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Huellas N.09, Septiembre 1992

SOCIEDAD

Conclusiones de las jornadas de Rímini. El pueblo del Meeting

Mario Colombo

No es un congreso conmemorativo o una fiesta folklórica. En Rímini se ha visto un pueblo. Que quiere expresarse y encontrar

A PARTE DEL TITULO que cada año caracteriza el contenido, el encuentro de Rímini de finales de agosto mantiene una denomina­ción fija: «Meeting para la amistad entre los pueblos». En una palabra, se llama Meeting, pero quizás -y sobre todo después de la edición de este año- valga la pena reflexionar también sobre los otros dos térmi­nos.
Amistad: «Parece extraño y utópico -ha escrito en su mensaje el Presidente de la República italiana, Osear Luigi Scalfaro- hablar de amistad, que tiene su inconfundible raíz en el amor, y sin embargo todo está aquí».
Pueblo: «Grandes proble­mas -es una frase del men­saje enviado, en nombre del Santo Padre, por el secretario de Estado, el car­denal Angelo Sodano- han marcado y continúan mar­cando el camino de los pueblos. Son, de hecho, conocidas las situaciones de pobreza y subdesarrollo de algunas regiones del mundo. No se pueden, sin embargo, olvidar las situa­ciones de indiferencia reli­giosa y de secularismo que van madurando en las diversas culturas moder­nas».
En el comienzo de la his­toria del Meeting está -bajo aquella denominación que ha permanecido- exacta­mente el deseo de encontrar a los pueblos, de dialogar con todos, de contribuir a la respuesta a los distintos problemas que ellos expre­san. ¿Qué es realmente un pueblo? Es aquella agrega­ción de personas que se reconocen encaminadas hacia un ideal común y que intentan andar hacia él de común acuerdo en cuanto a los medios necesarios para tal camino.

El descubrimiento de América
La edición de 1992 dedi­cada en modo particular al recuerdo del descubrimiento de América, ha permitido un recorrido a lo largo de diversos pueblos, el encuen­tro con culturas muy varia­das (expresiones críticas de aquel camino como pueblo hacia el destino). La gran exposición sobre la civiliza­ción precolombina, por ejemplo, ha permitido encontrarse y conocerse a pueblos quizás desapareci­dos.
Sin embargo, el Meeting ha prestado una particular atención a aquellas realida­des de pueblo que, como ha sido apuntado en el mensaje papal, viven en condiciones difíciles, pagando el eleva­do precio de un desarrollo no armónico, del atraco internacional: los indios del Amazonas o los indios de los Estados Unidos, los que viven en las favelas de las metrópolis latinoamerica­nas, pero también los deses­perados de nuestras ciuda­des occidentales, los deste­rrados de Bosnia y los mar­tirizados libaneses olvida­dos por todos. Para nada una curiosidad sociológica, ¡por caridad! Ningún «lla­mamiento conmovedor» a los «valores».
Más bien, el deseo de dar a conocer aquello que, demasiado a menudo, no dicen los medios de comu­nicación y, sobre todo, la sencilla presentación de los intentos de respuesta a aquellas necesidades. Así, la reconstrucción de una favela, puesta en el centro de las exposiciones, está claro que no ha querido demostrar los conocimien­tos etnográficos, ya que iba acompañada de un vídeo en el que se ilustraban las intervenciones realizadas por el AVSI (ndt.: Asocia­ción de voluntarios para el desarrollo internacional) para mejorar las condicio­nes de aquellas favelas; intervenciones concretas, obras realmente eficaces.

Nace el pueblo cristiano de América
Muchos de los encuen­tros y de las exposiciones tendían a demostrar que hace quinientos años suce­dió algo verdaderamente importante: el nacimiento de un pueblo nuevo, el pue­blo cristiano de América. El cardenal de Rio de Janeiro, Sales, contaba que recientemente un grupo de católicos ha organizado en Brasil una peregrinación con el único fin de pedir perdón por los errores de la Iglesia en estos quinientos años. «¡Ninguna mención -ha gri­tado el purpurado- al gran don de la salvación a través de la persona de Jesucristo! Es inadmisible».
Sin entrar en sutilezas historiográficas, se ha reco­nocido claramente un hecho: hace quinientos años la llegada de los primeros europeos a tierra americana creó nuevas poblaciones, nuevas entidades étnicas que, a pesar de estar enri­quecidas por su pasado, han individualizado un destino nuevo y más cierto: la rela­ción con Dios en Cristo y una nueva y más segura modalidad de alcanzarlo: la compañía de la Iglesia. La historia de algunos grandes santos evangelizadores contada en varios encuen­tros y en algunas exposicio­nes- ha conmovido al pue­blo reunido en Rímini por la fe inquebrantable de hom­bres como Vasco de Quiro­ga, Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Agustín Pro, por su coraje en las adversi­dades, su dedicación sin medida, su inteligencia al afrontar nuevas situaciones.

Hacer el cristianismo
Por lo tanto, encuentro entre los pueblos. Sin embargo, este año se ha tra­tado también, más clara­mente, otro aspecto: el Meeting mismo es un acon­tecimiento de pueblo; mejor aún, es un pueblo que se expresa.
La pasión con la que se han seguido los encuentros que se realizaban bajo el nombre «Hacer el cristia­nismo» lo documenta bien; quien forma parte de un pueblo quiere, de hecho, ser ayudado a comprender mejor la propia experien­cia, incluso a través del tes­timonio de quien recorre su mismo camino en circuns­tancias diversas pero con la misma pasión ideal. Quien vive la experiencia del movimiento en Paraguay o en Méjico, en los Estados Unidos o en Brasil, ha podido así contar algo de sí mismo; desde la sorpresa del encuentro inesperado y casual, como lo fue para los primeros indios el encuentro con los evangeli­zadores; el deseo de comu­nicarlo a todos; el intento de expresar la comunión vivida en obras adecuadas a las propias necesidades; hasta la adversidad del mundo circundante a esta unidad y a sus realizacio­nes. Pero toda la estructura del Meeting -desde el grupo de los organizadores al ejército de los voluntarios que per­miten su desarrollo- se con­cibe e intenta moverse como un pueblo. Y, como en todos los intentos, no faltan las dificultades, los obstáculos, las concesiones y el recomenzar continuo.
Cuando es fuerte la con­ciencia de pertenecer a un pueblo es potente también la apertura a todo: uno no tiene miedo de encontrarse con alguien, está disponible a aprender de todos, no bus­ca definiciones preconcebi­das para aplicar a cualquier circunstancia.
Y es bello cuando una disponibilidad así de abierta encuentra correspondencia con una apertura igual; el punto más significativo qui­zás de tal apertura ha sido la visita a los pabellones de Rímini del presidente nacional de la Acción Cató­lica italiana, Giuseppe Ger­vasio, que fue precedido el día anterior por el asistente general, monseñor Salvato­re De Giorgi. «He venido a Rímini -ha dicho Gervasio­ para escuchar, porque justa­mente escuchar es el primer paso para estar juntos».

Católico
Interpelando a diversos grupos -quizás en un momento de relax en el calor tórrido de la carpa ferial- y preguntando por las razones de su presencia en el Meeting, a menudo se oían respuestas de este tipo: «Es una cosa grande que abre el horizonte»; «Nos apasionan los testimonios vividos de un cristianismo audaz», etc. En resumen, el pueblo cristiano es de ver­dad católico. No tiene con­fines, no preselecciona la realidad con la que encon­trarse, no tiene falsos pudo­res frente a ningún aspecto de la existencia.
Incluida la política. Los medios de comunicación dan una gran relevancia al aspecto político del Meeting; y es verdad, sin duda, que la semana de Rímini ve afluir muchas personalida­des políticas de relieve con un empeño no comparable a otras manifestaciones. Pero es verdad sobre todo que un pueblo en camino no hace ascos a la política: usa todo. Con un criterio claro: que el pueblo al que se pertenece, y todos los demás pueblos, no sólo no sean penaliza­dos, sino valorados.
Precisamente en esta perspectiva se coloca la presentación -hecha en Rímini por Sbardella, For­migoni y Sanese- de un nuevo punto de referencia dentro de la Democracia cristiana italiana: «Alianza popular para el cambio».
Un intento de defender y desarrollar la dimensión popular del partido de los católicos y de la política en general, precisamente en un momento en que parecen prevalecer tentaciones eli­tistas y desestabilizantes.
Concluyendo el Meeting, Giancarlo Cesana, presi­dente del Movimento Popo­lare, ha comentado así el nacimiento del nuevo gru­po: «Estamos contentísimos de que algunos de nuestros amigos hayan dado vida a este punto de referencia: son más fuertes ellos y más libres todos». De este modo ha sido reafirmada la natu­raleza de presencia social del MP y la legítima liber­tad de sus afiliados para empeñarse directamente en política, en favor de una mayor democracia en nues­tro país (ndt.: Italia).
Todo puede, pues, servir a un pueblo que vive y que es consciente: el amor por la belleza (las exposiciones y los conciertos) y la nece­sidad de descanso y de diversión (los diversos momentos de fiesta o los encuentros deportivos); la pasión por conocer y la voluntad de dedicarse a una obra grande.
Todo para que el pueblo crezca.

Traducido por Maria Jose Conty

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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