De 20 al 24 de agosto trescientos sesenta adultos con sus trescientos hijos han pasado juntos cuatro días de vacaciones en el Pirineo aragonés, retomando el contenido de los Ejercicios de la Fraternidad
Vienes de pasar unos días de relax en la playita, piscina o similar y aterrizas en la carpa instalada a la entrada de la estación de esquí que la lluvia y el viento se empeñan en sacudir. Sin clemencia alguna Javier Prades vuelve a ponerte en danza y esta vez el sacudido eres tú. «Hemos venido aquí de vacaciones, a descansar, y yo me pregunto: ¿qué es lo que me hace realmente descansar? ¿cuándo he descansado de verdad? En definitiva, ¿qué es lo que yo verdaderamente necesito? Solo hay algunas cosas que dan descanso: determinadas situaciones y momentos que tocan de tal modo mi humanidad que me “hieren” dejando en mí una huella».
También el tiempo es inclemente a lo largo de los cuatro días que pasamos allí, pero la intensidad de la belleza que cuaja estas jornadas se salta a la torera la queja que lógicamente debería estar en labios de todos.
El misionero
La cosa empieza con el encuentro con Julián de la Morena, misionero de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, que lleva cuatro años destinado en México. Julián recuerda cuando se fue de Madrid: «sin ningún romanticismo estás delante del drama de irte de tu tierra: mueres un poco, te ves ante la incógnita y te planteas que o Cristo es lo más fascinante en tu vida o no hay por qué hacer algo así». Y resalta: «Llegué allí con la conciencia de ser heredero de un patrimonio que hoy da fruto de nuevo. He visto cosas bellísimas, paisajes inigualables e historias de personas increíbles, hombres que cuando encuentran la Belleza, incluso en las condiciones peores, quieren nacer de nuevo. Así he entendido que lo más bello es la Gracia, es un hombre, Jesucristo, una persona que quiere ser amada, que te prefiere».
La tarde, pasada por agua en el hotel charlando con los amigos, ¡qué regalo! Cuando escampa, todos al monte a estirar un poco los músculos y que los niños pasten a sus anchas. Visitas a Jaca, al monasterio de San Juan de la Peña o al santuario de Javier y, los más lanzados, peregrinación a Lourdes.
Maica, Julio y Alicia
Las noches, cargadas de sorpresas: vemos un montaje precioso que ilustra el lema y un reportaje de la televisión italiana Rete4 sobre don Giussani (el mismo que se adjunta con este número). O escuchamos el testimonio de Maica, que habla de su familia y de cómo, al tomarse en serio la Escuela de comunidad, ha cambiado la relación con su marido y han abierto su casa de par en par, recibiendo a cualquier hora a los amigos necesitados e incluso alojando a una persona con serias dificultades. Julio explica cómo se ha abierto paso en el mundo del trabajo con el deseo de ser empresario, preguntándose: «Señor, ¿qué quieres de mí?»; tras diversos avatares, ha visto perplejo que el buen desarrollo de su empresa se debe a su auténtico dueño: el Señor. Ahora el primer objetivo no es el éxito, sino poder reconocer al “dueño”. Así se lo ha hecho saber sin contemplaciones a sus dos socios. Alicia habla de su vocación en el ámbito laboral y el personal; venida de Argentina a realizar estudios superiores, entra de lleno en la experiencia de la comunidad y de los Memores Domini aquí en España, y descubre la dimensión social del trabajo. Llegado el momento de quedarse o volver a su tierra, ve que la experiencia de «una vida que no deja escapar la vida» desea dársela a sus compatriotas, ya que «la vida es para darla».
La guinda
La última tarde, una intensísima asamblea: amigos que hace años se apartaron en un momento dado, pero en quienes hacía mella la soledad y seguía latente la necesidad de significado y de razones adecuadas para vivir; otros que cuentan cómo han aprendido a desterrar el escepticismo que se cuela ante la contemplación de la belleza; otros que, ante la pérdida de un hijo recién nacido pocos días antes de venir, comprueban que los buenos amigos son los que te confirman en la certeza de la fe y te recuerdan que también este drama tiene sus frutos; por eso fueron a Formigal para ser acompañados así.
La guinda la pone Johnathan Fields, un músico norteamericano que la última noche deleita a grandes y chicos con un concierto de espirituales negros, blues y mucho más, transmitiéndonos a todos el gusto por la música. La mañana antes de partir nos cuenta la historia de su conversión desde el judaísmo y su recorrido hasta comprobar que «la promesa que nos constituye tiene una respuesta y la respuesta viene de Cristo». Describe la crudeza del mundo laboral estadounidense y el apoyo que recibe de los amigos de la Fraternidad: «lo que me da CL es un superrealismo: hay algo en mí mayor que mi límite. Aquí entiendo que todo el trabajo consiste en responder a Dios; y que las dificultades puede ser lo que nos hace volver al origen. La realidad que surge del pequeño grupo de Fraternidad es lo que nos da espacio para respirar: a mis hijos poder jugar como niños y a los adultos ser amigos de verdad».
Después de todo esto nos vamos verdaderamente descansados... así sí se puede volver a trabajar el lunes y a torear en cualquier plaza.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón