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Huellas N.08, Septiembre 2019

PRIMER PLANO

La opción de la paz

Muhammad Al Issa y Olivier Roy

El islam político, el espacio que deja al radicalismo, la importancia de los textos.
Y una lucha contra el nihilismo que nos afecta a todos. En el Meeting, el diálogo sobre estas cuestiones se dio sin reticencias, abriendo camino a un trabajo común. Como vemos en la confrontación entre el líder de la Liga Musulmana Mundial y el islamólogo Olivier Roy.

MUHAMMAD AL-ISSA. El término «islam político» tiene una historia muy vieja, muy larga. Desde el punto de vista teórico, empezó en el siglo XX. El islam político -en la práctica, no en la teoría- comenzó mucho antes, cuando empezaron a utilizarse eslóganes que se convirtieron en expresión de ambiciones políticas. La gente que usaba esos eslóganes reducía el islam a objetivos políticos, olvidando y descuidando los valores humanos y el espíritu auténtico del islam.
Sus teorizaciones modernas, iniciadas en el siglo XX, dieron lugar a debates políticos que trataban de acabar con los textos religiosos y promover, en cambio, sus ideas políticas. Ideas que se desarrollaron con el tiempo y que incluso se transmitieron mediante libros y conferencias, y durante los últimos sesenta años han difundido un pensamiento dominante por todo el mundo islámico. También han influido en muchos instrumentos de estudio difundidos por ciertos países islámicos, lo que ha tenido resultados muy negativos. Surgió un pensamiento islámico moderado que contrastaba esas ideas, pero no se organizó de manera orgánica, como en cambio sí hizo el islam político. A causa de la hegemonía del pensamiento del islam político, se dio también una cierta resistencia a desarrollar el islam moderado, y por tanto el islam político se hizo mucho más fuerte.
Ese islam político se hizo también con teóricos, pensadores que lo apoyaban, que se hicieron famosos e influyeron muchísimo en el mundo islámico. Se trata de un pensamiento muy pragmático, que manipula conceptos para lograr sus objetivos, pero al final debe volver a medirse con su inicio y con aquello a lo que ha renunciado.
Este pensamiento fue la base de las ideas extremistas, del extremismo violento y también del terrorismo. Los símbolos actuales del terrorismo, como el Estado islámico y Al Qaeda, vienen precisamente de ahí. Veamos, por ejemplo, el pensamiento de los Hermanos Musulmanes. Sus líderes y testimonios están accesibles, hasta se difunden por redes sociales. Han propuesto muchas ideas y el mayor peligro es que se dirigen a los jóvenes. Y muchos de ellos, a falta de algo que les detenga, dependen de este nuevo pensamiento.
Es un pensamiento que odia a los demás, que tiene ambiciones peligrosas, reclama ideas violentas. Pero en realidad es un pensamiento vacío, carente de conceptos del islam auténtico. Decía que carece de los valores humanos con que el islam se dio a conocer. Resulta extraño que hable de armonía entre los pueblos y naciones, cuando habla tanto de conspiraciones. Reclama hechos históricos que tenían objetivos políticos, que iban ligados a la historia islámica o a la de religiones y políticas distintas del islam. Este pensamiento, que se afirma en organizaciones mentalmente cerradas, no abre a discusiones nuevas. (...)
Es una conciencia religiosa alejada de la conciencia del islam auténtico y por tanto es débil, porque está basada en ideas y conceptos completamente equivocados. Ha intentado promover esas ideas apoyándose en una emoción religiosa. Pero muchas de esas ideas han sido derrotadas y nosotros seguimos luchando para derrotarlas. No nos gusta usar la expresión “islam político" porque esos extremistas solo se representan a sí mismos. El mundo islámico es sano, y está librando una lucha contra esas ideas extremistas.
El mundo islámico tiende puentes de pasión hacia todos y respeta a los demás, respeta su presencia, respeta la existencia de otras culturas y religiones. El islam respeta todo lo que existe sobre toda la tierra y se compromete a respetar las constituciones, las leyes, las culturas. Se compromete a respetar también a las minorías. Quisiera afirmar que nuestro futuro es positivo. Esos extremistas están aislados y sus bases de pensamiento han empezado a derrumbarse. Me gustaría decir que debemos hacer frente a esas ideas con otras ideas, y no con ideas violentas.

OLIVIER ROY. Cuando hablamos de radicalismo islámico y terrorismo, en Occidente tendemos a buscar las raíces en el Corán o en la historia del mundo musulmán, pero nos olvidamos de que este fenómeno de radicaliza- ción es muy reciente, no tiene más de treinta años. Por tanto, mi enfoque es trasversal, creo que es necesario entender el islam en el contexto de lo que sucede hoy a nivel mundial, y no como si fuera un pequeño enclave de Oriente Medio con sus problemas propios. Debemos confrontarnos con problemáticas mundiales. La ideología islamista puede compararse con las grandes ideologías políticas del siglo XXI y con el islamismo ha pasado como con el comunismo, es decir, ha habido una especie de fracaso político porque estas ideologías no han llegado a realizar las sociedades justas que pretendían. (...) Hemos visto lo mismo en el mundo musulmán. El fracaso de las ideologías islamistas en los años 90 dio lugar a la radicalización de muchos jóvenes a nivel global. Jóvenes que también se identificaban en una comunidad imaginaria, la comunidad de todos los musulmanes, la Umma. Por tanto, se crea este espacio de radicalización que en los años 60-70 y luego en los 80 era esencialmente de extrema izquierda. Después, en los 90, pasa al islamismo radical. La prueba de que se trata de un fenómeno global está en el hecho de que la radicalización más violenta tiene lugar en Occidente e incluye al joven que se marcha a Siria o Iraq para hacer la yihad. Y entre estos jóvenes se encuentran del 25 al 30% de los conversos. Es la islamización de la radicalización. Son jóvenes que no eran musulmanes y que por tanto se movilizan de repente, movidos por un imaginario, un gran discurso narrativo de la yihad, del martirio, del califato, y se disponen a morir, a cometer atentados terroristas, haciéndose estallar o marchándose a la yihad, y por tanto ofreciéndose a morir, a dejarse matar. En estos jóvenes hay una dimensión nihilista, es decir, una fascinación por la muerte. Esta fascinación también la encontramos en los atentados masivos en América, así como en los ataques realizados por jóvenes estudiantes, también en América, en las escuelas y probablemente también bajo cierto efecto de estupefacientes o drogas. En este sentido, diría que en este terrorismo islámico encuentra su expresión la franja de un cierto tipo de juventud mundial, no especialmente la de esos países. Y resulta curioso que en este proceso de radicalización, en este caso no hay una utopía. Estos jóvenes no se marchan para construir una sociedad más justa, se van a Siria o Iraq para morir. Si acaso crees en la construcción de una sociedad más justa, lo que quieres es vivir, intentar vivir, no buscar la muerte. Si quieres morir es porque no crees en la vida, no crees en el futuro. No future. Por tanto, el yihadismo radical representa la visión de una juventud no future, que no tiene futuro, que se ve sin futuro. (... ) Creo, por tanto, que ahora nos encontramos en el post-radicalismo y debemos entender qué podemos hacer, no tanto por luchar contra el radicalismo, sino justamente para superarlo, para ir más allá, y hay que dejar de interesarse solo por los individuos radicales, hay que pensar en los demás. ¿Qué hacer con la sociedad actual? Esta es la verdadera cuestión.

AL-ISSA. Diagnosticar el problema es muy importante para llegar a un buen resultado. Cuando llegamos a un diagnóstico adecuado, se refuerza nuestra esperanza para resolver el problema.
Las causas del extremismo, de la radicalización, los eslóganes sobre el conflicto de civilizaciones se pueden resumir en ciertos puntos y el primero es la ignorancia sobre el otro: prejuicios, estereotipos sobre el otro que proceden de lecturas unívocas y no de un diálogo y un debate mutuos, sino que entre las causas del extremismo también está el miedo al otro. Nosotros decimos a todos que el que cree en sus principios, quien cree en su causa, no debe temer al otro.
Entre estas causas, está también la teoría de la conspiración, la difamación del otro; también está la incomprensión del derecho que todos tienen a creer lo que quieran y adoptar los principios que quieran. Pero nadie puede verse obligado a seguir un cierto concepto o un cierto credo. No se pueden manipular los textos ni la terminología. El otro tiene derecho a entenderme, yo no tengo derecho a intentar obligarle a seguir lo que pienso.
Quisiera terminar mi discurso diciendo que es muy importante que la educación religiosa se limite al tema que le concierne. No debemos aislar a los niños y jóvenes de sus sociedades, de las sociedades en que viven. Deben participar en ellas. La minoría se debe involucrar con la mayoría, tiene derecho a una educación religiosa, igual que la mayoría (...). Es importante distinguir entre libertad y responsabilidad, entre libertad y anarquía, entre libertad y fomento de la violencia; es importante criminalizar los eslóganes de odio y racismo que estimulan la violencia y que llevan al conflicto entre naciones y pueblos, y que amenazan la estabilidad y la paz. Todos, y sobre todo la minoría, debemos respetar el Estado en que nos encontramos, respetar la cultura que nos acoge.
Me gustaría decir que no hay más opción para todos nosotros, en todo el planeta, que la paz, la opción de la paz. Y la paz solo se obtiene con la comprensión mutua, con la compasión mutua. Y la comprensión mutua es la aceptación de la diferencia. Debemos ser distintos pero amarnos, ser distintos pero comprendernos unos a otros, tener compasión mutua, convivir, coexistir y tolerar, cooperar. Todos necesitamos a todos, de otra manera no puede haber paz ni estabilidad.

(textos no revisados por los autores)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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