdad que los italianos sean inocentes. En este sistema, quien más y quien menos, ha participado. «Pienso en quien ha encontrado trabajo gracias a la ayuda de este o aquel hombre político: ¿no es ésta una forma de comisión pagada en especies?».
¿Cómo superar esta situación? Fis­cher: «En Italia no todo está por los suelos. Hay mucha gente que desea construir. Incluso algún partido, y creo que sobre todo la DC de Marti­nazzoli, está interpretando las necesi­dades de cambio.»
«Es necesario abrirse a Europa. Esta lección creo que debe servir a los alemanes: ver la política en esta dimensión más amplia».
Marie Claude Decamps comenta: «En este momento a los franceses les gusta que se les represente la Italia corrupta, las risas parlamentarias. Es una forma de afirmar nuestro senti­miento de superioridad. En realidad la corrupción es la misma que hay entre nosotros»
«Sin embargo nosotros vemos Ita­lia y decimos "ah, los italianos, mira que gestión llevan a cabo, mira que poco sentido tienen del Estado". Y nos consolamos pensando que aquí el Estado es fuerte y no caeremos en el ridículo. Pero a mi me desagrada­ría si se perdiera una cierta anomalía italiana».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página