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Huellas N.03, Marzo 1993

Noticias breves

Cartas

El arma sutil de la nada
El Enemigo ha intuido una estrategia de batalla mucho más inteligente: las ideas contrapuestas ya no le interesan, ahora el arma predilecta es la nada progresiva. Este nuevo modo de com­batir ha cogido a todos por sorpresa, tanto que nadie se ha dado cuenta de haber sido anulado; así ya no tiene necesidad de rea­lizar el trabajo de vaciar las ideas cristianas: la nada no es ideo­lógica, las ideas le son indiferentes o cómplices (también las de los cardenales). Es necesario entonces volver a proponer la simple materialidad de las cosas.
La solidez de las cosas es fruto del Espíritu Santo: para nuestros amigos que acaban la experiencia de CL en la universidad la percepción, aunque sea sólo intuida, de esta única posibilidad es discriminante de cara a su futuro. Si esto no sucede las únicas posibilidades naturales que ofrece la madurez son el cinismo (masculino) o la esquizafrenia (femenina).
No podemos ocultar a nuestros amigos el hecho de que porro unum necessarium en la experiencia cristiana es la santidad: esto nos produce fastidio porque nos da vergüenza decirlo. Sin embargo, sin enseñar a nuestros amigos esta vivificante tensión personal nuestras relaciones se ven determinadas simplemente por las circunstancias y en el tiempo se marchitan.
Gracias por todo.
Widmer

El SIDA menos negro
Hemos recibido esta carta de un joven de Milán, casado y padre de dos hijas, obli­gado a vivir en una cama por haber contrai­do el SIDA. Es una feli­citación dirigida, a dos amigos del Movi­miento que hacen la caritativa con él.
En esta Navidad el regalo más bello lo he recibido de Dios, que a través de vosotros se me ha manifestado.
Y por eso, con inmensa gratitud, os lo agradezco. Vosotros habéis hecho mi drama mucho más sereno y aceptable, ya que he comprendido que lo importante no es ser o tener, sino amar y ser ama­do. Os deseo que conti­nuéis en vuestra obra, por­que el mundo necesita ver­daderamente gente como vosotros, capaz de regalar momentos de felicidad.
Moreno

Los curas callan
Os escribo para contaros una impresión que he tenido en una asamblea anual de la fra­ternidad que se ha desa­rrollado en el palacio de Loreto, cuyo tema era la Escuela de comunidad. Todas las intervenciones giraban en torno a las pro­pias dificultades o a la experiencia. Intervinieron hombres y mujeres de las distintas ciudades de la región. Pero ningún sacerdote, aunque había distintas ciudades de la región. Pero ningún sacerdote, aunque había muchos, tomó la palabra. Por tanto, los curas del movimiento ¿no tienen nada que decir sobre su adhesión al corazón del movimiento? Y sin embargo estoy seguro, porque me sucede como cura, de hacer por lo menos dos encuentros a la semana sobre la escuela de comunidad. Sigo a los bachilleres, el Cle y cada cierto tiempo voy a la dia­conía o a las asambleas del Clu. ¿Es posible que no haya ni una sola vez que mi presencia no esté estrechamente ligada a una tarea institucional? He querido mirarme a mí mismo y he descubierto que de todos los encuen­tros que frecuento hay uno que, por su inutilidad institucional, es quizás el punto en el que resurge el origen del deseo que me hace estar vivo, hoy como ayer, a pesar de mí. Todos los miércoles me encuentro con tres mujeres de los Memores Domini, dos enfermeras, un herma­no dominico y otras perso­nas. De esta compañía heterogénea nace siempre en mí un deseo. También si a menudo lo llamo impropiamente preocupa­ción, dolor, falta. Quisiera tanto tener una amistad más verdadera sobre lo que está en mi corazón: mis alumnos, los jóvenes de mi parroquia. Que que­de claro que no estoy solo. Más aún, cada vez son más los amigos que me socorren en casos de nece­sidad. Pero no se trata sólo de una ayuda sobre cosas prácticas lo que pido, sino de una ayuda a mi deseo. Concretamente, que los chicos que sigo tengan tiempo para comprender, que se les dé un encuentro con rostros precisos. Algu­no dirá que he descubierto el Mediterráneo, que en el fondo todo esto pertenece a mi tarea de sacerdote. Es verdad, pero el Mediterrá­neo produce siempre pla­cer, y reencontrarse ena­morados de lo que se debe hacer por deber es el máxi­mo de los placeres.
padre Antonello Lazzerini

El reto de Litterae

Me cuesta muchí­simo leer Litterae, quizás porque «no es un periódi­co». O quizás porque el reclamo a una cotidianei­dad que llegue a ser heroica es tan evidente que no me deja tranquilo su lectura. Me he suscrito por fidelidad, y por fide­lidad continúo leyéndolo. Pero cada vez que lo leo es como si me tomase una medicina amarga. Cada vez que habla del Litterae, una anciana monja de mi parroquia, que hasta hace poco debía leerlo a escondidas de su superiora, dice: «Leyendo los testimonios de las comunidades de todos esos sitios tan leja­nos, yo estoy allí con ellos, verdaderamente en medio de ellos». ¿Por qué, en cambio, a mí me parecen todos marcianos, como si fuesen persona­jes inventados?
¿Cuándo lo cotidiano llegará a ser para mí heroico?
Cesare de Molinazzo de Cormano

Un amigo
Agradezco a la comunidad internacional de CL lo que ha hecho por la joven de mi parro­quia Antonia Torres. Gracias a vuestra ayuda concreta ha podido viajar a Cuba para operarse de los ojos y ahora son muchas las posibilidades de evitar la ceguera, a la que estaba fatalmente destinada.
Sólo el Señor podrá recompensaros a todos vosotros. Sé que la ayuda ha sido posible por la colaboración de todos los amigos de CL que contri­buyen al fondo común.
Desde siempre rezo por vosotros cada día.
padre Pigi Bernareggi

Desde China con fervor
El 23 de enero la comunidad china de Comunión y Liberación se ha encontrado por primera vez. El encuen­tro fue en Hong Kong.
Nos reunimos el día que China celebra el comienzo del año.

Nunca nos habíamos encontrado todos juntos. Las tremendas distancias de China, de los distintos puestos de estudio y de trabajo en los que cada uno de nosotros está, hacen díficiles a veces incluso los simples con­tactos. Para llegar hasta Hong Kong, Hermes, que vive en Saichuan (en China central), empleó dos días de viaje. Franca de Pekín más de tres horas. Los que venían de Taiwan tres horas y media en avión. El punto de partida de nuestro encuentro ha sido el men­saje de felicitación que Don Giussani nos ha enviado por Navidad: "Tenemos en la vida una única tarea: el testimonio cristiano. Cada uno de nosotros en situaciones distintas, pero todas difíciles o por lo menos fatigosas".
Bernardo Cervellera

El rey y las cosas pequeñas
He descubierto que amo a Cristo si abrazo todo lo que Cristo me da para que lo viva, ya se trate de circunstancias bellas o des­favorables, no importa.
Y entonces mi pobre jornada, vivida entre las paredes de mi casa, con mis hijos, mis suegros -con los que convivo - y mi marido que vuelve por la noche cansado por las pre­ocupaciones del trabajo, soportadas por él en silen­cio durante años, se reviste de una fisicidad que me hace estar contenta, segura y activa aún en este frag­mento tan pequeño del mundo.
Y así yo adoro y guar­do al niño Jesús que se hace carne en mis pobres acciones de todos los días, y yo, mísera criatura, soy llamada por Dios a cons­truir la Iglesia mendigán­dole a Él y ofreciéndo.
¡Qué conmoción es todo esto! Qué alegría saber que Cristo se sirve de las cosas pequeñas. Él que es el rey del universo nos concede este poder de transformar toda la reali­dad en bien, en gracia.
Mariangela de Forli

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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