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Huellas N.07, Julio/Agosto 2019

BREVES

La historia

Pabellón M

En cuanto Guido y Nancy cruzan la reja del pabellón Y1, un preso se les acerca diciendo categórico: «Hoy no señorita». Les da la espalda y se va. «Lo siento. No es buen día», se excusa la guardia carcelaria. Y añade: «Intentad en el pabellón de aquí al lado». Pero la respuesta es la misma. Y así en los pabellones X y T. Es la primera vez desde que empezaron la caritativa en la cárcel para menores de Sylmar, al norte de Los Ángeles, que pasan por una situación así. Algo desanimados, vuelven al coordinador de los voluntarios, que les dice: «Llevad estos rosarios a los pabellones E y F. Me los pidieron algunos presos». Allí les espera un recibimiento aún peor. Mientras los dos se encaminan hacia la salida, Nancy se para: «¿Te acuerdas que el coordinador nos dijo que en los pabellones L y M hay un buen grupo? Venga, vamos allá». La puerta se abre y una voluntaria que está allí con nueve chavales les pregunta si les pueden echar una mano con cinco jóvenes de habla inglesa. «¡Claro que sí!».
Cuando ven los rosarios preguntan para quiénes son. «Para vosotros, si los queréis». Falta uno. Nancy saca del bolso algunas estampitas y las distribuye. Empieza una lluvia de preguntas. Qué es el rosario, quiénes son los santos, de qué sirve rezar. «Los santos son como nuestros ángeles custodios. Si queréis, os enseñamos la oración del Angelo di Dio, en italiano, porque solo nos la sabemos así. Pero tranquilos, es corta», contesta Nancy. «No sabía que tenía un ángel de la guarda. Tampoco sé bien cómo se reza. Luego podéis enseñarnos a rezar el rosario, claro que en inglés...», dice un chaval. «Vale, vale. El padrenuestro y el avemaría en inglés. Y también os enseñaremos una invocación breve que se puede repetir en cualquier momento: Veni Sancte Spiritus, veni per Mariam».
Miran la imagen en la medallita del rosario, y un preso pregunta: «¿Podéis explicarme cómo era la familia de Jesús?». Nancy pregunta: «¿Quién de vosotros está bautizado?». Nadie contesta. Al cabo de un momento de silencio, uno dice: «Pero yo quiero bautizarme». «Yo también». «Y yo». «Yo también quiero». Nancy y Guido no pueden articular palabra. Cuando salen del pabellón, se encuentran con el coordinador: «¿Qué tal os ha ido?». «Cuatro de ellos han pedido recibir el bautismo». Edgar se queda boquiabierto: «Nunca ha pasado algo así. ¿Qué les habéis dicho?». «Nada. Les enseñamos unas oraciones y les contamos que somos parte de la familia de Jesús, que somos amados y que él nos protege».
Vuelven a casa callados pero, antes de bajar del coche, Nancy dice: «Hoy me resulta más claro que no vamos a la caritativa para conquistar nuevos bautizados, sino para llevar lo que nos ha pasado». «Tienes razón. Es lo que dice san Lucas. “Regresaron alegres, diciendo: 'Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre'. Él les dijo: 'No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos'».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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