Gregorio Fernández (1576-1636). Capilla del Santo Cristo, Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles. El Pardo, Madrid.
El nacimiento de Felipe IV, en esto no hay duda, ocurrió “un ocho de abril de 1605, un Viernes Santo, a las nueve y tres cuartos de la mañana, cuando se cantaba la Pasión”. “Un rey tan piadoso como Felipe III no miró con indiferencia este beneficio del cielo: le tuvo desde luego por uno de los más singulares... y para no olvidarse jamás de él, resolvieron se formase una efigie de JesuChristo en el sepulcro que fuese memorial y recuerdo del beneficio recibido en el día que nos representa la muerte y sepultura del Redentor”. En consecuencia de ello “mandó Su Magestad a un famoso escultor, gran siervo de Dios, que vivía en Valladolid, llamado Gregorio Hernández, que hiciese una imagen de Cristo en el sepulcro, artífice que fue y actualmente era de los primorosos Passos de la Passión, que en la dicha ciudad se sacan... Deseoso pues de complacer a la devoción y gusto de tan gran rey, dispuso los materiales, entalló el cuerpo de la imagen, el que le salió a satisfacción de sus deseos. No fue así la cabeza, dos hizo, ninguna correspondía ni al cuerpo ni a sus ideas; para formar la tercera valióse de la oración, ayunó tres días, confesó y comulgó. Y así preparado entalló la tercera, la que le salió tan devota y peregrina, que solía decir él mismo: el cuerpo yo lo hice, pero la cabeza, Dios.
Texto extraído del libro Historia del Cristo de El Pardo, escrito por Gregorio Blanco García, capuchino, sobre documentos de la época.
Caligaverunt oculi mei, a fletu meo,
quia elongatus est a me,
qui consolabatur me.
Videte omnes populi:
si est dolor similis
sicut dolor meus.
O vos omnes qui transitis per viam,
attendite et videte:
si est dolor similis
sicut dolor meus.
Thomas Ludovicus de Victoria (1545-1611)
Caligaverunt oculi mei,
Responsorio del Viernes Santo,
del Officium Hebdomadae Sanctae
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