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Huellas N.06, Junio 2019

PRIMER PLANO

Europa. Las cosas que importan

Davide Perillo

«Parece algo insignificante y, sin embargo, es la respuesta a la oscuridad que nos rodea». Reflejos de la riqueza que surge “en acto” al compararse con el documento de CL ante las elecciones. ¿Por qué el bien común es la novedad de vida que todos esperamos?

Marco es cartero en Mestre, al lado de Venecia. Acudió al encuentro casi por casualidad, invitado por un amigo. El tema: las elecciones. El título: “La primera política eres tú". Su padre ya se lo había advertido: cuidado con que no te metan en la cabeza ideas extrañas. En el escenario, sin embargo, en lugar de consignas y proclamas hubo tres testimonios. «Sencillas historias, fragmentos de vida compartidos, que reclamaron mi atención», nos cuenta. «Me pregunté: ¿me interesa a mí el bien común? En donde estoy, con quien estoy, ¿me interesa? Caí del guindo. Me di cuenta de hasta qué punto estas preguntas desvelaban lo lejos que estaba de las cosas que importan. Pero «las cosas que importan» tienen que ver con la vida. A la mañana siguiente, «de camino al trabajo todavía seguía sorprendido, y caía en la cuenta de que mi corazón y el corazón de los otros, aunque sea solo por un momento, buscan una mirada, que alguien te preste atención». Resultado: «Conseguí repartir el correo sin dejarme arrollar por el trabajo. Un milagro, porque normalmente voy a toda carrera, sin más. Resultados y eficiencia.». Pero esta vez se detiene a hablar «con una señora del Este, de un barrio pobre de la zona». Pocos minutos. «Pero, oye, ¡me hizo bien! No sé si a ella le sirvió pero a mí me hizo comprender que también a mí se me espera. ¿Por qué perder esta belleza? ¿Hacia dónde corría? Aquella noche me devolvió a lo esencial». Palabra que vuelve a menudo cuando lo cuenta quien, ante las europeas, aceptó hacer las cuentas con una propuesta insólita.
Hace más de un mes, cuando aún no había empezado la campaña electoral más deshilachada de los últimos tiempos y no se podía tener ni idea de los resultados (Huellas cerró antes de la votación, ndr), Comunión y Liberación difundió un documento: “Una presencia ante la necesidad del mundo". Ninguna reivindicación («se tendría que hacer esto o aquello»), cero sugerencias de voto. Pero una constatación, sencilla. En el mar de incertidumbre en el que navegamos «no necesitamos la enésima teoría política ni una estrategia organizativa nueva, sino encontrar una vida que tenga la fuerza de abrirnos a la esperanza». El texto recogía algunos hechos sucedidos en varios puntos de Europa que mostraban precisamente esta vida en acto, posible para todos. Y ofrecía una propuesta de trabajo a través de cinco preguntas muy prácticas («La experiencia que vivo, ¿cómo puede despertar en mí una pasión por el bien común? ¿Qué ha hecho nacer en mí y qué iniciativa me sugiere la cita electoral?», etc.) que pueden resumirse, en el fondo, en una: ¿y tú? ¿Qué te dice a ti este momento?

Para muchos, esta propuesta se ha entreverado con la pregunta que fue el tema de los Ejercicios espirituales de CL. No solo porque es cada vez más evidente que encontrar algo «que resista el embate del tiempo» es lo que puede responder a la descomposición de nuestro tejido social. Sino también porque en Rímini se reunieron muchos y muchos son los que están trabajando sobre el texto de los Ejercicios. Se han movido por lo que allí ocurrió. Y cada vez se dan más cuenta de que es desde allí, desde la posibilidad de participar en una «vida que abre de nuevo a la esperanza», de donde nace -o vuelve a nacer- el interés por uno mismo y por la realidad. Toda la realidad, también la política. Esto se percibe en los testimonios que han llegado a Huellas (muchos publicados en clonline.org, junto con el documento). Son más de ciento veinte y cuentan otros tantos ejemplos de cómo un “yo" se ha puesto en marcha, usando la cita electoral europea para tomar la iniciativa. Y sorprenderse «por primera vez ante una circunstancia política y vivirla de forma libre y como protagonista», como cuenta Dodi, que está trabajando en una iniciativa de acogida de inmigrantes en Rímini. O maravillarse porque «los relatos de personas sencillas (como yo)» que se citan en el documento hacen aflorar de nuevo «una esperanza, in primis en mi humanidad: ¿quizás también yo, en mi vida diaria, puedo cambiar el mundo?». Se lo pregunta Laura, investigadora en un laboratorio milanés, quien ha comenzado este cambio explicando su trabajo en Instagram, con un perfil que está consiguiendo apasionar a «amigos, estudiantes y colegas», más allá de sus lamentos sobre la política que no ayuda suficientemente a la investigación.
Muchos de estos relatos hablan de hechos e iniciativas ocurridos en estos días. Decenas de encuentros públicos organizados para confrontarse con el documento. Pero sobre todo episodios de la vida diaria: el voluntario de Portofranco, centro de ayuda al estudio, que abre un diálogo inesperado con una familia extranjera; la madre que se ha visto involucrada en un proyecto de acogida de migrantes que se extiende «propiciando la relación con otras familias», el profesor que cuenta cómo «cambia la forma de mirar» a la madre que se queja del voto de su hijo, el universitario que se descubre interesado por votar en la universidad (también allí había elecciones) hasta “contagiar" a los amigos, el empresario portugués que ha tomado iniciativa en su empresa. Un sinfín de personas que, en virtud de esa propuesta, han descubierto un inesperado nexo entre la “gran política" y el propio pedazo de mundo.

Para muchos otros, el trabajo ha consistido en darse cuenta del alcance de lo que ya existe, de lo que está vivo. Iniciativas que tal vez empezaron hace tiempo pero cuyo valor civil -y, por tanto, político-, a veces, se da por descontado: un método, un camino posible para todos. La «escuela de padres» que nació en Fidenza, el «laboratorio para la búsqueda de trabajo» en Messina, las Familias para la Acogida en Verona y Trento, el Centro de ayuda a la vida en Cremona... Todas ellas, realidades que nacen de la respuesta a una necesidad y se prolongan en formas para construir, cambiando un pedazo de mundo a su alrededor. «El alcalde me invitó al Pleno municipal para que lo explicara ante todas las fuerzas políticas y los periodistas», cuenta Nicola, de Ancona, que participa en una actividad extraescolar con 35 voluntarios y 90 chicos, muchos de ellos extranjeros. «Quiso indicar nuestra experiencia como una experiencia de total seguridad e integración». Algún otro comenta cómo ha comprendido mejor el valor de la caritativa, uno de nuestros pilares de la educación en la fe. Simone, bergamasco, hace caritativa con el Banco de Solidaridad. Lleva mensualmente una caja de alimentos a una familia pobre. Al describir la sorpresa por el regalo que le hizo esa familia en ocasión de su matrimonio («no tienen mucho, ¿por qué lo hacen? ¿No soy yo el “bueno"? ¿Quién da de verdad?»), cuenta lo que ha descubierto: «La pregunta del manifiesto no me ha movilizado de modo teórico, sino que me he dado cuenta de que algunas experiencias que vivo me ayudan a juzgar lo que está escrito y a verificarlo. Es una inversión de método. A partir de la caritativa puedo decir que ya vivo lo que pasa en Lituania, Holanda o España, experiencias que se explican en el documento». Es esa vida «capaz de cambiarnos la mirada», como se ve en él.

Son hechos aparentemente pequeños (aunque si los miramos bien.: sólo los BdS son 300 en toda Europa, solo en Italia, ayudan a 80.000 personas.). Pero muy valiosos. Porque tienen un valor universal, indican una esperanza que ya está, no ideas abstractas. Muestran un “bien común" que va más allá de una buena intención, o una mediación entre ideas e intereses diferentes, que siempre resulta más cansina, un bien que esperamos juntos, buscamos juntos y compartimos de in-mediato, sin muros, cuando sucede. En dos palabras, son ejemplos en acto de esa «amistad social» que el papa Francisco pide. Suceden «por el mero hecho de vivir según la dimensión del carisma», es decir, de la fe, escribe Massimo, de Pisa. «Y esto tiene una valencia política, en cuanto que humana».
No hay que pasar por alto esta anotación. Porque la objeción, más o menos declarada, ante este manifiesto era precisamente esta: ¿pero todo esto es verdaderamente política? Remitir a una vida en acto, los ejemplos, la esperanza, ¿de verdad tienen que ver con las elecciones? ¿No son acaso una bonita premisa -que incluso se puede compartir- que necesita algo más para entrar “en harina", para incidir en los problemas enormes que nos rodean?
Lo que quizás ha aprovechado más a quienes se han movilizado en esta ocasión es el hecho de haber podido mirar de frente esta duda y ponerla a prueba en la propia experiencia. Hasta responderse. A menudo, ayudado por otros, por interlocutores que ha encontrado en el camino.
En Perugia, en un encuentro sobre el documento, algunos amigos expresaban este hilo de escepticismo. «Se manifestaba como una sensación de debilidad política, como si careciese de incidencia, un sentir los ejemplos propuestos como ingenuos y modestos para el alcance que pretendían», cuentan Marta y Pepe. Hasta que un recién llegado, con un background muy diferente a su espalda -PCI, después PD y exalcalde de una pequeña ciudad de Umbría durante 10 años-, se levanta y dice, más o menos: «En estos ejemplos está todo aquello a lo que la política debería mirar. Es pura política». Hace referencia a la madre musulmana que envía a su hija enferma al colegio católico y lo defiende porque «es un bien para todos», explica, detalla, se entusiasma. Y concluye: «¿Creéis de verdad que quien ha escrito esto no tenía nada más que decir? Ha optado por un contenido preciso, nos ha propuesto cambiar la mirada». En Pisa, un conocido periodista refiere: «He visto el mundo y narrado sus atrocidades y ahora, a mis 60 años, tengo cada vez más claro que para marchar hacia delante necesito un lugar donde tomar una bocanada de aire fresco para volver a sumergirme en los acontecimientos que no van como deberían». En otra ocasión, el obispo local decía a quienes le contaban una experiencia de acogida: «Vuestra historia parece algo pequeño e insignificante, sin embargo, es la respuesta a la oscuridad que nos rodea».

Hasta Chiavari, en Liguria. Encuentro público a diez días de la votación. Entre muchos testimonios, sube al escenario un abogado genovés. Defiende a un comité creado por los que han perdido su casa tras el derrumbe del Puente Morandi, y relata lo que uno de sus clientes le dijo en su último encuentro: «Ok, haga usted la alegación porque si no, nuestro empuje ideal tiene el peligro de terminar en una recriminación sobre el dinero y basta.». Es el abogado que hasta hace poco, no podía ni ver a CL. Sin embargo, para explicar la mirada distinta que le ha contagiado su cliente, dijo simplemente: «Solo soy un traficante de ideas. Llevo a mi trabajo lo que descubro estando con vosotros». Una vida.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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