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Huellas N.01, Enero 1998

COLABORACIONES

Cartas

a cargo de Estrella Pérez

—AMÉRICA LATINA
1962

En el transcurso del último viaje a Brasil para realizar los reportajes de la serie Huellas de América Latina, mientras buscaba material escrito y testimonios acerca de los inicios de la presencia misionera de Comunión y Liberación en Brasil, he encontrado, manuscrito, el texto que publicamos a continuación. Lo tenía nuestra querida amiga Rosetta, a quien le doy las gracias por habérmelo mostrado. En este año de viajes he conocido muchas comunidades del movimiento que se extiende por América Latina, comunidades de lengua española y portuguesa, y los apuntes del lejano 1962 me han parecido de tremenda actualidad.
Alver, Milán

Directrices de don Giussani para la misión en Brasil (dadas el 24 de mayo de 1962)
— hacer para todos;
— seguir siempre las directrices marcadas;
— dejar a un lado limitaciones y errores;
— hacer lo que se debe, no sólo lo que interesa;
— tomar posiciones justas, sin exclusiones;
— simplificar: lo universal nos vuelve más agudos y nos conforta (esto vale incluso para los detalles, en los cuales es mejor no insistir);
— cuidado con la soledad: puede exasperar el esfuerzo por seguir las directrices; la ley fundamental es la adaptación (que implica una mortificación);
— la fidelidad a lo que vale (es lo único que da testimonio); no la astucia, ni siquiera la capacidad de adaptación.
NB: es muy fácil tener pretensiones...

Normas para los primeros que partieron hacia Brasil (23-12-1962)
— observar las reglas rezando las Horas en común (si se puede) y asistiendo juntos a la misa;
— meditar personalmente la liturgia;
— leer algún texto espiritual y estudiar juntos un texto (en portugués);
— rezar a menudo el rosario (usar el rosario vasco);
— salvaguardar el tiempo de silencio y el sueño;
— “raggio” semanal (a partir de un tema del grupo, si lo hay);
— mantener la relación con el Centro del movimiento, todas las semanas.

—BRASIL
Genialidad cotidiana
Querido don Giussani: Ha venido a verme Alver; he aprovechado para entregarle esta tarjeta, en la que le mando mi afectuoso saludo. No pasa un día sin que haga memoria de usted en la oración al Señor, y, en el trabajo cotidiano, sus enseñanzas con la palabra y el ejemplo me sirven constantemente de consuelo y ayuda, sobre todo en los momentos difíciles y frente a las cuestiones complicadas, pero también en la sencillez cotidiana, donde se esconde la verdadera genialidad de la vida. Que el Señor le sostenga y le proteja. ¡Gracias, gracias!
padre Pigi, Belo Horizonte

—RUSIA
Razón y religión
Querido don Giussani: Le escribo para agradecerle sobre I todo el libro El sentido religioso. María Rosa me lo regaló hace cinco años. Con él comenzaron las discusiones, después mi participación en la Escuela de Comunidad, el encuentro con Cristo y el derrumbamiento del mundo que con tanto cuidado me había construido. Hace seis meses me invitaron a dar charlas sobre moralidad una vez al mes en un instituto. Para desarrollarlas he utilizado las tres premisas del libro. Al entrar en el aula, leí perplejidad y curiosidad en los rostros. En realidad la mayoría de mis alumnos eran mucho más viejos que yo. Pero tres o cuatro se tomaron en serio el trabajo. A pesar de la libertad, de la que tanto se habla en Rusia, me habían advertido de la imposibilidad de utilizar cualquier palabra ligada a la fe y a la religión. Sin embargo, al finalizar la clase me hicieron sólo una pregunta: «¿Qué se puede decir de la fe en Dios? ¿Quizá que la razón y la religión no se contraponen? ¿Que el método del que nos ha hablado hoy no pierde su sentido en el impacto con la religión?». Les hablé de mí y de mis amigos a través de los cuales encontré la fe, pero dos o tres voces me interrumpieron: «Lo que usted dice de la fe no se parece en nada a lo que he escuchado y encontrado hasta ahora...». «Usted no habla de religión, sino de las preguntas que apremian a todo hombre...». Al mes siguiente tuve otro grupo. Me hacían preguntas y añadían: «En realidad sobre esta cuestión piense esto y esto, y nada de lo que diga me hará cambiar de opinión. Le ruego que me responda, le escucho». Al volver a casa lloré. Por la tarde, cuando María Rosa se enteró de le que había sucedido, me dijo: «A nosotros se nos ha dado una gran gracia y la posibilidad de plantar una semilla. Lo demás está en las manos de Dios y no depende de nosotros El Señor sabe cuándo y cómo la hará germinar».
Tanya, Novosibirsl

—ESPAÑA
Un bien para el mundo
Publicamos la carta que dos amigas le han escrito a su profesora como testimonio de que «a Su tiempo» todos estamos llamados a ver el fruto humano de la fe.

Querida Pía: Te escribimos esta carta para darte las gracias. Gracias por haber dicho sí a Cristo, ya que esto ha hecho posible que nosotras le hayamos conocido. Para nosotras eres una madre, porque nos has introducido en una humanidad nueva. Te escribimos ahora, pues estos dos o tres últimos meses estamos conmovidas por la belleza que tienen nuestras vidas. Por eso hemos querido volver al origen, preguntándonos de dónde ha surgido en nosotros este cambio. Y el origen eres tú, tu rostro concreto a través del cual Cristo nos ha abrazado. Que Dios se haya hecho hombre es algo escandaloso. ¿Dónde nos toca el escándalo? En que Cristo pasa a través de ti, a través de la presencia y los límites de personas concretas. La carnalidad de Cristo, el Misterio mismo, nos ha tocado, nos ha abrazado, sobrepasando los límites, las dificultades, los caracteres, y esto es algo de otro mundo. Te pedimos que sigas diciendo sí a Cristo, cada mañana, cada día, porque tu sí ha sido y es un bien para el mundo.
Sonsoles y Miriam, Miraflores de la Sierra

—ITALIA
Tragedia misteriosa

El pasado lunes 5 de enero, mientras se celebraba Una fiesta en Padua, se produjo un accidente en el que perdió la vida Massimo, de 32 años, y varias decenas de personas resultaron heridas, algunas de forma gravísima, hasta el punto de ser necesario pedir el milagro de su curación. Nada más recibir la noticia de la explosión, don Giussani ha dirigido a la comunidad de CL de Padua y a todos los grupos de Fraternidad de Italia el siguiente mensaje, invitando a realizar gestos de petición para las familias afectadas de forma tan grave por esta tragedia misteriosa:
Por medio de la Fraternidad de Padua el Señor nos dice algo a todos nosotros.
Como primera reacción, al oír la noticia de la tragedia que ha afectado a la Fraternidad de Padua —misteriosa, del mismo modo que es misteriosa la muerte de Jesús—, pidamos ante todo que, por mediación de la Virgen María, el Señor ayude a nuestros amigos del Véneto. El sentido misterioso de esta tragedia —sin que podamos comprender el modo en que Dios actúa entre los hombres— es un reclamo a nuestra conversión, para que cada uno de nosotros contribuya en su historia a la gloria de Cristo, muerto en la cruz y resucitado.
Vivamos por ello todos juntos el dolor de este momento.
don Giussani
Milán, 6 de enero de 1998

Ponerse en marcha
Quiero contar lo que ha supuesto para mí realizar junto con unos amigos de Coslada un proyecto de dinamización juvenil dirigido a los chicos de nuestra ciudad.
El proyecto, al igual que la idea de la que nació la asociación “La Compañía”, surgió de la necesidad de tener un lugar físico donde hacer la Escuela de Comunidad, estudiar, invitar a nuestros amigos, vernos,... Pero nos dimos cuenta de que el trabajo que habíamos comenzado en la parro-quia debíamos comunicárselo al mundo entero.
La idea del proyecto era plasmar en el papel lo que ya veníamos haciendo desde hacía varios años. Decidí ponerme en marcha, aun sin perder de vista el que constituye “mi ambiente” habitual, que es la Universidad. Una vez metidos en la dinámica de necesidades propias del proyecto, me di cuenta de que lo que yo quería expresar (las razones de por qué hacemos todas y cada una de las actividades: campamento, estudio, caritativa,...) lo decía con palabras de lo que la Escuela define como “socialmente admitido”: al cristiano se le tolera dentro de la sociedad siempre y cuando se limite a hacer lo que otros establecen como “políticamente correcto”. Para superar esta dificultad me ayudó recordar la primera frase del texto de Formigal: «Estamos llamados a ser la memoria del mundo». De este modo he comprendido que detrás de las setenta y dos páginas que ha ocupado el desarrollo del proyecto y que no parecen decir nada distinto a lo que proponen otras asociaciones mundo. Hemos descubierto la Iglesia como el lugar donde todas nuestras exigencias encuentran respuesta porque ahí vive Quien las ha creado. Esto es, pues, lo que proponemos y merece la pena hacerlo públicamente, como lo hicieron los discípulos de Jesús.
Nuria, Coslada

Trivolzio: tres años después
«Hola, ¿hablo con el parroco de Trivolzio?». «Sí». «Mire, salimos ahora mismo de Turín, necesitamos pedir inmediatamente una gracia a san Riccardo ¿encontraremos la iglesia abierta?». «Hola, soy Chiara, de Pavia, esta tarde a las siete iremos a la iglesia a rezar un rosario y a pedir a san Riccardo por el padre de un amigo nuestro. ¿Estará abierta la iglesia?». «Hola, a la hora de la comida, sobre las 13h, necesito ir a la iglesia a pedir a san Riccardo. ¿Está abierta?». Ahora la iglesia está abierta desde la mañana a la tarde. Y, siempre, a cualquier hora, hay alguien rezando ante la urna de san Riccardo. En particular, los ciellini, jóvenes o adultos cuando tienen una necesidad corren aquí y: «San Riccardo, acuérdate de nosotros». Los jóvenes llegan durante toda la semana y también a la misa del sábado por la tarde. Sobre todo son ellos los que escriben en el libro de registro. «Es la primera vez que escribo a un santo...» y al santo le piden: comprender su vocación, el proyecto de Dios, la conversión, curaciones... y también que les vayan bien los exámenes, encontrar verdaderos amigos, el novio adecuado, comprender a sus padres...Son bellos los verbos con los que se dirigen a san Riccardo: te confío, ilumíname, cura, intercede, te agradezco, dame, te ruego, te pido, te ofrezco... Y por la mañana llegan las familias con tres, cuatro, siete hijos. Y también matrimonios que piden a san Riccardo ten hijos (y san Riccardo no se muestra sordo a estas súplicas) y también hay parejas que piden ayuda porque los hijos son muchos. Y san Riccardo está allí con todos y para todos. Es interesante resaltar que aunque hay muchos niños en la iglesia no molestan nunca. Están tan a gusto en la iglesia, y besan con tanto entusiasmo la reliquia de san Riccardo, que despiertan ternura. Y además los ciellini traen más gente. Gente que desde hace más de 20 ó 30 años no se confesaba, gente que tiene un dolor, un problema, una preocupación...Y san Riccardo está allí con to y para todos.
Don Angelo, Trivolzio

El rostro de un amigo
Querido don Giorgio:
Antes de Navidad vimos en clase la película El séptimo sello, de Bergman, y, aunque entre mis compañeros no fue muy apreciada, a mí me impresionó mucho. Pero no fue tanto la película lo que me conmovió cuanto el rostro de mi profesor que, tras encenderse las luces, me encontré de frente. Me pareció extraordinario... porque en él había algo verdadero, algo que no he podido olvidar. Expresaba una gran pasión mientras nos explicaba la película, pero no eran simplemente sus palabras las que me hablaban... era su corazón, era él mismo. Viéndole me he dado cuenta de que Dios está aquí en medio de nosotros. A partir de ahora no podré mirar a mi profesor, a mi amigo, sin darme cuenta de que ¡Él está siempre! Es uno de los mayores dones que he recibido gratis, sin hacer nada... «¡Qué grande es Dios, y qué grande nuestra vida!». Hubiera querido escribirte algo de mis problemas, pero ahora me doy cuenta de que frente a todo esto no soy nada. La única pena que me queda es la de no ser capaz de ser para mis padres lo que mi amigo es para mí, no consigo hacerles comprender qué importante es todo lo que vivimos. No me queda más que pedir, pedir, sinceramente pedir. Ahora sé que es un don.
Alice, Milán

Non nobis
Domingo 5 de octubre: Luca, estudiante de ter-cero del Instituto Técnico “A. Righi” de Chioggia, ha recibido el bautismo, la confirmación y la comunión en la iglesia parroquial del Santo Spirito de Sottomarina. Para la ocasión su profesor de religión, Piergiorgio, ha querido recorrer la historia de Luca a través de una conmovedora carta.

Queridísimo Luca: ¡El I domingo será un gran día para ti! Estoy tan ansioso como tú de que entres a formar parte de la Iglesia, de los amigos de Cristo, de aquella cadena de hombres y mujeres que han marcado la historia desde que los dos primeros, Juan y Andrés, siguieran curiosos a Cristo: «Rabbi, ¿dónde vives?». Tu historia ha comenzado con la mía. En los bancos de la escuela, en la hora de religión, entre las matemáticas y el italiano. Esta horita, esta hora, ha sido tu hora: «Era casi la hora décima...» Yo guardo en el corazón el encuentro contigo, cuando reconocí en tu «Profesor, no sé nada de religión» una pregunta más grande que un poco de información religiosa. Era la pregunta de un Rostro que se fue dibujando en nuestros encuentros del sábado, allí, en Cenáculo, entre un plato de pasta cocida por el otro Luca y los terribles macarrones all'a rrabbiata de Lorenzo. Y somos nosotros, amigos del Cenáculo, los que tenemos que darte las gracias porque comprender tu pregunta nos ha hecho volver a descubrir la nuestra, enseñarte a rezar y el signo de la cruz (nos tomarían por locos aquella vez que te lo enseñé en el coche), nos ha hecho pedir y persignarnos más verdaderamente. No Le has elegido tú, sino que Él te ha elegido a ti y ha inventado una historia extraordinaria, en la que nosotros somos un vehículo de su testimonio. Ama esta historia que comienza con la gran disponibilidad de tus padres, el desafío que ellos han planteado a tu libertad. A pesar de haber hecho una elección distinta de la tuya, han consentido plenamente la tuya y se han dado cuenta de que coincide con tu libertad. Tú, a los 16 años, Lo encuentras hoy en el sacramento quizá de un modo más pleno que muchos de tus compañeros, que hoy se encuentran inciertos, confusos y trastornados. Jesús ha tenido esta ternura contigo: ha protegido tu corazón y lo ha custodiado durante 15 años, después te ha puesto en mi camino, en nuestro camino. «Non nobis Domine, sed nomini tuo da gloriam». No te lo traduzco porque ya lo cantas junto a nosotros y sabes lo que quiere decir. Te abrazo en Cristo.
Piergiorgio, Sottomarina

Regalando una suscripción
El año pasado, cuando Tracce lanzó su campaña de suscripciones, pensé regalar alguna suscripción a alguien que pudiera estar interesado. Un día estaba en una reunión de mi parroquia y tenía la revista en la mano. Una catequista amiga mía me dijo que si podía echarle un vistazo. Le gustó en cuanto la hojeó un poco y decidí regalarle la suscripción, pensando, no obstante, que el suyo era un entusiasmo pasajero. Sin embargo, al cabo de algún tiempo me la encontré y, radiante de alegría, me dijo que había recibido el cuadernillo inserto en la revista con la intervención de don Giussani titulada Si no fuera tuyo, Cristo mío, me sentiría criatura finita. Enseñándome el librito todo subrayado y lleno de anotaciones en los márgenes, me dijo que era lo más bello que había leído en muchos años. Las frases escritas expresaban lo que ella vivía pero no sabía decir. «Giussani expresa completamente el deseo de mi corazón». A mí el librito en cuestión me había costado mucho leerlo y no había comprendido casi nada, incluso después de que me hubieran explicado varias cosas. Este hecho me ha demostrado que en verdad nuestra propia conversión, la adhesión a Cristo, no depende de nosotros sino que es un don del Espíritu Santo que el Señor dona a cualquiera, también por medio del movimiento y a quien no es del movimiento. Cuando nos separamos le dije: «Nos volveremos a ver y espero que me expliques ese cuadernillo». Y, en efecto, nos hemos visto un par de veces y hemos trabajado juntas sobre el texto ayudándonos con los apuntes que yo había tomado en los encuentros de Escuela de Comunidad.
Carmen, Roma

La herida y el misterio
Querido don Giussani: Nuestra pequeña Agnese, de cuatro meses, murió repentinamente el viernes 21 de noviembre. El desgarro y el dolor han abierto una herida en nuestros corazones de padre y de madre, herida que no se cerrará más que en el cielo, cuando Agnese, junto a Cristo y María, nos tome entre sus brazos. Pero por esta herida abierta ha entrado de repente, con fuerza, el Misterio, para que ningún aspecto de nuestras personas y de la realidad quedase abandonado al vacío y a la desesperación. Tenemos el corazón colmado de gratitud por estos cuatro meses durante los cuales el Señor ha llenado de gracia nuestra vida y nuestra casa con la presencia serena e inefable de Agnese, mirándonos a través de los mismos ojos abiertos de nuestra pequeña. Tenemos el corazón colmado de gratitud por nuestra familia, por la veneración con que nos miramos ahora, por nuestro pequeño Luigi de tres años y medio, al que acompañamos en esta prueba tan dura también para él. Ahora, cada vez que recitamos el Ángelus y decimos: «El Verbo se hizo carne y habita entre nosotros», afirmamos con todo nuestro corazón y con toda nuestra razón que nuestra pequeña Agnese está viva y presente en medio de nosotros, que nos ha sido dada para siempre, que nuestra paternidad y maternidad para con ella son para siempre, y que todo es para gloria de Aquel que «habita» ahora entre nosotros. Tenemos el corazón colmado de gratitud por el espectáculo de nuestra amistad y fraternidad, por el milagro de esta amistad divina que se ha manifestado estruendosamente en aquello por lo que existe verdadera-mente: la amistad tierna, fiel y familiar de Jesús. Estamos agradecidos al Señor por tu presencia, por el don de la obra que ha generado y genera a través de ti. Estamos agradecidos por tu paternidad que de hijo en hijo (y especialmente a través de los Memores Domini)! ha llegado hasta nosotros, nos ha elegido, amado, educado y hecho capaces de acoger y abrazar el Misterio en esta hora. Tu paternidad es signo de la Paternidad de Dios para todos nosotros.
Andrea, María y Luigi, Forlí





 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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