Huellas N.06, Junio 2019

LECTURAS PARA EL VERANO

Luigi Giussani. La conveniencia humana de la fe

La conveniencia humana de la fe es el segundo volumen de la colección que reúne los Ejercicios espirituales que don Giussani predicó a los miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación desde su comienzo en 1982.
El libro recoge las lecciones de Giussani en los Ejercicios espirituales de la Fraternidad celebrados entre 1985 y 1987 y los diálogos que estas suscitaron. En sus páginas, Giussani lanza un desafío radical: a pesar de que llevamos grabado en nuestra carne el peso de la fragilidad absoluta, de nuestra incoherencia y falsedad, es posible comenzar de nuevo si percibimos la existencia de un destino bueno.
Sin embargo, en el contexto actual, para la mayoría de la gente, el destino del hombre, que es Dios, «puede ser una palabra respetable, pero no tiene nexo alguno con la vida». ¿Qué debe suceder para que esta conciencia del destino toque mi vida y la de los hombres, y empape el tejido de la existencia?
A través del libro se va desplegando la descripción de un encuentro humano que hace posible la liberación y permite «experimentar la gran novedad por la que todo, lenta, paciente, humilde pero inexorablemente, se organiza», poniéndose de manifiesto «la conveniencia humana de la fe» para cualquiera que busque un camino con el que afrontar la inseguridad y el miedo que nos atenazan.
Los Ejercicios de 1985, con el título Empezar siempre de nuevo se centraron en cómo vencer «la guerra contra la falsedad». Porque, teóricamente, las palabras del Señor son las más humanas, las más claras y razonables. Pero, comentaba don Giussani, «¡qué actual es esta guerra! Además, sufrimos una tentación más con respecto a las que teníamos cuando éramos más jóvenes: la tentación de acostumbrarnos. Podemos habernos acostumbrado. Por eso hay una mayor necesidad de romper la costra de esta costumbre que nos lleva a conformarnos con una vida que renuncia a su verdad, que cede a la mediocridad, a la falsedad».
Los Ejercicios de 1986 fueron dedicados a profundizar en El rostro del Padre, porque solo la certeza de un destino bueno y de una pertenencia filial inconmovible puede sostener hasta el final el camino de la vida a través de todas sus alegrías y sus penas.
La tercera tanda de Ejercicios aquí recogida, la de 1987, mostró la condición necesaria para alcanzar una personalidad cristiana adulta, la de Tener experiencia de Cristo en una relación histórica concreta.