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Huellas N.9, Octubre 2007

CL

Cartas desde la frontera

Massimo Camisasca

DON PAOLO PEZZI
Por las calles de Rusia


Cuando un chico que se ha formado en tu seminario llega a ser obispo, multitud de pensamientos se te agolpan en la mente. Es lo que me ocurrió el pasado 20 de septiembre al recibir la noticia de que el padre Paolo Pezzi, uno de los primeros seminaristas de la Fraternidad de San Carlos Borromeo –al mes de su constitución en octubre de 1985–, había sido nombrado Arzobispo de la Archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú. Trataré de retomar esos pensamientos en esta carta que quiero dedicar por completo a este acontecimiento.
Primero me vino a la cabeza la estrecha unión que había entre don Giussani y el padre Pezzi. Don Giussani, siempre que me veía me hablaba de él. Yo sabía que lo llamaba de vez en cuando por teléfono, incluso a Siberia. De Pezzi, don Giussani admiraba la sencillez, la obediencia, el equilibrio. Le veía como a un niño totalmente abandonado en los brazos de su madre.
Luego, pensé en el camino común que hemos realizado durante estos veintidós años, en los que fue mi secretario particular y después secretario general de la Fraternidad. Guardo en la memoria su ofrecimiento inmediato y espontáneo cuando le pregunté si quería ir a Novosibirsk para asumir la responsabilidad de nuestra casa sacerdotal ahí. Durante los años de estancia en Siberia, Pezzi ha sido un apoyo importante para el obispo Joseph Werth, el primer obispo católico de esa inmensa región. Se podría decir que con él empezó una nueva etapa para la Iglesia católica. Después, quise llamarle de nuevo a Roma como vicario mío. En 2003, ante la necesidad de abrir una casa en Moscú, para que nuestra presencia en Rusia no se limitara sólo a Siberia, Pezzi dio su disponibilidad para marcharse, una vez más; para ser una vez más un pionero en una nueva situación. El año pasado, los cuatro obispos católicos de Rusia acordaron nombrarle rector del seminario interdiocesano de San Petersburgo.
Parece un camino zigzagueante, pero en realidad es bastante lineal, ya que lo único que supuso fue renovar una obediencia. Pezzi no se ha limitado a ir a Rusia. Ha aprendido la lengua de ese pueblo, se ha identificado con su cultura y su historia; pero, sobre todo a través del contacto con muchísimas personas, ha tratado siempre de entrar en el alma del pueblo ruso para aprender a amarlo.
Ahora damos gracias a Dios de que, a través de él, la Fraternidad San Carlos y el movimiento puedan ponerse al servicio del pueblo ruso de una manera aún más concreta. Lo que podía quedarse en un sueño de don Giussani ha dado frutos muy concretos de los que, evidentemente, no somos dueños.
Nadie conoce el futuro. En el fondo, lo único realmente útil e inteligente, lo que da paz es servir a Cristo en el día a día, en el tiempo que se nos concede, y servirle con todo lo que somos. El deseo del Papa, que se expresa en el nombramiento de Paolo Pezzi, nos llama a colaborar con la Iglesia a favor de una unidad más visible entre Oriente y Occidente, entre ortodoxia y catolicismo, hasta que podamos participar, como en el pasado, de una misma Eucaristía.
Dentro de unas semanas acudiré a Moscú para su consagración. Conmigo llevaré las preguntas, las oraciones, las esperanzas de muchos de los que le han conocido y seguirán ayudándole con su amistad en esta nueva etapa de su conmovedora aventura humana.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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