Dos nuevas etapas de la exposición sobre los orígenes del cristianismo: en Minsk, Bielorrusia, organizada por la Facultad ortodoxa de Teología.
Y en Lagos, Nigeria, en el centro cultural más importante de la ciudad.
Las palabras de Filaret y la carta de monseñor Okogie
por JEAN-FRANÇOIS THIRY
En la sala resuenan las palabras del metropolitano Filaret: «Una vez más reiteramos nuestra convicción de que el camino cristiano es el camino de laverdad; recorriendo estas imágenes volvemos a recorrer el camino de Cristo. Cada uno de nosotros ha encontrado la fe a través de una experiencia, de un encuentro; sin embargo, estas imágenes confortan y confirman nuestra fe. Encontramos de nuevo la verdad de Cristo, que vino a la tierra para indicar al hombre el camino para vivir como hombre». Así se expresaba el metropolitano delante de la televisión bielorrusa, del embajador italiano y de un centenar de personas presentes en la inauguración de la exposición fotográfica «De la tierra a las gentes» en Minsk, el pasado 24 de octubre.
Se hizo eco de estas palabras el viceministro de Educación de Bielorrusia, quien ha subrayado que el reencuentro con las raíces cristianas es la premisa para volver a descubrir la unidad de la persona y del pueblo. En esta República, elegida en su tiempo por el gobierno soviético para implantar el experimento de la primera república-modelo atea, han cambiado muchas cosas desde 1988 (antes de esta fecha, en Minsk sólo quedaban dos iglesias abiertas). Con todo, los manuales escolares siguen presentando la Eucaristía como un acto místico-mágico de los cristianos, y por lo que respecta a los profesores de “Historia de las Religiones”, son los mismos que antes enseñaban “Ateísmo Científico”.
Desafío al laicismo
La exposición «De la tierra a las gentes» ha sido organizada por la Facultad de Teología ortodoxa de Minsk, que nació en la Universidad de Humanidades hace cinco años, obra de un grupo de amigos reunidos en torno a la figura paterna del metropolitano Filaret. El desafío que han lanzado a la cultura laica desde el comienzo de su actividad ha consistido en la presentación del cristianismo como una experiencia de fe viva capaz de transformar incluso la vida política, social y económica, y de apostar por la presencia de laicos para el testimonio cristiano en el mundo. En el marco de este trabajo, que desde hace tiempo ha implicado en una relación de amistad y de colaboración a la asociación Rusia Cristiana, el Meeting de Rímini y la Biblioteca Religiosa de Moscú, entre otros organismos, se ha presentado también la exposición sobre los orígenes del cristianismo.
En el trabajo preparatorio de la exposición se cuidó mucho la organización de los guías: Los estudiantes de la facultad se esforzaron en estudiar sus contenidos (se les hizo incluso un examen), y, ya durante el transcurso de la exposición, tuvieron el cometido de recibir y acompañar por turnos a los casi 2000 visitantes que pasaron por las salas de la Facultad de Teología. No es de extrañar que muchos de los comentarios de los visitantes se refirieran precisamente a la hospitalidad de que fueron objeto, a la relación de amistad y de experiencia compartida que nació durante la visita.
La celebración de la exposición se divulgó por medio de un programa en la televisión nacional, varios artículos en periódicos y por la publicidad radiofónica. Los principales destinatarios fueron los estudiantes de bachillerato y de las diversas facultades universitarias: la gran afluencia de público decidió a los organizadores a alargar la exposición, que debía haber terminado a finales de noviembre, hasta el 31 de diciembre.
Un registro como testigo
Es interesante hojear el registro de los asistentes, en el que muchos dan testimonio de su gratitud y relatan sus impresiones: «Que el Señor os recompense por esta exposición tan densa de significado, por las afirmaciones que hemos escuchado en las explicaciones del guía, ayuda inestimable para proseguir el camino hacia el conocimiento de la verdad y la consolidación de nuestra fe ortodoxa. Que el Señor os proteja y os ayude a continuar vuestra obra» (estudiantes de los cursos de catecismo de la catedral).
El descubrimiento del contexto histórico del anuncio cristiano ha sido uno de los elementos que más ha llamado la atención y que más ha impresionado, como se lee en el registro: «Os damos las gracias por la exposición, que nos ha permitido obtener una interesante información sobre un tema que muy rara vez se toca. Nos gustaría que la predicación cristiana pudiera asumir más a menudo una forma tan convincente» (tres estudiantes universitarios).
«Son muy interesantes los testimonios históricos sobre la vida de los primeros cristianos. Sería necesario difundir lo más posible la exposición: para muchos podría constituir un primer paso hacia Dios, una primera toma de conciencia de la presencia real de Cristo en el mundo» (padre Alexandr, sacerdote ortodoxo).
Hay quien escribe que la exposición ha supuesto para él un acontecimiento: «¡Gracias, infinitas gracias! Uno no querría irse de la exposición, como si el Espíritu Santo en persona estuviese aquí presente. Me voy con el corazón lleno de consuelo, llevando conmigo muchas de las palabras que he leído en los paneles. Que todo esto pueda volverse verdadero para cada uno de nosotros, y nos ayude en ello el único Señor Jesucristo».
Un hecho tangible
En el contexto de la exposición proliferan las experiencias de ecumenismo real, simple; desde la pensionista que, aun declarándose «no creyente» (una idea que se les ha inculcado desde hace décadas), se entusiasma por la verdad histórica «que jamás se habría imaginado», hasta todos los que dan las gracias a los católicos por haberles ayudado a ir más al fondo de la verdad del cristianismo, que «es una única verdad para todos, la verdad viviente de Cristo».
El vicedecano de la Facultad de Teología, el padre Igor Adrianov, ha subrayado la importancia del evento porque demuestra una vez más que «Cristo no es una idea, una ideología, sino una vida». Y esta misma certeza ha constituido el núcleo central de la intervención del padre Scalfi, en la inauguración de la exposición: «Lo importante es la persona de Cristo, como acontecimiento histórico que determina nuestra vida. No son valores comunes los que nos unen, sino un hecho histórico, un hecho histórico presente». Durante la inauguración, este hecho histórico se hizo tangible para todos, se transformó en una fiesta por la gloria de Cristo cuando el metropolitano se unió al coro de jóvenes para cantar algunas piezas de la liturgia ortodoxa. Una fiesta para la gloria de Cristo que, con el trasfondo de las primeras imágenes del cristianismo, ha implicado a la figura austera y solemne de Filaret, a nosotros mismos, a funcionarios públicos y personalidades del mundo diplomático, a docentes y estudiantes, a ortodoxos y católicos, haciendo evidente la continuidad y la actualidad de la historia que desde hace dos mil años renueva la faz de la tierra.
por CHIARA MEZZALIRA
Desde el 25 de octubre hasta el 2 de noviembre la exposición del Meeting «De la tierra a las gentes» estuvo instalada en el centro cultural más importante de Lagos, organizada por el movimiento de Comunión y Liberación con la colaboración del Comité para el Jubileo del 2000 de la archidiócesis de Lagos y de la nunciatura apostólica de Nigeria. Nigeria es el tercer país africano, después de Uganda y Kenia, que hospeda esta exposición.
En los meses precedentes, habíamos invitado a parroquias, congregaciones y universidades, mediante una carta de presentación del arzobispo, monseñor Anthony Okogie, a realizar un trabajo conjunto. Entre otras cosas, propusimos tener algunos encuentros para formar a los guías que después explicarían la exposición a los visitantes. Rebasando toda expectativa, más de cien personas ofrecieron su disponibilidad y acudieron fielmente a los encuentros. También implicamos a los colegios en este trabajo de previo, hasta el punto de que ha sido reconocido como actividad didáctica por el Ministerio musulmán de Educación.
Durante la preparación fue importante el apoyo prestado por el pronuncio apostólico, monseñor Cario Maria Viganò, que nos brindó la ocasión de presentar la exposición a los obispos de Nigeria, reunidos en asamblea para la preparación del Jubileo del 2000. Diez de ellos nos han pedido posteriormente poder llevar la exposición a sus diócesis.
La ceremonia de apertura fue una gran fiesta en la que participaron más de mil personas. Estaban presentes dignatarios, embajadores, representantes del Gobierno y de diferentes confesiones religiosas. Para nosotros fue una verdadera sorpresa. Mientras escuchábamos a los coros que cantaban cantos locales y de la tradición de la Iglesia, nos venían a la cabeza las palabras de san Pablo: «Llevamos un gran tesoro en frágiles recipientes». Y al final cantamos juntos con más fuerza el Non nobis, como testimonio del Hecho que nos mueve.
La noticia de este evento tuvo también eco en los medios de comunicación. A Iovita, una joven profesora amiga nuestra, le invitaron a un programa de televisión precisamente para presentar y explicar la exposición.
Hacia la mitad de la semana, nos vimos para tomar el pulso a la situación. Francis, un joven trabajador de la clínica St. Kizito, decía: «He estado acompañando a dos chicos que no decían ni una palabra. Yo estaba preocupado y esperaba que antes o después surgieran sus preguntas. Pero nada. Callados como muertos. Una vez
terminada la visita, se fueron. Una hora después volvieron... ¡con sus amigos!». Y William, un estudiante universitario: «Querría que la exposición no acabase nunca. Cuanto más la explicaba más ganas tenía de entenderla mejor. Es algo que le interesa a mi persona».
Y también Eno, que es universitaia, intervenía así: «Al principio tenía miedo y hablaba en voz baja; después me fui animando y me volví audaz hasta el punto de pegar el manifiesto en la puerta de mi habitación en el college después de que lo habían arrancado dos veces. ¡Así que han tenido que despegarlo trocito a trocito!». Fabien, también universitario, hizo de guía de un grupito de musulmanes y al final uno le dijo: «Tengo que traer a mis amigos, porque he entendido que Cristo es de verdad hijo de Dios; Mahoma era sólo un mensajero. De él no tenemos toda esta evidencia histórica». Una monja irlandesa nos preguntó si los guías habían hecho un cursillo en el extranjero para prepararse. Seguro que a ella no le había tocado aquel amigo nuestro que, quizá por la emoción, había llegado a decir al explicar un panel: «Un cristiano del siglo segundo llamado “Anónimo” escribió una carta a un pagano llamado Diogneto...». Por otra parte, en Nigeria, hablar del Mar Mediterráneo, del Imperio Romano, de los griegos y de los latinos ciertamente excita la imaginación y probablemente suscita la curiosidad, puesto que durante la semana más de 5000 personas visitaron la exposición.
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