El sábado 10 de noviembre, en el marco de la Feria del Libro de Oaxaca, en colaboración con la Editorial Almadía, el Centro Cultural “La Aventura Humana” presentó el libro de Giussani sobre la experiencia educativa. Capacidad crítica, libertad, madurez personal y protagonismo pueden ser sólo fruto de un adecuado proceso educativo
El mediodía estaba radiante. Las buganvillas se lucían, orgullosamente arqueadas, y alegraban aún más el ambiente, recibiendo a los que caminábamos rápidamente para acudir a la presentación del libro Educar es un riesgo de Luigi Giussani, en el marco de la XXVII Feria del Libro de Oaxaca.
Era una alegría muy especial la que nos hacía ir a esta invitación convocada por la Editorial Almadía y el Centro Cultural “La Aventura Humana” ya que el año pasado no se pudo realizar la feria del libro debido a los disturbios tan graves y dolorosos que afectaron nuestra vida cotidiana. (cf. Huellas n. 9, 2006, pp.31-31)). Justamente en esos momentos, con el paro magisterial y el surgimiento de inconformidades políticas y sociales, había empezado con dificultad la edición de este libro con la elección para la portada de una imagen del gran artista oaxaqueño reconocido mundialmente, el ya fallecido Rufino Tamayo, denominada “La familia”. Casi como un bálsamo para el dolor social que sufríamos, el libro empezó a circular, vendiéndose y distribuyéndose mil ejemplares en menos de dos meses.
Un hecho llamativo
El hecho en sí resultó muy llamativo para nuestra pequeña comunidad. Ante esa grave situación social, quisimos dar a conocer públicamente la propuesta educativa de Giussani. Junto con los amigos de la Editorial Almadía, decidimos esperar un momento que reuniera a todos los oaxaqueños y visitantes y pensamos en que la fecha ideal sería la Feria del libro.
Así, con un público heterogéneo de unas 200 personas, a las 13 hrs. dio comienzo la presentación con las palabras de un joven universitario que, en nombre de la Editorial, señaló cómo Giussani indica la Belleza como un factor educativo esencial.
Giampiero Aquila tomó el relevo con su voz afable y rostro sonriente y empezó recordando las palabras del autor: «Yo no vengo aquí para que ustedes hagan suyas las ideas que yo les doy, sino para enseñarles un método verdadero para juzgar las cosas que les voy a decir. Y éstas son una experiencia, resultado de un largo pasado de dos mil años».
Hace 50 años como hoy
Hizo mención a los años 50 y al fermento de iniciativas juveniles que desembocaron en el 68 francés. Recreó el clima de las clases de don Giussani en un ambiente cultural marcado por las ideologías liberales y marxistas. Todavía el catolicismo era popular, se llenaban las plazas, pero ya desde entonces él se daba cuenta que estas expresiones tan difundidas no eran capaces de tocar la experiencia fundamental de la persona. Al hilo de este recorrido histórico, Giampiero Aquila, que lleva 20 años aquí como profesor, subrayó el parecido entre aquel catolicismo y la situación juvenil que se vive hoy en México.
Relató a continuación su encuentro con don Giussani: «Investigué en el mapa de la Universidad Católica de Milán dónde Giussani impartía sus clases y pude ver a 600 personas que lo escuchaban atentamente en el Aula Magna repleta. ¿Quién era este hombre que atraía a tantos estudiantes? No acudían ahí simplemente para obtener una calificación. ¿Qué me atraía al escucharle? Una enérgica afirmación de la razón como capaz de juicio y un amor extraordinario a la libertad. Eran palabras de las que se abusaba en muchos sentidos y a las que él sabía dar un peso etimológico denso, profundo, verdadero».
Giampiero continuó explicando que la educación implica la transmisión de una hipótesis de significado, de una tradición, y que ésta es responsabilidad del educador.
Un título muy sugerente
Por su parte, Dora Luz Linares Martínez abordó el contenido del libro a partir de su experiencia como pedagoga y madre de dos niños y un bebé que viene en camino. Al respecto, comentó en tono de voz pausado y cordial que el libro tiene un título sugerente, que le gusta, ya que «todos los que hemos asumido alguna vez el papel de educador, sea como maestro, padre, hermano, amigo, en cualquier caso como educadores, hemos percibido este “riesgo” en el educar, que nos refiere a cierta incertidumbre, como si no hubiera seguridad o confianza en los resultados».
A lo cual añadió: «Más aún en esta época en que la información nos rebasa y entonces buscamos caminos simplificados, recetas (“los 15 pasos para ser un buen empresario”, “los 10 pasos para ser un maestro exitoso”, “Excelente padre en 100 páginas”). Lo que tratamos es de evitar en la medida de lo posible cualquier riesgo y lograr nuestro objetivo, aunque sea limitado».
Una gran confianza en la razón
Don Giussani plantea, en cambio, un método para juzgar las cosas que él nos propone y la vida entera. Educar es un riesgo nace de una gran confianza en la razón del hombre. El autor nos muestra la verdadera dimensión de la autoridad, que es la que hace posible el proceso educativo, y valora la experiencia del joven, así como su libertad y su capacidad de verificar la experiencia que se le propone.
A continuación, señaló que «las palabras que aquí se utilizan llevan toda la fuerza y significado que les llega desde sus raíces etimológicas y no se habla de libertad, tradición o autoridad de acuerdo al significado de moda o según un lenguaje banal».
Posteriormente Linares Martínez se centró en el valor de la tradición en el camino educativo, señalando que «es necesario proponer adecuadamente el pasado», ya que sin esta propuesta del pasado, sin su conocimiento, el joven crece inconstante o escéptico. Asimismo explicó que la tradición se transmite por medio de encuentros con personas, en primer término por medio de los padres, y, posteriormente, de la familia, de la escuela, de la comunidad y la cultura. Es necesario para el desarrollo de una persona que se le transmita esta hipótesis sin la cual la realidad carece de significado.
Acompañar, ayudar, juzgar
La educación, entonces, consiste en introducir a la persona en la realidad total, mostrársela, acompañarla en este descubrimiento, ayudándole a darle nombre a las cosas, a juzgarlas.
Nos hizo, con su experiencia, un recorrido pormenorizado, ameno y preciso del libro, apuntando siempre al encuentro de dos libertades, una que busca una figura que guíe y decide libremente dejarse guiar o no; y otra que acompaña “dándose” a sí misma, y puntualizó que “dándose” porque el hecho educativo implica que el educador ofrezca su propia concepción de la vida, el significado de la misma.
Todos somos educadores si compartimos con otras personas nuestra propia experiencia.
En la feria del libro, se escucharon palabras claves para todos, incluidos los que paseaban buscando un libro y se detenían al escuchar: «Educar quiere decir implicar al otro en aquello que yo vivo; es mostrar a alguien más aquello de lo que yo dependo; es transmitir a otro algo que yo he recibido. Por esta razón, se puede ser verdadero educador solamente si se es discípulo».
Una crítica necesaria
Estas palabras resultaban nuevas, adquirían una autoridad: se puede compartir una experiencia sin tratar de que el alumno sea una réplica mía, sin manipularlo, sino asumiendo la responsabilidad de acompañarlo para que sea él mismo.
Crítica, es otro concepto fundamental para la educación que propone don Giussani.
Como educadores, como padres, esta crítica suele darnos miedo, porque implica poner en tela de juicio mucho de lo que nosotros hemos transmitido, lo que para nosotros “está bien”: «Mi hijo –continuó Doriluz– al llegar a la juventud juzgará algo que le dieron sus padres y decidirá, después de la crítica y de compararlo con las exigencias de su corazón, si desea conservarlo o no. En esto consiste la experiencia del riesgo de educar: en poner al joven cada vez más en contacto con los factores del ambiente, en dejarle cada vez más la responsabilidad de elegir. Es preciso educar en la libertad».
La propuesta educativa de Giussani resultó provocadora y pertinente en el contexto actual de la educación en nuestro país, donde lo que deseamos es formar un pueblo crítico, con raíces, maduro y libre.
Dora Luz como pedagoga, madre de familia, amiga, nos invitó a leer y estudiar este libro con un grupo de amigos. La experiencia será seguramente muy enriquecedora pues todos tenemos vivencias en el ámbito educativo y también podemos asumir personalmente el “riesgo” de educar.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón