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Huellas N.07, Julio/Agosto 2019

BREVES

Cartas

A cargo de Carmen Giussani

El único lenguaje que entienden todos
Cuando llegué a Nairobi entré en contacto con el llamado Tercer Mundo. Iba de voluntario a un alojamiento para niños moribundos de las Hermanas de la Caridad. Entramos en una casucha pobre, sin muebles y con escasa luz, en la que contrastaban las hamacas llenas de niños enfermos y lloriqueando con los limpísimos trajes blancos y azules de las Hermanas, que rebosaban paz. Una
de las hermanas me dijo: «¿Ves a ese niño de allí, el del fondo, que está llorando? Cógelo con cuidado y tráelo». Al cogerlo, lo noté con una fiebre altísima. El niño tendría dos años. «Lo bautizamos ayer. Ahora dale todo el cariño del que seas capaz, a tu manera…». Y me dejó solo con el niño. Durante un rato le canté, lo besé, lo arrullé… Dejó de llorar, me sonrió y se quedó dormido. Yo permanecí a su lado, velando su sueño. Al cabo de un rato, con lágrimas en los ojos, busqué a la hermana: «Hermana, el niño no respira». La monja certificó su muerte: «Ha muerto en tus brazos… Y tú le has adelantado con tu cariño quince minutos del amor que Dios le va a dar por toda la eternidad». Aquello fue “Pentecostés” para mí, porque entendí que el único lenguaje que entienden todos los hombres es el amor.
Carta firmada


Venezuela: el pueblo, el canto, el trabajo
Los cantos sobre el trabajo en Venezuela son muchos y muy bonitos. Porque Venezuela no se ha desarrollado alrededor del dinero fácil del petróleo o las ayudas del gobierno. Es un pueblo al que le gusta producir, crear, construir. Y lo hace con una alegría que luego vuelca en sus canciones. Francisco se lanzó a la empresa de recoger en un disco el testimonio de la belleza del trabajo. Contactó con los mejores músicos del país. Entonces se le ocurrió involucrar al guitarrista más famoso de Venezuela, al que siempre había querido conocer pero no sabía cómo. Fue cuestión de minutos. Ahora sabía cómo encontrarlo y tenía una propuesta que hacer a Aquiles Báez. Cuando Francisco y Alejandro se lo contaron a Aquiles, este se entusiasmó. Su compromiso hizo posible que a la obra se sumasen otras importantes figuras de la música popular. Invitación tras invitación, llegaron a ser treinta. Hay otro hecho que merece la pena remarcar. Venezuela es una sociedad herida, dividida. Muchos músicos pertenecen a historias y matrices culturales distintas. Algunos de ellos se habían peleado y habían dejado de verse. Sin embargo, todos han querido trabajar en este disco, descubriendo «que la cuestión ideológica no impide la amistad y que trabajar juntos poniendo sobre la mesa la belleza y el trabajo nos permite vivir una experiencia que en este momento en nuestro país es casi imposible». Este disco es una memoria que da forma a un presente. Habla de gente que trabaja con alegría, no por obligación sino por gusto. Para ex- presar este diálogo entre memoria y presente, Francisco y sus amigos músicos pensaron pedir a ciertos grupos jóvenes arreglar, o a veces componer, músicas que vuelvan a proponer los cantos tradicionales. Ahora el disco está listo. Un mes y medio de apagones energéticos han ralentizado, pero no impedido, la grabación. En el Meeting de Rímini, Aquiles lo presentará en concierto y Francisco en un diálogo. Presentarán un disco y un libro. Y, juntos, el alma irreductible de su pueblo.
Mónica


Trabajar juntos, con mirada realista
Soy empresario y padre de cinco hijos. Vivo a casi una hora en coche de Lisboa. Todos los días llevo a mis hijos a la ciudad, donde van a una escuela que nació hace años por iniciativa de algunos del movimiento cuya propuesta educativa nos fascinó a mi mujer y a mí desde el primer momento. Luego, otra hora de regreso para ir a trabajar. Pero antes de ponerme en marcha, paro un momento a tomar café y hablar un poco de todo, también de trabajo, con otros padres del movimiento. Heredé una empresa de exportaciones en la época de la crisis mundial de 2008. Con grandes dificultades, la compañía del movimiento me ayudó a estar delante de lo que pasaba con lealtad y honestidad, sin caer en soluciones “fáciles” ni atajos, que muchos han buscado para intentar salvarse en esta situación. La sugerencia de consultores “expertos” la mayoría de las veces era la del habitual despido en masa, con el único criterio de no pagar la compensación correspondiente a los empleados. Otro consejo habitual era el de seguir haciendo pedidos a los proveedores aun sabiendo que no iba a poder pagarles, o incluso modificar las cuentas de la sociedad para contar con el apoyo de la banca…En una situación límite, incluso se podría cerrar la empresa y abrir otra para continuar la actividad con un nombre distinto. Pero nunca he querido hacer nada de esto. Estoy realmente agradecido por el tiempo que algunos amigos del movimiento han dedicado a ayudarme. Pienso en las reuniones informales durante el desayuno después de dejar a los niños en la escuela, que me han ayudado a no desesperar, a fiarme y “ofrecer” lo que no depende de mi esfuerzo personal. Pero también pienso en
los encuentros con los amigos de la Compañía de las Obras, donde he visto múltiples testimonios de ingenio y belleza ante las dificultades, haciéndome sentir que no estaba solo. He aprendido lo que significa “trabajar juntos”. Otra cosa que me ha llamado la atención en estos encuentros es que, en general, en el mundo laboral muchos hablan solo de los éxitos. Aquí, en cambio, he encontrado un lugar donde puedo hablar de mis problemas y nunca he encontrado otro lugar donde un empresario no tenga que fingir que todo va bien y pueda poner sobre la mesa sus problemas. Durante unas vacaciones de la comunidad de CL vino a vernos Alessandro Mele, uno de los responsables de la Asociación Cometa, en Como. Me impresionó mucho que después del encuentro se quedara cuatro horas solo para hablar conmigo y ayudarme. Gracias a todo esto, en la empresa hemos conseguido salir de una situación aparentemente desesperada en la que nos encontrábamos, hablando honestamente con empleados, proveedores y bancos, y explicando el verdadero estado de la empresa y el camino que debíamos tomar para superar la crisis. La mirada “realista” de estos amigos hacia algo que sobre el papel era “solo mío” me ayudó a entender que el servicio que ofrezco a Otro es hoy el fruto de una historia que reconozco cada día con más claridad. Pienso en muchos trabajadores que, sin esta conciencia mía, ya no estarían con nosotros y probablemente tendrían grandes problemas para encontrar trabajo en otra parte. Hoy trato de vivir la empresa como un ámbito donde la dignidad de la personas sea la primera preocupación. Veo que todo el personal me sigue en esto y algunos ya me han dicho que «irse a trabajar a otro sitio está fuera de toda discusión».
Humberto, Lisboa (Portugal)


Una velada en el Coliseo
Estaba en el Coliseo para una velada de cantos improvisada con algunos amigos. Fuimos sin grandes expectativas, simplemente para cerrar el día con belleza. Estando allí, se nos acerca un chico extranjero, de Erasmus en Roma, que me pregunta en inglés si somos un grupo organizado. Al comienzo no le presté mucha atención y le contesté con pocas palabras. Sin embargo, él siguió preguntando quiénes éramos, porque no se explicaba cómo unos chavales podían juntarse así para cantar a la vista de todos, sin encerrarse en un local.
En un momento dado, me preguntó si estábamos vinculados a alguna iglesia o similar. Me sorprendió esta pregunta y decidí contarle del movimiento y de mi experiencia. Quiso saberlo todo, me pidió referencias para ponerse en contacto con alguien de CL en Milán donde se quedará este verano. Me dijo que cuando nos oyó cantar se sintió en casa, con personas que tenían algo en común. Es un chico de Méjico y espero que conozca a nuestra comunidad en su país. Cosas tan bonitas solo Jesús las sabe hacer.
Elena, Roma


Y la belleza pasa delante de nuestros ojos
Había decidido no renovar la suscripción a Tracce (la edición italiana de la revista de Cl, ndr.), porque no doy abasto y algunos números siguen intactos. Luego, a finales de mayo, me llega el aviso de que se acaba mi suscripción. Entonces, abro la revista y en la última página leo una historia que me conmueve profundamente (la Historia “En la puerta de casa”). «Toda nuestra vida se juega en interceptar el momento en que la belleza pasa delante de nuestros ojos… ¿Cómo me doy cuenta de que la he interceptado? Porque de repente abre mis ojos de par en par, despertando de nuevo todo mi deseo». Es lo que me pasó a mí en ese momento. ¿Dónde se despierta de nuevo todo mi deseo? Entonces, con todo el corazón y agradecida al Señor por concederme un camino precioso, renové mi suscripción a Tracce.
Anna María, Vieste (Italia)

«Pero, ¿qué está diciendo?»
Hace unas semanas, en el colegio, al terminar una clase, vi a un hombre al final del pasillo. No lo conocía y pensé que sería el padre de uno de mis alumnos. Me acerqué para saludarle, y me dijo que estaba allí esperando al hijo de un amigo suyo. Me explicó que vivía en Moscú desde hacía 25 años. Al principio, había creado una empresa de muebles junto con su mujer, con la que había ganado mucho dinero y logrado un negocio exitoso. Después, con la crisis, su empresa quebró. Con ella, también él se derrumbó, volviéndose reactivo, impaciente y violento con su mujer y sus hijos, hasta provocar finalmente la separación. En pocos minutos, me contó el mal que había cometido, el peso que le oprimía. Le escuché en silencio, sin saber qué decir ya que había sido algo inesperado. En cualquier caso, sabía que no quería irme sin decir nada. Así que balbuceé: «Recuerde que usted no es los errores que ha cometido, aunque hayan sido graves. Usted está definido por algo que es inmensamente más grande». Él no entendió, o quizá, quería escuchar de nuevo esas palabras: «Pero, ¿qué está diciendo?».
«Todo el mal que ha realizado, todos los errores y pecados no son la última palabra de su vida. Lo que le define es el hecho de que es amado por Aquel que le está donando la vida ahora mismo. Por este motivo, cada instante se le está dando para volver a empezar de nuevo». Se conmovió. Viendo las lágrimas en sus ojos, también yo me conmoví y me fui de allí impresionado por lo que Dios hace por la felicidad de cada uno de sus hijos. Con cierto pudor y temor, pude balbucear esas palabras porque, por mi propia experiencia, es algo de lo que estoy seguro.
Giampiero, Moscú


La señora de la casa de en frente
Querido Julián, quiero contarte lo que pasó hace unos días. Estoy en el estudio trabajando y en la habitación de al lado está Elena que tiene que estudiar para su examen de habilitación profesional. Las ventanas del estudio están abiertas de par en par por el calor. Mi ventana da a una calle en donde hay una casa en la que durante estos años, sin prestarle mucha atención, he visto diariamente a una anciana cosiendo. Le pregunto a la asistenta por Elena y me dice que ha bajado a ver a esa señora, porque le había hecho una señal con la mano para que fuera. Al poco tiempo, cuando vuelve, Elena nos cuenta. La señora tiene 92 años y es modista. Nada más llegar a su casa, la anciana la sorprendió diciendo: «En estos días la he observado desde aquí y quiero que me diga por qué usted está siempre tan contenta. He visto que está estudiando, pero la veo siempre tan serena… ¿Cómo puede ser así?». Elena trata de contestar, pero la mujer empieza a contarle de su familia, de su marido y su hijo. Al rato se para: «¿Lo ve? Ahora que le he contado todos mis recuerdos, estoy triste. Los recuerdos entristecen y a mí me gustaría estar contenta ahora, vivir del presente. ¿Volverá mañana a verme?». Al día siguiente, la misma escena. Cuando Elena pone el pie en su casa, la anciana le comenta que se ha despertado contenta porque esperaba su visita y que su presencia es ya motivo de esperanza para vivir el día. Elena, atónita, le explica que el día siguiente no irá porque tiene que ir a la cárcel para la caritativa. Sin perder el ánimo - después de confiarle que reza todos los días por los presos para que Dios les cambie el corazón–, le dice: «Vale. Pues entonces vendrá pasado mañana o más adelante. Ya no puedo dejar de verla…». De este modo el encuentro de Jesús con los primeros, o del Innominado con el cardenal Federigo Borromeo, se repite sorprendentemente hoy, de una forma que nunca hubiera imaginado… Vuelve a mi mente la lección de los Ejercicios de la Fraternidad del sábado por la mañana y puedo decir que, por gracia, todo lo que nos dijiste y testimoniaste en Rímini es cierto.
Paolo

De uno en uno
Hay muchísimos testimonios de personas que conozco que dentro de la crisis han logrado demostrar que están a una altura superior que la crisis. Hay un chico que es egresado de los cursos de mecánica automotriz que hacemos en alianza con Ford Motor de Venezuela, que ya tiene un taller mecánico y que incluso recibe como pasantes a chicos que se gradúan después que él y le va bien. Hay otra mujer que ha emprendido el tema del chocolate y sus productos ya se encuentran en distintas tiendas del país; ella recorre el país buscando el cacao para hacer su chocolate. En el área de la belleza, también tenemos peluqueras que están trabajando por cuenta propia y viven gracias a ese trabajo. Y en los distintos sectores pasa igual. Ahora acabamos de terminar el primer diplomado de estudio formal de cuidadores de adultos mayores, lo llamamos cuidadores 360. Es un concepto integral de cuidado del adulto mayor y ya están ofreciendo su trabajo. Entre un apagón y otro, un día que había luz logramos hacer la graduación de estas personas que están atendiendo a una población bastante desamparada, como son los adultos mayores en Venezuela. Además, todo el continente latinoamericano es el que tiene el mayor índice de envejecimiento, a Venezuela se le suma el fenómeno de la migración y entonces hay muchos abuelitos que quedan solos en casa y que necesitan gente que los atienda. Hay historias conmovedoras. Una chica que vive en un pueblo lejos de Caracas, que tenía que salir a las cuatro y media de la mañana para llegar a clases a las nueve, faltó un solo día porque hubo un aguacero muy importante, lo que bloqueó su carretera, y ahora ya está trabajando en la ciudad que queda más cerca a su pueblo. Hay otra que vendía café en la parada y hacía tres horas de camino en transporte público para poder asistir a las clases. Y así hay muchísimas historias de personas cuya vida ha cambiado gracias a haberles ofrecido una oportunidad. No puedo estar más agradecido.
Alejandro, Caracas

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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