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Huellas N.9, Octubre 2007

CL - Brasil

Un don que pone en movimiento

Isabella Alberto

Los Ejercicios de los Memores Domini, una asamblea pública y el retiro espiritual de los sacerdotes. Crónica de siete intensos días bajo la guía de Julián Carrón

«El hombre es relación directa con el Misterio. No somos una pieza del mecanismo de las circunstancias». Fue el punto clave en el que insistió Julián Carrón en los encuentros mantenidos en Brasil. Su estancia del 6 al 12 de septiembre, tan sólo siete días, nos dejó grabada la imagen de una “roca segura”. Su primera cita fue con los Memores Domini en los Ejercicios espirituales de Latinoamérica provenientes de siete naciones. En un hotel cercano a Saô Paolo ciento setenta y cuatro personas llevaron a cabo un intenso trabajo durante cuatro días. Inicialmente, nos centramos en los Ejercicios de la Fraternidad, “Cristo me atrae por entero, ¡tal es su hermosura!”: hubo testimonios y preguntas sobre los acontecimientos de los últimos meses juzgados a la luz de los Ejercicios. Se nos hizo patente que es imprescindible nuestra humanidad para que nazca, dentro de la vida diaria, la pregunta: ¿quién eres Tú? Lo cual otorga a la realidad un gusto distinto y una intensidad insospechada. Hablando en español, con traducción simultánea para los brasileños, Julián Carrón ejerció su gran paternidad comunicando una certeza: «Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. (...) Él nos amó primero». Durante los Ejercicios, Carrón ahondo en el tema “La misión de la Iglesia” y mantuvo firme su propuesta hasta el final: ¿estáis dispuestos a responder a este desafío? Imposible permanecer indiferentes.

Preguntas y respuestas
El domingo 9 de septiembre Julián se trasladó al auditorio de una universidad de Saô Paolo en donde le esperaba la comunidad local para una asamblea pública sobre la Escuela de comunidad, a raíz de los capítulos “El don del Espíritu” y “La existencia cristiana” del libro de Giussani El camino a la verdad es una experiencia. Este bonito día cerraba el largo puente de la fiesta de la Independencia de Brasil, pero las más de quinientas personas que asistieron al encuentro no quedaron defraudadas. Al concluir, sus sonrisas expresaban gratitud por lo que habían supuesto esas dos horas. Las preguntas fueron cortas para dejar amplio espacio a las respuestas. Carrón nos reclamó en primer lugar a la relación entre don y compromiso: «Nos cuesta compaginar lo que es un don con lo que es un compromiso. Nos parecen dos cosas separadas. Sin embargo, si nos fijamos en la experiencia nos damos cuenta de que están unidas: cuando recibimos un don enseguida reaccionamos, nuestra libertad responde. Pensemos en la experiencia del enamoramiento. Está claro que nadie se enamora porque se empeñe en ello, es un don. Pero sabemos que ha ocurrido porque nos pone en movimiento: queremos volverla a ver, vamos a donde esté, queremos saber cuál es su historia, sus deseos. Todo menos quedarnos quietos».

Hombres y límites
Posteriormente, para responder a algunas intervenciones, abordó el tema del límite y la traición de los hombres. Como abrazando a una madre que planteaba una pregunta en este sentido, Carrón contestó con gran afecto: «El Misterio ha elegido este método para alcanzarnos. Y sólo existe un tipo de hombres: hombres limitados. Imagínate que una hija tuya estuviese gravemente enferma. Te gustaría que el médico que la cuidara fuese simpático, que te dedicase tiempo para explicarte todo. Te gustaría que fuese una persona comprensiva. Pero ese tipo comprensivo no entiende nada de la enfermedad de tu hija. Y después de mucho buscar te das cuenta de que el único médico que entiende de su enfermedad es un hombre feo y despreciable. ¿No estarías contenta de que ese hombre atendiese a tu hija? ¿Sí o no? Todo su mal carácter no elimina el hecho de que sea capaz de resolver el problema de tu hija. Estarías agradecida por esto. Y llega la Navidad y le haces un regalo. Si en un momento de locura prevaleciese en ti el límite del médico sobre su valía, todos pensaríamos que no quieres de verdad a tu hija. (...) No seamos tontos. Reconocemos los límites de la comunidad cristiana, pero sabemos bien que lleva dentro un tesoro, que llevamos en vasijas de barro un bien mayor que cualquier límite. De no ser así, no sería para mí. Y esto es señal de la ternura de Cristo que abraza a todos, incluso a nosotros, que somos pecadores. La comunidad cristiana es el único lugar donde se nos toma tal como somos. Porque, “siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”». Broche del encuentro fue la referencia a que el riesgo de la libertad es inevitable: «Nuestra compañía puede hacer de todo por nosotros, pero si no respondemos personalmente dejamos a Cristo, que mendiga nuestro corazón, en el umbral».

Amigos conocidos y rostros nuevos
El público recibió sus palabras en un atento silencio. Había muchos jóvenes, chicos de GS y jóvenes trabajadores. Y también familias, además de muchos rostros desconocidos, amigos de los amigos, que acudían por primera vez. Llamaban la atención una veintena de personas de Pantokrator, una nueva comunidad de la Iglesia nacida en Campinas. Conocieron a algunos amigos de CL hace unos meses y desde entonces quieren conocer el carisma de don Giussani. Otros amigos llegaron desde muy lejos. Celso, de la comunidad de Manaos, recorrió 3.900 km. Para visitar a su hija en estos días porque quería participar en la asamblea. Necesitaba tomar fuerzas para cuidar de su familia y guiar la Escuela Agrícola, una obra que atiende a 250 jóvenes de su ciudad. También asistieron las pequeñas comunidades de CL de la región de Saô Paolo y del sur de Brasil. Personas que habían conocido a Julián en la asamblea nacional del pasado mes de noviembre en Río de Janeiro y que seguían marcadas por lo que dijo de ellos: «Sois signo de un nuevo inicio».

El reto que nos lanzó a todos fue decisivo: «Podemos permanecer en el movimiento durante años y, como todos, ahogarnos en la realidad. (...) Una fe que no tiene que ver con la vida, con las relaciones y con las pruebas de la vida, antes o después dejará de interesarnos. Pero podemos llegar a ser hombres verdaderos. Esta es la promesa. Por eso estoy yo enamorado de Cristo, porque cuanto más le dejo entrar en mi vida, más interesante se vuelve. ¡Es algo que me entusiasma!».

Todo un desafío
Antes de regresar a Milán, Julián celebró otro encuentro: el retiro de sacerdotes de Latinoamérica. Eran en total 43, llegados de todos los rincones de Brasil y de 8 países cercanos. Muchos de ellos son misioneros italianos, que llevan treinta años aquí y otros recién llegados: personas que entregan su vida para edificar la Iglesia, a menudo en situaciones de pobreza, luchas políticas y violencia. El retiro supuso la oportunidad de renovar el “sí” a la propia vocación: en la medida en que Cristo domina en nuestra vida seremos libres de cualquier circunstancia.

La certeza de Carrón, su testimonio, nos permitió volver a los asuntos domésticos, al trabajo en la banca o en la obra social, al colegio o a la parroquia, con una presencia nueva en los ojos. Fue todo un desafío: reconocer a Cristo dentro de las circunstancias cotidianas hasta llegar a decirle: «Tú», hasta llegar a percibir la conveniencia humana de seguir. ¡Manos a la obra!

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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