Nace en Milán el “Centro de estudios sobre el ecumenismo” para la profundización de la experiencia religiosa del hombre moderno y contemporáneo.
Desde la perspectiva de la cultura como un hecho originalmente ecuménico
La actividad del “Centro de estudios sobre el ecumenismo” se inició con la primera reunión del Comité científico que tuvo lugar en Milán el 8 de noviembre pasado. Este centro fue fundado en la primavera del año 1997 con la finalidad de estudiar «la experiencia religiosa del hombre moderno y contemporáneo desde la perspectiva de la cultura como un hecho originalmente ecuménico».
El Centro, al que se han adherido diversas personalidades de la cultura internacional —entre las que se encuentran Nikolaus Lobkowicz, David Schindler, Michael Waldstein, Javier Prades, Julián Carrón, José Miguel García, Javier Martínez, Fidel González, Angelo Scola, Eddo Rigotti, Romano Scalfi, Evandro Botto, Giovanna Rossi—, nace con la intención de llevar a cabo una colaboración efectiva entre quienes han advertido en estos últimos años la necesidad de una renovación cultural seria y viva, fundada sobre bases sólidas y abierta a cualquier signo de auténtica novedad.
«El proyecto del Centro coincide con las personas que lo constituyen — afirmó Eddo Rigotti, Presidente del Centro, introduciendo la reunión—; su programa son nuestros programas compartidos y enriquecidos con la aportación de cada uno».
Sobre la naturaleza del Centro — que tiene una estructura ágil y dinámica— y sobre su finalidad se desarrolló una apasionada discusión en la que también participó don Giussani.
Después de dejar para otro momento las cuestiones de organización, se centró la atención sobre el valor y la importancia del ecumenismo teniendo también en cuenta los múltiples matices que este término ha adquirido en los últimos años.
Tradición e ideología
Provocado por algunas preguntas, don Giussani aclaró por qué insiste tanto sobre el ecumenismo, no sin antes haber recordado que, desde el principio, la experiencia que con él comenzó en las escuelas milanesas ha sido «ecuménica en el sentido objetivo del término», como se documenta a través de ese «gesto ecuménico» que fue “il raggio”. «Empecé a usar la palabra ecumenismo —afirmó— cuando comprendí que no podía usar ninguna otra para condenar la ideología. El perjuicio para una cultura, e incluso para tanta teología cristiana, está en quedarse en una ideología». La ideología reduce inevitablemente la realidad, reuniendo y seleccionando «todo aquello que se ve, se toca y se usa» sobre la base de un a priori que no se justifica pero que la razón asume como principio propio. Una cultura auténtica, sin embargo, nace de un acontecimiento y debe su desarrollo a la continua propuesta de tal acontecimiento; de hecho «el desarrollo del factor original es, necesariamente, un acontecimiento, una serie ininterrumpida de acontecimientos».
En esto reside el nexo entre cultura y tradición, («la tradición expresa la permanencia del acontecimiento y le sirve de vehículo en cada momento»), y entre cultura y ecumenismo, términos que para el cristianismo son sinónimos. Ya habíamos dejado claro que por ecumenismo no debe entenderse una genérica «tolerancia», a menudo causa de indiferencia, sino una «mirada que vibra con un ímpetu que es capaz de exaltar todo el bien que hay en la totalidad de lo que se encuentra» y el «amor a la verdad, aunque sea un simple fragmento, que está presente en cualquiera».
Durante la discusión se focalizó la cuestión esencial: que esta perspectiva no se consigue por la fuerza de una organización, sino gracias a la constitución de una unidad de personas que sea «un punto continuamente generador», el cual «ordenando el bagaje de ideas y método», sea el «centro de profundización y propagación de una vida». Alguien, en ese momento, se acordó de que en ocasiones anteriores el concepto de milagro se había referido al ecumenismo y, de forma significativa, a la unidad de los cristianos: «El milagro es la unidad entre nosotros y el ecumenismo» (L. Giussani, Padua, 1995); «Si el primero es la unidad de los cristianos, el segundo milagro supremo es el ecumenismo» (L. Giussani, Madrid, 1995). Idea que don Giussani ha retomado y profundizado cuando sostuvo que «el “brotar” del pensamiento es una gracia de Dios que El concede a quien quiere» y que el cristianismo en el mundo no es un “estar en contra", sino una manera de pensar y sentir que valora todo». Clara afirmación, esta última, que nos recuerda otra contenida en un artículo suyo de 1954:«Jamás el cristianismo se desarrolla en la historia como un armazón de posiciones que hay que defender, y que se relacionan con todo lo nuevo como pura antítesis; el cristianismo es el principio de redención que, al asumir lo nuevo, lo salva».
Protestantismo y ortodoxia
Que algunas personas compartan semejante actitud y se comprometan libremente a «trabajar juntas», para expresarla y desarrollarla con coherencia, es lo que «llega a convertir en gusto lo que es un deber», comentó al concluir don Giussani. En la segunda parte de la mañana se expusieron los “Proyectos de investigación”. Se ha comenzado así una amplia y articulada investigación sobre el “Protestantismo americano” bajo el aspecto filosófico y teológico (está previsto también un congreso historiográfico y la publicación de una serie de volúmenes); se trazaron las líneas de una investigación sobre la ortodoxia con especial referencia al periodo que precedió a la revolución de octubre; se hizo un balance de los estudios que se están desarrollando en España sobre la historicidad de los Evangelios; se proyectaron una serie de investigaciones sobre “La comunicación en el diálogo religioso”, “El estudio y la enseñanza de la Historia de la Iglesia” y “Cultura occidental e Islam”.
«Ecumenismo es la palabra fundamental, la clave, culturalmente hablando, del desarrollo de nuestra conciencia en este momento.
Hay que entender bien el significado de esta palabra frente a la reducción llevada a cabo por la mentalidad dominante»
(L. Giussani)
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