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Huellas N.07, Octubre 1991

MOVIMIENTO

Una propuesta a los jóvenes más allá del muro de los sueños

Continuamente se nos repite que las utopías se han acabado. Entonces, dicen, nos quedan los sueños. Pero esto es un engaño. Para vivir necesitamos un ideal. Que sea una presencia

Mediados de septiembre. Cervia, Italia. 3000 jóvenes de Gioventù Studentesca -el nombre original de Comunión y Liberación que los jóvenes de 15 a 18 años han mantenido en Italia para designar la presencia cristiana dentro de la Escuela-. Un rumor no confirmado: quizá sea posible contar con la presencia de don Luigi Giussani.
Dos educadores españoles, un joven sacerdote y un profesor de instituto tuvimos la gran suerte de participar en lo que allí sucedía. No por casualidad nuestra pequeña pero ya importante presencia dentro de los institutos y los colegios en Madrid tiene su origen aquí, en el encuentro y la amistad con un grupo de profesores italianos.

Cuéntanos cómo surgió esta presencia cristiana en la escuela aquí en España.
El inicio es una persona, basta que uno choque con una persona real, con un hombre del que se puede decir es un hombre, para que todo cambie, para que todo en nosotros se predisponga a seguir. Yo conocí a Jesús Carrascosa, casi por casualidad, el mismo día que conocí a don Giussani; intuí inmediatamente que en estas personas había una humanidad que yo nunca había soñado que pudiera existir. A principios de los ochenta Carras empezó a dar clase en el colegio Arturo Soria, invitando a sus alumnos a vivir una amistad distinta con él y entre ellos; poco a poco se empezó a hacer evidente que vivir el cristianismo es también hoy la experiencia del ciento por uno. Aquellos primeros que decidimos juntamos, continuamos luego esta amistad en la Universidad. Al acabar nuestros estudios, quizás condicionados por la manera en que habíamos conocido la experiencia cristiana, dos de nosotros, Enrique y yo, decidimos dar clase y proponer a nuestros alumnos la experiencia que vivíamos. Siempre con una pasión grande por comunicar lo que habíamos encontrado, que no era otra cosa que nuestra amistad, en medio de la cual se hacía presente Otro más grande que nosotros. Así nacían los fines de semana en las Navas del Marqués, en el Tiemblo, en Gredos, la ayuda en el estudio, los encuentros con los alumnos y los primeros panfletos dentro de nuestros institutos, las vacaciones de invierno, los campamentos de Picos de Europa... Toda esta creatividad no salía de nosotros, sino de la historia a la que pertenecíamos. En los primeros años del movimiento aquí en España invitábamos a universitarios y bachilleres italianos a las vacaciones. Con ellos venían jóvenes profesores: Carmen, Dado, Flora, don Giorgio, siempre hemos mantenido la relación con ellos...

Por eso algunos de vosotros fuisteis en septiembre a Cervia...
Efectivamente, el deseo de continuar esta amistad, de recuperar el origen de donde brota la pasión que nos mueve, fue el motivo que nos llevó allí. Habíamos ido otras veces, también con alumnos, a algunas vacaciones de invierno, al Meeting de Rímini. Pero sobre todo queríamos participar en el gesto de inicio de curso, momento importante en la vida de G.S. (Gioventù Studentesca).

¿Cómo fue el encuentro?
Tengo que decir que nuestro viaje estuvo lleno de imprevistos, el último una grandísima tormenta que hasta levantó una parte del techado del Palacio de Deportes donde se celebraba el encuentro. El primer día, viernes día 13, el «appuntamento», como ellos dicen, era después de cenar, a las 9; una provocación a vivir intensamente el encuentro, la misa, unos bellísimos cantos del coro de bachilleres de Milán y un rumor: es probable que mañana contemos con la presencia de Giussani.

...Y el rumor, ¿se confirmó? ¿Asistió don Giussani?
Sí, allí estaba a las 10,30. Imagínate la alegría de aquellos centenares de jóvenes. Era la posibilidad de encontrar, para la mayoría de ellos, el corazón de nuestra experiencia.

Cuéntanos qué dijo, qué provocación suscitó en los «giessinni».
Yo espero que en el próximo número de la revista publiquéis su intervención íntegra. Fueron dos partes; en primer lugar habló él. Me impresionó el punto de arranque, el recuerdo de don Ricci y algo que continuamente repite y siempre suena nuevo: «De lo que se trata es de llenar nuestro corazón», recordó el principio del movimiento, lo que le llevó a dar clases en el Liceo Berchet de Milán. «Hay una belleza en todas las cosas que embiste todo el hombre y tiene como toco nuestro corazón, que vive para esta belleza». Me conmovió oírle; hablaba a aquellos jóvenes, a mí, de un modo que expresaba lo que éramos mejor que nosotros mismos, con la misma mirada apasionada que hace doce años cuando le conocí; entonces no entendía el italiano pero intuía que aquel hombre vivía de aquello que comunicaba.
En una segunda parte contestó a las preguntas que planteaban los jóvenes. El primero había estado antes en el partido humanitario. ¿Cuál era la diferencia entre el ideal y el sueño? Otro sobre la felicidad, un tercero cómo llevar el movimiento a la escuela. Una chica sobre el dolor que ella vivía. ¿Cómo no vivir reactivamente determinada por ello?
Y él acogía a la persona y la hacía ir al fondo, sin censurar nada.

¿En Italia y aquí en España los jóvenes esperan la misma propuesta?
Mira, hay una visión reductiva de los jóvenes que frecuentemente se realiza desde los círculos de especialistas, sociólogos, psicólogos, agentes de socialización, que miran al joven como un objeto más al cual estudiar y controlar. Lo estamos viendo ahora, en el problema de la droga, de las bandas ultras de los clubs de fútbol, en los sucesos de Cáceres -donde el cierre de bares nocturnos y pubs desató la violencia en las calles-, etc. «Todo lo que dicen los "especialistas" en la TV y en los medios de comunicación no logra explicar totalmente lo que sucede en la vida del joven. Estos expertos tienden a subrayar que los jóvenes están bien excepto en algunas cosas aisladas o patológicas, como aquel chaval que hace unos días se suicidó dejando escrito que no se permitiera a nadie decir que su edad es la más bella de la vida. Y este caso es el símbolo romántico de una percepción negativa de la vida, de la que la mentalidad que nos circunda está muy impregnada, incluso si esta cultura mundana confía al olvido -a los perros, al fin de semana, a una cena a la luz de las velas- la tarea de delinear al hombre un destino que de otro modo, como para aquel chaval, sería trágico» (L. Amicone).
En este sentido puede asegurarse que los jóvenes desean lo mismo, sea en Italia, en España o en cualquier parte.
Por esto allí donde surja una propuesta que acoge todos los deseos y necesidades que el hombre tiene dentro, encuentra una respuesta sorprendente e inesperada por parte de los jóvenes. Yo he aprendido esto en la experiencia de Comunión y Liberación. Lo fundamental es crear espacios allí donde la vida transcurre, que sean lugares de auténtica vida.
Y ésta es nuestra propuesta a los jóvenes, no un discurso, sino el encuentro con una presencia, no una moralina que no interesa a nadie sino la promesa de una plenitud que ya aquí empieza a experimentarse.
Yo en el instituto me sorprendo día a día porque los chavales no están cerrados, cuando te escuchan y te encuentran intuyen una verdad que no pueden negar, pero inmediatamente es como si les faltara una fuerza para seguir aquello que han visto -es como el efecto Chernobil-, la presión de nuestra sociedad y el vacío general anulan su energía...

Y entonces, ¿tú cómo les acompañas?
Nuestra presencia es una invitación continua, sin esquemas, que se dirige a la libertad de quienes encontramos. La fe cristiana no puede reducirse a una lectura de la palabra, sin nervio existencial. Por eso es fundamental estar con ellos, en los recreos, comiendo en sus mesas, durante los fines de semana, ayudándoles a estudiar, que nazca en ellos el gusto por el estudio, teniendo momentos donde se hacen claras las razones de lo que vivimos...
Como ves, toda una aventura que sería imposible (piensa en la soledad de los profesores hoy, en su limitarse a repetir lecciones que a ninguno interesan) si no existiera una compañía de gente concreta, jóvenes profesores que se nos van uniendo, ya sea porque los encontramos en nuestros institutos o porque han vivido nuestra experiencia en la universidad, unos jóvenes que jugándose con nosotros empujan a los jóvenes más allá del recinto de la parroquia a verificar la fe cristiana y a no reducirla a una fe acobardada ante la vida.

EL IDEAL
«El Ideal es una realidad: la razón humana lo conlleva en sí misma. De hecho la relación con el Ideal constituye la naturaleza misma de la razón y, por tanto, su dinámica. Este es el misterio mismo de Dios: el Ideal es tan verdadero como inaferrable y por tanto es inefable para el hombre. Una fascinación apremiante e inaferrable; es el concepto mismo de Dios.
El hombre encontraría una justificación para su ansia de posesión y poder, sería imposible para él evitar que el ideal fuera algo abstracto, nebuloso, vago, -es decir, que se transformara en ídolo, en una versión propia del misterio de la realidad- si el Ideal no se hubiese hecho oír como una palabra en la historia, identificado con una realidad humana precisa, con un hombre: Cristo. Es el momento de citar a san Juan: "A Dios nadie le ha visto; el Hijo, el Unigénito nos lo ha revelado". Es el anuncio claro e imponente de la realidad de Cristo».
Luigi Giussani, entrevista a Il Sabato),
28 de marro de 1982

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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