Fernando de Haro (ed.) y otros
¿Qué hacemos con Educación para la Ciudadanía?
Encuentro 2007
pp. 123 – 10,00 E
Reproducimos la reseña de Carmelo López-Arias publicada en Semanal Digital del 8 de diciembre
La lucha contra la EpC ya dispone de su “manual de combate”.
Pocos pensaron, incluso tras el 14-M, que se implantaría un adoctrinamiento ideológico en la escuela. Pero tampoco sospecharon los adoctrinadores el grado de resistencia que les aguardaba.
La Educación para la Ciudadanía (EpC) era la “sorpresa” que preparaba José Luis Rodríguez Zapatero para la segunda mitad de la legislatura. Pero también la han recibido él, Mercedes Cabrera y cuantos han colaborado en el engendro, al encontrarse una resistencia activa y militante de los padres al adoctrinamiento ideológico de sus hijos. Son ya varios miles los que han decidido plantear la objeción de conciencia a la asignatura, aun habiendo sido amenazados por la ministra de Educación desde su escaño en el Congreso con negar a los alumnos rebeldes la titulación académica que les corresponde. Un gesto de auténtico heroísmo ciudadano frente a la soberbia del poder.
Argumentos para una lucha
Desde las esferas de influencia socialista se han puesto tan nerviosos que han tenido que pasar al contraataque relativizando el componente ideológico de la EpC y cuestionando la legitimidad del movimiento de rechazo.
Pues bien, para deshacer esos argumentos Fernando de Haro (director de informativos de Popular TV) ha coordinado un pequeño volumen de colaboraciones diversas en torno a la asignatura y a las razones de la lucha contra ella: ¿Qué hacemos con Educación para la Ciudadanía? (Encuentro). Son poco más de cien páginas y nueve trabajos, del mismo De Haro y de J. Restán (director general en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid), Benigno Blanco (el activo vicepresidente del Foro Español de la Familia, y todo un descubrimiento mediático en estos cuatro años de batalla por la familia y la educación, por su claridad de exposición y dominio del debate público), Ignacio Carbajosa (teólogo), María del Carmen Carrón (pedagoga), Ana Llano y Alberto Llabrés (que aportan la perspectiva jurídica), Ángel Mel (director de colegio) y José Luis Restán (director de contenidos de la COPE).
La perspectiva multidisciplinar abarca todo el argumentario sobre la gravedad del problema y las motivaciones para una resistencia activa, y ofrece razones sólidas a los padres y alumnos que ya han decidido ponerla en práctica (con o sin objeción de conciencia), o a quienes dudan de que realmente la EpC sea tan mala como la pintan. Sinteticemos algunas de esas razones, para ver sobre todo que el problema que crea la EpC no puede parchearse confiando en que profesores y textos adecuados salven la situación.
El relativismo incluye la educación familiar
Primero, conviene tener claro que la educación es un derecho de los padres consagrado por la Constitución, independientemente de la titularidad del centro, pública o de iniciativa social. Y en este segundo caso, como recuerda Javier Restán, «el proyecto educativo de un centro, su carácter propio, está preservado por la Ley y por la misma Constitución, y es una obligación que toda enseñanza que se imparta en el centro respete esta identidad y no la violente».
¿Ocurre esto último con la EpC? Efectivamente, explica Blanco. A diferencia de otros países de nuestro entorno donde existe una asignatura de similar denominación, Zapatero y Cabrera no pretenden que los alumnos conozcan el sistema social en el que viven, sino que en esta asignatura «subyace un proyecto de persona y, por tanto, una ética». Una ética basada en un único criterio: la tolerancia; pero una tolerancia «también con el bien», porque el punto de partida es «no distinguir entre bien y mal». Y como algún criterio de conducta hay que aportar, la EpC presenta «el Derecho vigente como la única fuente de criterios éticos objetivos». ¡El sueño de cualquier totalitarismo!
Pero el verdadero quid de violación del derecho paterno que implica la asignatura reside, como explica con meridiana claridad Carbajosa citando los textos legales, en que ya desde estadios muy prontos de la educación infantil (se empieza a impartir con 10 u 11 años) se intenta introducir en el alumno un espíritu de cuestionamiento hacia «los criterios y la cosmovisión en la que el niño ha sido introducido». Es decir, se prescinde de que el alumno llega al aula inmerso en una tradición (la familiar) para situar ante él todo el abanico de tradiciones posibles y fomentar un espíritu de indiferencia hacia todas (también la propia) para formarse un criterio autónomo.
¿Autónomo?
Varios de los trabajos recogen la fuerte carga ideológica que transmite la asignatura: básicamente, el relativismo, con altísimas dosis de ideología de género o feminismo radical, tan caro a Zapatero o a su poderosa vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega. Esa ideología es patente, detalla Ana Llano con pelos y señales, en diversos objetivos y criterios de evaluación de la asignatura.
Ante esta imposición odiosa, ¿cabe, además de la protesta mediática y política, la objeción de conciencia, esto es, el que un padre se niegue a que su hijo sea adoctrinado conforme a estos parámetros? Llabrés establece que, desde el punto de vista del derecho positivo y la jurisprudencia, si se produjesen lesiones reales (no sólo «potenciales o hipotéticas») de derechos fundamentales como consecuencia de la aplicación de la EpC, padres, alumnos y profesores podrían solicitar de la Administración verse liberados de recibir o impartir la asignatura. Y, de serles negado, quedarían abiertas «todas las vías de protección jurisdiccional de los derechos fundamentales».
De la LODE a la Logse, y luego la EpC
Esta obrita no debería faltar en ningún hogar donde se haya percibido la magnitud de la agresión socialista a la libertad de educación. Es clara, breve y completa, y con riqueza de matices (como en el asunto de la objeción). Pero, sobre todo, anima a resistir como paso primero para vencer en la batalla de la educación. Que algo tendrá, cuando el socialismo español, tan pragmático en otras cosas (de la OTAN a la cultura del pelotazo, pasando por el déficit público o la flexibilidad laboral), siempre lanza desde ese Ministerio sus propuestas más sectarias.
José Jiménez Lozano
Libro de visitantes
Encuentro 2007
pp. 98 – 15,00 E
Una azarosa historia rodea a este Libro de visitantes. Encontrado el manuscrito original por un viajero inglés a finales del siglo XIX en la biblioteca del Monasterio del Monte Athos (Grecia), fue copiado, traducido y, avatares del destino, vendido por los herederos del viajero como un legajo de papeles sin importancia, considerándose hoy en día perdido. José Jiménez Lozano vuelve a sacar a la luz estas narraciones sobre los hechos ocurridos en la ciudad de Belén en tiempos del gobierno de Herodes sobre la provincia romana de Palestina. Un librito delicioso y conmovedor, colmado de la sensibilidad característica de José Jiménez Lozano, que nos ensimisma con los días que enmarcan el nacimiento de Jesús.
Juan Orellana
Como en un espejo. Drama humano y sentido religioso en el cine contemporáneo
Encuentro 2007
pp. 264 – 18,00 E
El cine es actualmente el mejor espejo de la condición humana. En él se evidencia la desproporción que experimenta el ser humano entre sus deseos de felicidad y plenitud –siempre inagotables–, y su evidente incapacidad de satisfacerlos adecuadamente. Pero también el cine ha reflejado y refleja de muchas formas el hecho que se propone como respuesta a esa condición dramática: el Acontecimiento cristiano. Juan Orellana ilustra, con numerosos ejemplos y especial atención a las producciones de los últimos años, el peculiar modo en el que el séptimo arte presenta este drama antropológico, la apertura religiosa y la propuesta cristiana. Incluye también un interesante estudio sobre las relaciones entre la Iglesia y el cine en España. Como en un espejo es, además, con referencias a más de 350 películas recientes, una excelente guía para ver y sugerir cine con criterio y de calidad.
Azorín
Lo que lleva el Rey Gaspar
Clan Editorial
pp. 240 – 19,00 E
José Martínez Ruiz, Azorín, escribió más de seiscientos cuentos, y sin embargo, aquellos de tema navideño no habían sido recogidos hasta hoy en un solo volumen. Son, de entre la creación de este maestro de nuestra literatura, un compendio de veintinueve relatos de exquisita belleza literaria, de los mejores de su obra. Escritos serenamente, con un lenguaje riquísimo, se trata de cuentos profundamente esperanzados que detallan no sólo el acontecimiento de la Navidad, sino también el misterioso efecto que tuvo para los que, por azar o destino, se cruzaron en su caminar con un pesebre en Belén...
Cercanos al ámbito de la leyenda, engarzados con una escritura moderna pero formalmente tradicional, resultan en su mayoría apropiados para los oídos y los ojos de los niños, aunque estos cuentos deleitarán a lectores de todas las edades. En ellos se revela siempre el profundo asombro de Azorín ante el hecho de que el nacimiento de un niño, hace más de dos mil años, abriera las puertas de una nueva sensibilidad para la humanidad. Incluye también en el libro los dos relatos navideños que el autor firmó con su propio nombre, y que dan cuenta de tempranas preocupaciones sociales.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón