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Huellas N.9, Octubre 2007

CL - Brasil

La renovación que nace de Aparecida

a cargo de Renato Farina

Con la visita del Papa, «la Iglesia iberoamericana vuelve a hablar de Cristo». Giancarlo Petrini y Filippo Santoro reflexionan sobre las consecuencias de esta renovación

«La visita de Benedicto XVI a Brasil, y en especial a Nuestra Señora de la Concepción Aparecida el pasado mes de mayo, ha puesto ante el pueblo y los obispos algunas cuestiones decisivas. Éstas se hallan ya en el título que el Papa ha elegido para este encuentro y para la Asamblea general de los obispos latinoamericanos: “Discípulos y misioneros de Jesucristo”. Todo nace de la capacidad de Cristo para atraer a las personas y a los pueblos con su belleza y humanidad excepcionales, y la Aparecida es la Virgen, icono de la Iglesia que acoge y es madre, lugar de experiencia del amor».
Así habla monseñor Giancarlo Petrini, vicario general de San Salvador de Bahía. Junto a él, y confirmando sus palabras, está el obispo de Petrópolis, monseñor Filippo Santoro. La Asamblea internacional de responsables de Comunión y Liberación en La Thuile nos brinda la ocasión para este diálogo.

¿Qué situación había antes de la llegada del Papa? ¿De qué forma ha planteado el Papa su discurso? Circula la idea de que la Iglesia católica, que se alineó con la teología de la liberación que subordinaba la fe al marxismo, se ve arrollada por las sectas.
Petrini: El diario más importante de Brasil, A Folha de Saô Paolo, ha llevado a cabo una encuesta cuyos resultados se publicaron justo después de la visita del Papa. El 74% de la población (de un total de 180 millones) se declara católico. Entre 1991 y 2001 se había pasado del 83 al 73%, y parecía un proceso irrefrenable. Ahora hasta la prensa que mira a la Iglesia con recelo admite que algo ha sucedido. La Iglesia empieza de nuevo a hablar de Jesucristo. El Santo Padre lo hizo en su visita y nos anima a hacerlo también nosotros. Es la gran novedad.
Santoro: El Papa vino a Brasil a decirnos: «La Iglesia crece por atracción». Leo su discurso: «La Iglesia se siente discípula y misionera de este Amor: misionera sólo en cuanto discípula, es decir, capaz de dejarse atraer siempre con renovado asombro por Dios, que nos amó y nos ama primero (cf. 1 Jn 4, 10). La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por “atracción”: como Cristo “atrae a todos a sí” con la fuerza de su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz; así la Iglesia cumple su misión». Fue una afirmación que se repitió constantemente durante la V Conferencia de los Obispos, que se desarrolló desde el 13 al 30 de mayo. El Papa dio en el clavo: «La Iglesia crece por atracción». Esto empieza a vencer el moralismo algo obsoleto que viene de generaciones pasadas. Se empieza a hablar de la fascinación de Jesucristo, de una vida cristiana llena de belleza y significado que atrae porque responde a las exigencias del corazón de todo hombre.
Petrini: Antes este planteamiento era propio sólo de algunos grupos. ¿Quién hablaba de la fascinación de Jesucristo? Sólo algunos movimientos. Tal vez sólo uno. Ahora empieza a ser un planteamiento compartido por toda la Iglesia.

Los de CL conocemos a la Aparecida por una canción en la que una persona pide a la Virgen con la mirada.
Santoro: La visita del Papa ha renovado la experiencia de la mirada de María. Él la tenía, y la ha mostrado viva en la Virgen. Los cinco días del encuentro con Benedicto XVI han sido en su conjunto una experiencia de paternidad vivida. El Santo Padre, a quien algunos presentaban como un rígido defensor de la ortodoxia, doctrinario y arisco, se mostró un sucesor de Pedro amable, cercano en el trato, sencillo en el diálogo, particularmente con los jóvenes y de manera especial con los chicos drogodependientes de la Hacienda de la Esperanza de Guaratinguetá. Todo el mundo vio un Papa que abraza a los niños, conforta a los drogadictos, que está junto a la gente y aparta al servicio de orden para que puedan llegar hasta él los chicos rehabilitados de la drogodependencia. Todos estos momentos han ofrecido la imagen de alguien que viene a abrazar a las personas. Evidentemente, ha habido también intervenciones doctrinales precisas, sobre todo en el encuentro con los obispos de Brasil en la catedral de Saô Paolo, que marcaron puntos de referencia precisos. Lo cual no es distinto del “atractivo de Jesucristo”.

¿Qué peligros para la vida de la comunidad cristiana señaló el Papa? ¿Cómo sugirió valorar lo existente?
Petrini: El Papa no identificó a las nuevas denominaciones religiosas como la cuestión más importante (no se debe utilizar la palabra “secta” por despectiva). El problema más grave es la secularización que considera el Misterio ajeno a la vida cotidiana. Es el primero que tenemos que atacar. Sigue vigente en la pastoral de las parroquias y de muchas diócesis de Brasil una corriente que insiste en el compromiso social ocultando la dimensión religiosa, de relación con el Misterio. Y existe también otra corriente que insiste en la relación con el Misterio y en la experiencia de fe como un hecho puramente emocional. El Papa ha sabido conmover los corazones, ha establecido una relación próxima que compagina el abrazo con una extraordinaria claridad de juicio.
Santoro: El punto crucial fue la cita en el santuario de la Virgen de Aparecida. La intuición del Papa de reunir a los obispos ante la presencia de la Madre de Dios, signo del Misterio cercano, cercano a los más pobres; luego, la Conferencia Episcopal que celebra su reunión acompañada por treinta mil pobres el viernes, ochenta mil peregrinos el sábado y ciento diez mil el domingo... Todos los obispos han visto que todavía existe un pueblo creyente. Un pueblo cristiano que abraza a los obispos. Distinto de la llamada “Iglesia popular”, apoyada en una ideología afín a la teología de la liberación, según la cual el pobre es el sujeto que transforma la historia. La Conferencia de Aparecida, siguiendo a Benedicto XVI, ha proclamado que el sujeto que transforma la historia es el hombre de fe. Este hombre puede ser pobre o rico –la mayoría es pobre–, pero la experiencia de la fe, la belleza de la fe, puede transformar al mundo. La síntesis de Aparecida se plasma en dos expresiones: la alegría de ser discípulos y la alegría de anunciarlo a todos.


HOMILÍA
«Vosotros creéis en el Dios Amor: esta es vuestra fuerza, que vence al mundo,
la alegría que nada ni nadie os podrá arrebatar, la paz que Cristo conquistó
para vosotros con su cruz. Esta es la fe que hizo de Latinoamérica el “continente
de la esperanza”. No es una ideología política, ni un movimiento social,
como tampoco un sistema económico; es la fe en Dios Amor, encarnado,
muerto y resucitado en Jesucristo el auténtico fundamento de esta esperanza»

Benedicto XVI, de la homilía en la explanada del Santuario de Aparecida,
13 de mayo de 2007

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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