Precedida de inusual polémica electrónica, llega la adaptación del primer libro, Luces del norte (1995), de la trilogía La materia oscura (His Dark Materials) del británico Philip Pullman, un autor que dice polemizar contra el fundamentalismo religioso, pero que a nadie se le escapa que se refiere a las iglesias cristianas en general y a la católica en particular. Pullman hace gala de una rica imaginación que enseguida se ve traicionada por sus propios prejuicios ideológicos. Como afirma con mucho acierto Luis Daniel González, «es como si Pullman arremetiese contra un enemigo que se ha fabricado él mismo a base de sus propios prejuicios e incomprensiones».
La película se inicia con una explicación cosmogónica, a caballo entre el materialismo y el gnosticismo, y ofrece una cosmovisión muy forzada de mundos paralelos que se entrelazan a través de un polvo cósmico que constituye el “macguffin” argumental. Hay muchos universos en los que se conjugan diversas formas de vida, al estilo de las distintas regiones de la Tierra Media de Tolkien. Así, encontramos por ejemplo una raza de animales, los “daemons”, que representan el alma libre y cambiante de los niños. Los “daemons” cambian de aspecto sin parar hasta que los niños dejan de serlo y se vuelven adultos. Entonces ya no mutan más. Pero los niños tienen unos temibles enemigos, los “devoradores”, que les secuestran y les apartan definitivamente de sus “daemons”, es decir, les privan de su condición infantil. Estos malvados sabuesos trabajan a las órdenes del Magisterium, un Poder hermético que desde hace siglos domina las conciencias y persigue las herejías y los avances científicos. Al lado de los niños, como defensores, están los “gipcios”, una especie de gitano-piratas que encarnan los valores positivos del film, así como las brujas, que en esta ocasión son buenas.
Hecha esta descripción somera de razas y especies, el argumento se centra en Lyra Belacqua (Dakota Blue Richards), que es una niña que vive en el Jordan College de Oxford, acompañada de su fiel “daemon” y de su tío, Lord Asriel (Daniel Craig), un científico de ideas avanzadas. Hay un tabú en esa escuela del que no se puede hablar: el antedicho polvo, que es precisamente lo que ha investigado Asriel, y lo que persigue el Magisterio. Cuando Lyra es invitada por la señorita Coulter (Nicole Kidman) a hacer un viaje al Polo, descubre la terrible verdad: sus compañeros de colegio están siendo secuestrados y privados de su alma por órdenes del Magisterium. Lyra intentará salvarles y para ello contará con la ayuda de los gipcios, el Oso acorazado de Svalbard y el “alethiometro”, una brújula dorada que siempre dice la verdad, pero la del escritor, ¡naturalmente!
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