El documento de la Comisión Teológica Internacional recientemente publicado con el título “La libertad religiosa para el bien de todos” es el fruto de cuatro años de trabajo. Es un texto que puede ser una gran ayuda para aclararnos en medio del caos en el que estamos sumergidos y poner en orden algunas cuestiones decisivas. El porqué es sencillo. Solo en la relación con un significado encontramos la brújula necesaria para orientarnos en la vida. Sin ella, somos víctimas de la confusión o el desconcierto. Y solo si este significado trasciende lo que vemos y tocamos, esto es, solo si es Dios –tenga el nombre que tenga– todo puede volver a ocupar su lugar adecuado dentro de un designio. Vale para la vida social, donde solo la libertad religiosa, entendida correctamente y bien defendida, permite poner en su sitio a Dios y al César, la religión y la política, sin instrumentalizaciones recíprocas que en la historia ya han demostrado dramáticamente sus límites y siempre corren el riesgo de provocar nuevos desastres. Y también vale para nuestra vida personal, porque en la relación con el Misterio reconocida y aceptada todo se redimensiona y ocupa su espacio adecuado. Esto no significa que el valor de las cosas se reduzca. Más bien que se reconduce hacia su fin, sin esas distorsiones cotidianas que nos llevan a esperar de bienes particulares, como la familia, el trabajo, los amigos o la política, la satisfacción, el cumplimiento de nuestros deseos, a veces incluso la salvación… Son todas cosas muy buenas, pero demasiado pequeñas para el alcance del deseo de nuestro corazón, cuando están separadas de su Destino último.
Por ello, para que el hombre no esté «condenado al sinsentido y a la desesperación», como observa el teólogo Javier Prades en la entrevista que tenéis en estas páginas, necesitamos «espacios humanos vivos, donde sea posible narrar la experiencia del sentido de la vida, del nacer, del vivir y del morir, del amar y del trabajar». Esto es un bien para todos. Nuestro número veraniego parte de la libertad religiosa, luego se asoma al próximo Meeting de Rímini que, con un lema tomado de una poesía de Karol Wojtyla, “Nació tu nombre de aquello a lo que mirabas”, retoma la clave de la libertad. Solo en la relación con Otro nuestro yo encuentra consistencia y puede florecer continuamente.
Lo veremos en la semana riminesa que nos espera del 18 al 24 de agosto. Mientras, lo podemos ver también en el testimonio estupendo del padre Pigi Bernareggi y en las historia de los chavales de GS. O también en el encuentro con la Anunciación del Angélico, en el Prado, recientemente restaurada. En la relación con el significado de todo, todo puede renacer. ¡Buen verano!
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