Va al contenido

Huellas N.02, Febrero 1995

VIDA DE LA IGLESIA

La fuente de una cultura. El Señor del mundo

La gloria de Cristo está dentro de una realidad que se realiza en la historia: la Iglesia. Litterae propone el texto del Himno de la dedicación del templo, uno de los cánticos más antiguos (¿siglo V?) de la tradición ambrosiana. Fragmentos de una conversación mantenida en Riva del Garda

El Christe cunctorum dominator alme recuerda que el último y sumo pensamiento de la Iglesia es la gloria de Cristo, el demostrarse de Cristo como el único sentido del tiempo y de la historia.
El Christe cunctorum describe las características de algo experimentable, tan experimentable que constituye el contexto y el contenido de nuestra real experiencia humana y cristiana. Describe, en términos inconfundibles e inolvidables, las características fundamentales de un «lugar», que es un contexto cargado de una experiencia que desde la tierra hace subir al cielo, que desde el camino de las apariencias lleva al corazón de la realidad, que de lo efímero lleva a lo Eterno.
El señorío de Cristo sobre el mundo, sobre la historia, sobre los hombres y cada hombre, que aparecerá en su grandeza el último día, comienza a identificarse en el tiempo y en el espacio, a ser experimentable en el tiempo y en el espacio, en algo que hay entre las cosas de aquí, en algo que hay entre las cosas de este mundo, en un trozo de tiempo y espacio tallado en la roca de la jornada.
A la gran presencia del misterio del Ser, que cumple su designio en el mundo, corresponde el hombre con su verdad, frágil pero transparente en la conciencia de la Presencia continua, cotidiana, de Dios hecho hombre, muerto y resucitado y ascendido o descendido a la raíz de todas las cosas: éstas de Él nacen, de Él toman corporeidad, belleza, vida sin sombra de muerte, es decir sin sombra de mentira.
«Custódianos -pon bajo tu custodia, afianza en tu morada, en tu templo, en tu castillo, en tu casa- a tus siervos que con gran amor celebran las alegrías del Templo», celebran la alegría propia de esta construcción extraña para el mundo, imposible al mundo, de la que el mundo «se mofa pero de la que no puede apropiarse». Que tu serenidad, oh Dios, haga que ninguna tempestad llegue a turbar nuestra vida. No te pedimos que no haya tempestad en nuestra vida, sino que ninguna tempestad llegue a turbar nuestra vida y sea más fuerte que tu realeza. Y, por ésto, nuestros días serán alegres y las noches tranquilas. Alegría y paz. No rumores extraños, no peligros amenazadores, sino alegría y paz.
Estas frases, que ningún hombre había pensado jamás, se pueden pensar y por añadidura sentir porque Dios se ha hecho hombre y es Uno entre nosotros.

HIMNO DE LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO
Christe, cunctórum dominator alme. Mente suprèmi generate Patris, Siipplicum voces paritérque carmen Cerne benignus.
Cèrne, quod Templi Deus, ad decórem, Plebs tua supplex résonet per Aedem, Annuo cuius rédeunt colènda Tèmpore festa.
Haec Domus surgit tibi dedicàta Rite, ubi sumit pópulus sacràtum Corpus ex aris, bibit et beàti Sànguinis haustum.
Hic sacrosánti làtices nocèntum Diluunt culpas, perimúntque noxas; Chrismate invictum genus et creátur Christicolárum
Hic salus aegris, medicina fessis, Lumen et caecis datur: hic reátu, Christe, nos solvis; timor atque moeror Péllitur omnis.
Daémonis saevi perit hic rapina: Pérvicax monstrum pavet et reténtos Déserens artus, fugit in remotas Ocius auras.
Hic locus Regis vocitátur Aula Nempe caeléstis, rutilásnque caeli Porta, quae vitae Pàtriam peténtes Accipit omnes.
Turbo quem nullus quatit, aut vagàtes Diruunt venti, penetrántque nimbi; Hanc Domun tetris piceus tenébris Tártaras horret.
Ergo te votis pétimus, seréno Annuas vultu, fámulos gubémes,
Qui tui summo célebrant amóre Gàudia templi.
Nulla nos vitae cruciet procèlla,
Sint dies laeti placidaeque noctes; Nullus ex nobis, pereúnte mundo, Séntiat ignem.
Hic dies, in quo tibi consecratum Cónspicis Templum, tribuat perènne Gàudium nobis; vigeátque longo Témporis usu.
Laus poli summum résonet Paréntem, Laus Patris Natum, paritérque Sanctum Spiritum dulci modulétur hymno Omne per aevum. Amen.

Oh Cristo, Señor de todos y dador de la vida, generado de la mente del altísimo Padre, mira benévolo las voces y la oración de los que te suplican humildemente. Mira, oh Dios, como tu pueblo suplicante hace resonar en el templo su canto para honrar a la Iglesia, en la solemnidad anual en que celebramos la fiesta de este Templo. Esta casa se alza a Ti debidamente dedicada, en ella el pueblo toma del altar el Cuerpo consagrado y bebe de la bendita Sangre. Que las santas aguas limpien las culpas de los que han errado y supriman sus penas; con la unción es generada la estirpe invencible de los Cristianos. Aquí es dada la salud a los enfermos, la ayuda a los débiles y la vista a los ciegos; aquí, oh Cristo, nos liberas de la culpa; todo miedo y tristeza son expulsados. Aquí es liberada la presa feroz del demonio: el monstruo testarudo tiene miedo, y abandonando los miembros que tenía aprisionados, huye veloz a la profundidad del abismo. Este es el lugar realmente llamado Corte del Rey Celeste, puerta resplandeciente del cielo, que acoge a todos aquellos que buscan la Patria de la vida.
Ningún torbellino lo sacude, ni lo abate el remolino de los vientos, ni penetran en él las tempestades; tiene horror de esta Casa el Tartaro oscuro de tinieblas profundas. Por eso te pedimos que Tú digas sí a nuestras súplicas con rostro sereno; custodia a tus siervos que con gran amor celebran las alegrías del Templo. Ninguna tempestad turbe nuestra vida: sean los días alegres y las noches serenas, ninguno de nosotros pruebe el fuego, cuando el mundo desaparezca.
Estos días en los que miras el Templo a Ti consagrado concédenos alegría perenne y permanezca sólido para nuestro uso por un largo espacio de tiempo. Resuene la alabanza al Padre supremo del Cielo y se module con dulce canto la alabanza al Nacido del Padre e igualmente al Espíritu Santo por todos los siglos. Amen.


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página