Ejemplos de vida de la comunidad que ilustran la validez de los contenidos y del método sostenidos en El sentido de la caritativa
ASPECTO FUNDAMENTAL de la vida del movimiento desde sus orígenes, la caritativa representa un gesto, pequeño, con el que se educa a vivir la gratuidad como dimensión fundamental de la vida. Proponemos algunos ejemplos que recuerdan de forma sintética el contenido y método de tal gesto, así como son recordados en ese texto fundamental que es El sentido de la caritativa.
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La vida del movimiento está marcada desde siempre por una gran variedad de experiencias de caritativa nacidas todas de un mismo origen: el intento de compartir una necesidad real que se ha encontrado.
Compartir una necesidad, no resoluciones: «Cierto, -dice Alessandro, veinticinco años, que desde hace un año se junta semanalmente con otros amigos de Milán para visitar en el hospital de Niguarda a un grupo de enfermos terminales de Sida- en una experiencia como la mía de asistencia a un enfermo en realidad no se puede hablar de resolución... de un problema... ».
La misma evidencia se le representa a quien, haciendo caritativa en los Centros de Solidaridad, se compromete a buscar un trabajo a los parados que son cada vez más numerosos en los centros mismos, de la misma manera que ocurre en toda Italia. «Hoy por la noche, por turnos, grupos de amigos, una vez acabada su jornada laboral, dedican algún tiempo a hacer coloquios y buscar un empleo a parados, tarea cada vez más ardua, sobre todo en las grandes ciudades -cuenta Angelo, que hace caritativa en el Centro de Solidaridad El Circolino, en Crescenzago, en la periferia de Milán. Comprometiéndose en el trabajo de los centros se da cuenta de que la necesidad de encontrar un trabajo es, para muchos, la ocasión de poner en común la necesidad más profunda de implicarse con un grupo de amigos que valoricen todos los aspectos de la propia humanidad; lo confirma el hecho de que frecuentemente muchas personas, incluso en ausencia de un éxito inmediato en el campo del trabajo, comienzan a frecuentar el grupo de amigos que sostienen el Centro y a participar en los distintos gestos de la comunidad».
Convertirse
Si es evidente la condición desesperada de los parados, es igual de urgente la necesidad de compartir el sufrimiento y las fatigas cotidianas de tantos marginados y desmandados. Personas que no tienen nada que ver con problemáticas de asistencia social y que en la vida se ocupan de otras cosas, deciden dedicar tiempo y energías a centros de acogida. Lorena, ama de casa, madre de tres hijos, junto a cinco o seis mujeres forma parte de un
pequeño grupo que se ha unido a Teresa y a Antonella, haciendo caritativa de forma estable en la obra de Fratel Ettore, sacerdote milanés que desde hace años recoge de todas partes de la ciudad marginados y vagabundos y les ofre ce acogida y sustento.
Son ya ciento cincuenta los desbandados que viven de forma estable en la casa de acogida: mil situaciones difíciles e imprevisibles se ponen cada día ante quien se acerca con la intención y el deseo de ayudar. Pero hacen evidente el hecho de que la realidad es esencialmente algo no reconducible a criterios ya sabidos, algo no organizable y programable: en resumen, algo distinto de sí. «En la casa de Fratel Ettore se entra con las manos vacías y de puntillas -cuenta Lorena- disponibles a hacer todo lo que se pide, desde hacer las camas hasta dar de comer a los enfermos, desde mantener limpios los locales a hacer compañía a los hospedados. El mismo Fratel Ettore invita a irse a todos los que no están disponibles hacer lo que se indica, ya que, dice, "no se viene aquí a ayudar sino a convertirse"».
Mima de Padua este año ha acogido en casa a Magdalena, una niña con parálisis cerebral abandonada en el hospital. Cuenta ella: «El don más grande que hemos recibido de la presencia de Magdalena en nuestra familia es la educación a mirar la realidad abrazándola como dato. Durante este invierno, por ejemplo, Magdalena enfermó varias veces y como consecuencia tuve que quedarme en casa dejando el trabajo. Todo esto trastocaba los planes pero ha significado también un reclamo válido para respetar la realidad y la urgencia de las circunstancias mientras fácilmente, sobre todo en el trabajo, seguimos proyectos que sólo son nuestros y no somos capaces de estar frente a lo que acontece».
Por un encuentro
Pero ¿cómo nace una experiencia de caritativa? Nunca de una propia fantasía personal, sino como una libre adhesión a una propuesta de una persona significativa para la propia vida.
«Hace un año un responsable del Movimento popolare me pidió -cuenta Marco- que probase a implantar en la realidad lombarda una experiencia muy vivaz y útil que ya se ha realizado en España. Se trata de distribuir gratuitamente a Instituciones que se ocupan de necesitados, productos que por una elección administrativa dejan de comercializarse. Yo, en aquella época, trabajaba en el sector alimenticio, pero no tenía ni idea de lo que significaba grandes distribuciones y, todavía menos, ocuparse de obras asistenciales. El haber aceptado una propuesta y una perspectiva tan imprevisible ha permitido, en la continuidad del tiempo, crear una obra extremadamente útil, el Banco de alimentos, en el que contribuyen incluso numerosos industria les». En un próximo número de Litterae hablaremos de ello ampliamente.
La felicidad de quien se encuentra
La experiencia del Banco de alimentos es un testimonio más de la extrema utilidad y variedad de las obras y de las experiencias de caritativa que urgen en el ámbito del movimiento, que desde siempre subraya que el éxito más importante de la iniciativa no coincide últimamente con su eficacia social, sino con el incremento de la conciencia de que la buena voluntad y la generosidad de las personas no pueden hacer feliz al otro, al que uno encuentra. «En nuestra experiencia de acogida y compañía a personas a menudo en situación de gran soledad y necesidad -cuenta Vittoria de la Asociación de Familias para la acogida- nos damos cada vez más cuenta de que nada nos es confiado a nuestra voluntariosa capacidad de hacer el bien, sino que todo está en las manos de la misericordia de Otro. Nuestras personas son únicamente instrumentos. Es el Señor el que está presente, el que atiende y vuelve alegres a las personas que encontramos».
La experiencia de la caritativa entonces educa a acoger la presencia de Cristo como Providencia porque permite ver a Dios en obra, en la concreción de las situaciones con las cuales nos implica; es de nuevo Lorena la que testimonia como «la organización de la casa del Hermano Ettore se basa en la Providencia que es continuamente nombrada y esperada, una presencia tangible; basta pensar que 150 personas comen dos veces al día sin ningún tipo de subvención ayuda por parte de las instituciones».
Fidelidad y continuidad
Condiciones imprescindibles para que el gusto de la caritativa sea una educación real a lo gratuito como dimensión fundamental de la vida son la continuidad y la fidelidad al gesto. Para quien vive una experiencia de acogida de personas necesitadas, como por ejemplo la familia de Claudio y Laura de Merate que, padres de cuatro hijos, han acogido en una granja reestructurada a cinco chicas drogadictas con sus siete niños, esta continuidad se concreta en una regla y un trabajo cotidiano unido a momentos precisos: «Todo el día -cuenta Claudia está sujeto a reglas establecidas: el despertar es a las 7'30, entre las 8 y las 12 y, de nuevo, entre las 13'30 y las 17'30 se trabaja en el laboratorio. El trabajo requiere precisión y paciencia, hay que educarse a eso, por otra parte, la regla constituye un sostén para quien debe afrontar la dura fatiga de reencontrar el significado de su propia vida».
También Rosa, responsable de la caritativa que desde hace años se desarrolla en Cesano Boscone, en el Instituto Sagrada Familia que acoge deficientes mentales y físicos graves, subraya la necesidad de la fidelidad a las indicaciones dadas para la realización del gesto, entre las cuales es fundamental el rezo en común de una oración como introducción eficaz. «Todos los domingos por la mañana, antes de la Misa a la que acompañan a los internos del Instituto, los del grupo de CL se encuentran en la Iglesia para rezar los laudes. El gesto de rezar ayuda a aprender a vivir la dimensión total de la gratuidad porque se pide que el gesto que se lleva a cabo llegue a ser la dimensión concreta de toda la vida y que ese gesto sea confiado a la intervención de Otro».
Un gesto guiado
La fidelidad del gesto no puede, por otra parte, reducirse a un respeto formal a algunas normas, sino que expresa todo el propio dinamismo en la relación y la confianza dadas a las personas que guían el propio gesto. En la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en un barrio periférico de Milán, sor Mariella, junto con algunos adultos de la Fraternidad, dirige a un grupo muy numeroso de universitarios que, divididos en turnos diarios, apoyan en el estudio y dirigen los juegos cerca de cincuenta chavales entre 11 y 16 años. La tarea de un responsable no es la de formar asistentes sociales, sino la de hacer emerger y recordar el motivo fundamental por el que se hace caritativa: hacer verdadero el encuentro que hemos tenido; por tanto no hace falta inventar nada sino simplemente aceptar el reto que toda experiencia de caritativa lleva consigo: aprender que Cristo tiene que ver y responde también a las situaciones más difíciles y desesperadas».
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