Va al contenido

Huellas N.9, Octubre 2007

CL - España / Apertura de curso

Una sola cosa es necesaria

Ignacio Santa María

El 7 de octubre en el Palacio de Congresos de Madrid se celebró la Apertura de curso de CL en España. El invitado principal fue Wa’il Farouq, profesor de Ciencias Islámicas en El Cairo, al que nos une un profundo vínculo de amistad y una deuda de gratitud propia de los encuentros que «una vez entrados en el ámbito de nuestra existencia, permanecen para siempre».El acto nos permitió empezar a comprender la frase evangélica elegida como lema para este curso

Es insólito que la jornada de Apertura de curso de Comunión y Liberación tenga como eje el testimonio de un joven musulmán, pero sucedió el domingo 7 de octubre en el Palacio de Congresos de Madrid. El invitado para hablarnos fue Wa’il Farouq, un hombre de 33 años, tez morena e impecable traje claro, con una ancha y luminosa sonrisa que trasluce la alegría profunda de una humanidad que ha sido cambiada por un acontecimiento imprevisto pero siempre deseado.

Un corazón inquieto
Farouq es profesor de Ciencias Islámicas en la universidad copto-católica de Sakakini, en El Cairo. De corazón inquieto, se embarcó desde niño en una búsqueda incesante de respuestas existenciales. Esta búsqueda le hizo transitar por caminos muy diversos, entre ellos un breve tiempo con los Hermanos Musulmanes –uno de los movimientos islamistas más antiguos, mejor organizados y con mayor influencia sobre todo el mundo musulmán– y el Partido Comunista, pero en ambos «no había lugar para las preguntas». Sólo en la larga amistad con un sacerdote jesuita encontró alguien que por fin no eludía sus acuciantes preguntas sobre la vida.
Cómo iba a pensar Farouq que las respuestas iban a llegar de la mano de un estudiante italiano llamado Paolo Caserta, uno más entre tantos de sus alumnos extranjeros a los que enseña el árabe. Desde el principio le impresionó la apertura y la pasión por aprender todo de este alumno, que «era como fuego», así que pronto trabó con él una hermosa amistad. Entonces, como él mismo expresa, «el profesor se convirtió en alumno».

Un encuentro para siempre
Farouq preguntó a Paolo de dónde nacía su pasión por la vida y éste le habló de Luigi Giussani. Unos meses más tarde caía en las manos del profesor la edición inglesa de El sentido religioso, cuyo autor era este sacerdote italiano.
Es fácil imaginar la honda impresión que debió producir en un buscador incansable como Wa’il la lectura de párrafos como éste: «El factor religioso representa la naturaleza de nuestro yo en cuanto se expresa en ciertas preguntas: ¿Cuál es el significado último de la existencia? ¿Por qué existe el dolor, la muerte? ¿Por qué vale la pena vivir realmente? O, desde otro punto de vista: ¿De qué y para qué está hecha la realidad? El sentido religioso se sitúa, pues, dentro de la realidad de nuestro yo al nivel de estas preguntas: coincide con el compromiso radical de nuestro yo con la vida, que se manifiesta en estas preguntas».
«Lo que más me impresionó es que quien hablaba así de la belleza y de la vida era un sacerdote. (...) La lectura de El sentido religioso ha cambiado nuestra concepción de religiosidad: el hombre religioso es el hombre de la belleza y de la vida», dijo Farouq.
Fue tal la correspondencia que sintió al leer el libro que rápidamente quiso darlo a conocer en su ámbito. De este modo, vio la luz la primera edición en Egipto (la segunda edición en árabe), de 3.000 ejemplares, que ha tenido que esquivar los canales habituales de distribución para evitar la censura.

Choque de prejuicios
Aunque sea muy discutida, la expresión choque de civilizaciones, como definición de la época en que vivimos, goza de un enorme éxito en la conciencia colectiva. El profesor Farouq, que se ha convertido en un puente entre Occidente y el mundo musulmán a través de sus clases de árabe, defiende que, más que un choque de civilizaciones, lo que existe es un choque de imágenes o de prejuicios provocados por una manipulación de la realidad. ¿Cuál es la realidad?
En su intervención Javier Prades, responsable de CL en España, así lo indicó a la asamblea: «La amistad de Paolo y Wa’il es un hecho que rompe los prejuicios y hace posible la comunicación. Existe la comunicación entre ellos, luego es posible. ¿Por qué es posible una amistad entre ellos? Porque los dos son hombres y lo que une a los hombres es más profundo que todas las diferencias».
Puso de manifiesto la falacia que presupone “la total diversidad” entre hombres de distintas culturas, según la cual no habría terreno de comparación posible entre ellos. Invitó, en cambio, a comprobar a lo largo del curso que «la comunicación es posible porque compartimos la misma condición humana». Lo que Giussani define como «experiencia elemental, el mismo conjunto de exigencias y evidencias elementales, que la Biblia llama “corazón”» permite el encuentro con cualquier hombre.
Precisamente por eso, El sentido religioso es un poderoso aliado de la razón contra la ideología y el fanatismo porque «impide al pensamiento religioso convertirse en ideología, que es el gran peligro al que se enfrenta el pensamiento musulmán», había afirmado rotundamente Farouq.

Una apertura necesaria
Javier Prades conoció a Wa’il en El Cairo hace más de dos años. Desde entonces la amistad con él es un motivo de extraordinaria gratitud, ya que cada encuentro es vocación para el cristiano. Sus palabras expresaron la admiración que todos sentíamos por lo que este profesor de árabe está haciendo por su pueblo, por Benedicto XVI –algunos amigos suyos, periodistas, acaban de publicar un libro sobre la manipulación de la prensa egipcia sobre la lección de Ratisbona– y por don Giussani, al que no llegó a conocer en persona, pero que él da a conocer a muchos porque le ha cambiado la vida. Wa’il ha sabido dar crédito a una cadena de hechos que empezaron con su madre, continuaron con el padre jesuita Van Nispen, con su alumno Paolo Caserta y nos han alcanzado en Madrid.
Reanudando el camino que venimos haciendo desde la intervención de Benedicto XVI en Ratisbona, Prades insistió en que «necesitamos aprender esta apertura. Necesitamos educar nuestra razón para que sea lo que está llamada a ser, pues nos conviene dejarnos provocar por la realidad, en una actitud de espera cotidiana».
Ante todas las cosas que nos suceden a diario, sean buenas o malas, tenemos siempre dos opciones: la apertura o la censura y es muy diferente escoger una u otra. ¡Qué determinante es que empecemos el día pidiendo a Dios, abriéndonos a Él, o, por el contrario, cerrándonos!

El famoso recorrido
Prades prosiguió señalando que el camino de la razón «no termina cuando uno cree que ha entendido, sino cuando uno se adhiere al hecho que acontece delante de sí. La apertura se traduce en amor, en adhesión afectuosa».
A continuación, nos invitó a comprobar que «esta apertura de la razón no descansa mientras no llega a reconocer al Misterio en la realidad concreta, mientras no lo encuentra en la propia experiencia como una realidad presente a la que decir “Tú”».
«La clave que resume la verdadera religiosidad es la libertad en acto –continuó–. La libertad sobre todo en aquellas circunstancias en las que, al venirse abajo el mito de la autosuficiencia, se puede ver si la libertad consiste en ser mendigos ante Dios o en una especie de resentimiento o reproche sordo y oscuro contra las cosas que están más cerca y, al final, contra la vida siempre».
Su reflexión culminó señalando que «la prueba de una verdadera religiosidad es la libertad, cuya forma expresiva es la petición a Dios dentro de la circunstancia concreta».
Y, junto a la oración, el testimonio: «El único “abrelatas” de nuestra razón limitada y tantas veces oscurecida es la existencia de testigos. Necesitamos percibir las palabras encarnadas, presentes y vivas en una amistad recíproca que nos abre a nuestro Destino, nos dice la verdad». Es el valor de la comunidad cristiana, de los testigos que tenemos al lado y que podemos mirar y seguir. Y es que «la religiosidad vivida se percibe en los hombres que viven con una profunda, dramática pero real satisfacción, una experiencia última de paz».
Realmente una sola cosa es necesaria: vivir la religiosidad que constituye la virtud de nuestra razón.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página