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Huellas N.6, Junio 1992

PÁGINA UNO

Carta a la Fraternidad

Luigi Giussani

Queridos amigos:
Como gracia pascual, el Señor misericordioso, que nos ha llamado a Su Alianza, me ha otorgado el don de una carta personal del Santo Padre, en la cual, respon­diendo a los deseos «expresados también en nombre de Comunión y Liberación», me decía textualmente en un cierto punto: «Le expreso mi vivo reconocimiento ... espe­cialmente por el amor que cultiva por la Iglesia. Gracias, querido Monseñor. .. ».
Podéis fácilmente imaginaros mi emoción, en particular debida al motivo que señalaba el Papa: ¡precisamente la fidelidad apasionada a la Cátedra de Pedro, justamente el «amor por la Iglesia»! Porque nosotros reconocemos que la consis­tencia de nuestra persona brota de la pertenencia a ella, y, por consiguiente, que en esa pertenencia se perfilan los mismos criterios últimos de nuestro modo de sen­tir al hombre, de nuestra visión del mundo y de nuestro juicio sobre el mundo actual; y, finalmente, reconocemos que de esa pertenencia surge el afecto positivo y enérgico a la vida de los hombres, nuestros hermanos, que se despliega en todo el horizonte de nuestros intereses y nuestras obras.
En el juicio que daba el Papa, me pareció oír resonar el eco del acento paternal con el que Pablo VI, el Domingo de Ramos de 1975 y justamente en la puerta de San Pedro, se dirigió a mí, que estaba de rodillas y todo emocionado, diciéndome textualmente: «¡Animo! Este es el camino justo: siga adelante así».
En este momento tan grave para nuestra humanidad y tan grande para la fe, yo os exhorto a una sola cosa: que estéis unidos a quien guía el movimiento; en ello reside la seguridad del camino. No os engañéis creyendo que sois libres en vuestro modo de pensar y decidir si lo hacéis desvinculados de esta relación a la que Dios ligó la luz y el sobresalto del primer «encuentro».
Esto es lo que nos da seguridad también para dialogar con cualquiera; es lo que nos permite esa apertura o esa capacidad de arriesgar razonablemente que hace que nos estimen también algunos de los mejores «laicos».
Os ruego que meditéis durante los meses estivales los Ejercicios de Rímini, pidiendo sobe todo al Espíritu y a María que nos hagan servir de ayuda mutua para comprenderlos y vivirlos.
Estas cosas las comprenden más fácilmente todos los que viven entre nosotros con sencillez de corazón, aún en los momentos de mayor sacrificio, como hemos podido comprobar todas las veces que nos hemos reunido. Multitud de personas a las que doy gracias desde aquí en mi nombre y en el de todos aquellos a los les cuesta más.
Con el deseo de una «perenne leticia» y con todo mi afecto,
Luigi Giussani

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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