PUNTO & APARTE
A raíz del reciente acto multitudinario convocado por el cardenal de Madrid bajo el lema “Por la familia cristiana”, se han sucedido en los medios de comunicación numerosas críticas contra la Iglesia católica por su “integrismo” tergiversando los hechos y acusándola de mezclar asuntos de fe con temas políticos. Parece que a la Iglesia se le consiente un cierto papel en la vida social más allá del cual su presencia se convierte en algo supuestamente molesto e indeseable para el desarrollo de la democracia. Ante esto, no podemos dejar de defender la libertad de la Iglesia y su derecho fundamental a expresarse públicamente. La Iglesia, maestra de humanidad, hace compañía al hombre en las circunstancias históricas concretas que tiene que afrontar. Por esta razón, para experimentar la belleza y la conveniencia del cristianismo, necesitamos su guía y su presencia a nuestro lado. Seguir nos hace ser protagonistas en la Universidad y en nuestro estudio, nos impulsa a ir hasta el fondo de nuestras preguntas y de las provocaciones con las que nos topamos cotidianamente. Nadie puede ocupar nuestro lugar en el ambiente. Estas páginas lo testimonian.
Erasmus en Lyon
Niccolò Valmori
Vivre l’université
«Vivir la universidad» como «un lugar donde sea bello pasar los días». También en Lyon. Esto lo escribieron en un panfleto Anna y Lucia, dos estudiantes Erasmus de Historia que, en medio de la confusión generada durante los días de protesta contra las reformas de Sarkozy, han plantado cara a los problemas que se les presentaban. La Universidad de Lyon, como otras muchas en Francia, se encontraba paralizada por una huelga de estudiantes que obligaba a las facultades a cerrar e impedía asistir a clase y estudiar. Anna y Lucia se preocuparon de intentar comprender y juzgar lo que estaba sucediendo. El panfleto que distribuyeron por la universidad –incluso siendo escoltadas por la policía– no manifestaba la “típica posición” de denuncia, sino la necesidad de estar delante de lo que sucede de un modo crítico: «Sólo ahora entiendo –cuenta Lucia– que no se trata de aplicar un esquema a las circunstancias, sino de actuar de una manera acorde con la exigencia de justicia y con el deseo de tener un juicio claro sobre el porqué de las cosas». La necesidad de juzgar la situación en la universidad pasó de ser una consideración meramente personal a una ocasión –también para los demás– de ponerse de un modo más razonable delante de lo que estaba ocurriendo. Así nació el panfleto Vivre l’université cuyo corazón refleja la experiencia que ambas están haciendo de la universidad, esto es, la posibilidad de crecer (ya sea en Francia o en Italia) en la relación con profesores y compañeros. Para ello, es necesario poder «vivir plenamente»: ir a clase, hablar con los profesores y estudiar en la biblioteca, cosas imposibles de hacer debido al paro de los estudiantes; esto «impide esencialmente a los alumnos vivir plenamente la universidad». El empeño de Anna y Lucia no nace de una motivación política, sino de la exigencia de gastar su tiempo en un lugar que, aunque sea provisional, no puede convertirse en un simple paréntesis en la vida. La mejor respuesta a estas “emulaciones del 68” es que se dilate en el mundo una experiencia humana hecha de encuentros y amistades que cambian el aspecto de un lugar maltratado en muchas ocasiones, como es la Universidad.
Milán virtual
La mala educación
Se llama SMS, “Scegli metodi sicuri” (“Escoge métodos seguros”). Es «la primera ficción virtual para mejorar la educación sexual de las jóvenes italianas» en 30 episodios que se pueden ver en la web www.intermedianews.tv. La ficción –se lee en la nota de prensa– «es un instrumento innovador incluso en la modalidad: se ha querido ambientar en la Milán virtual de Second life y realizar en 3D, un “lenguaje” más cautivador para las nuevas generaciones». La iniciativa, en el ámbito del proyecto “Elige tú”, ha sido promovida por la Sociedad de Ginecología y Obstetricia con el patrocinio del Ministerio para la igualdad de oportunidades, y «destaca especialmente la responsabilidad de las mujeres respecto a las propias elecciones reproductivas». ¿La diana? Los jóvenes, obviamente. En el tráiler, la protagonista, Sara, después de una relación “sin protección” se pregunta: «y si me quedo embarazada, ¿qué hago?». Ninguno responde porque, después de una visita al ginecólogo, éste le asegura: «por esta vez lo hemos solucionado, pero quizás sea mejor que comiences a tomar la píldora». La vida virtual apremia a la real. Second life elimina lo que no es querido (el concebido) para dictar la moral políticamente correcta. A través de un «lenguaje más cautivador» se proporciona lo que se hace pasar por educación. Pero nuestras preguntas, las verdaderas, las de los hombres de carne y hueso, las que tendrían que ser objeto de la educación, permanecen. Las preguntas que aguijonean la vida de todos los días, las que cada uno lleva escritas dentro, no se responden con mentiras o manuales de uso. Es preciso estar acompañados para afrontar todas las circunstancias que se nos presentan: desde la estancia en el extranjero con una beca Erasmus, al estudio de las asignaturas y la relación con los profesores.
Milán Universidad Estatal
Matteo Forte
Normas de Verdad
«Los fundamentos del Derecho»: con este título se abrió el lunes 26 de noviembre en la Universidad Statale de Milán el ciclo de encuentros «Derechos y razón», promovido por la asociación de estudiantes Lucerna Iuris en colaboración con la Libera Associazione Forense (LAF). El encuentro tuvo lugar en la sala “Crociera alta” en la calle Festa del Perdono, ante más de 200 personas. El ponente fue Stefano Alberto, profesor de Introducción a la Teología en la Università Cattolica de Milán y organizador del seminario «Aspectos teológicos de la justicia y de los ordenamientos políticos». Ante la multiplicación de derechos, que casi nunca se corresponden con otros tantos deberes, Stefano Alberto identificó el origen histórico y cultural de lo que definió como «nihilismo jurídico», título de un libro de Natalino Irti: «En el Medievo, Guillermo de Ockham afirmó que todo lo que define a un sujeto como ciudadano, hijo, esposo, padre, estudiante, emprendedor o librepensador, es un puro nombre, formulaciones del pensamiento, meras formas creadas por la mente». Es la vieja cuestión del nominalismo, la que llevó a la jurisprudencia a una ruptura con el pensamiento antiguo y tomista. Es allí, por tanto, donde se puede ubicar el surgimiento de un derecho subjetivo, un derecho que «sólo da cuenta del individuo –substantia prima–, desligándolo de las substantiae secundae, es decir, de todo el orden, de toda la riqueza de nexos existenciales, sociales, nacionales, supranacionales, cósmicos». Y sin embargo, ya los antiguos habían llegado a reconocer que «el hombre es más él mismo no sólo a través del bien propio, sino a través de la exigencia del bien de los otros. Sabéis –continuó Stefano Alberto– cómo sintetizó el derecho romano esta cuestión: suum cuique tribuere, dar a cada uno lo suyo. Y entonces, ¿qué es el Derecho? Lo vemos en Aristóteles, lo vemos en el derecho romano y en santo Tomás: es el arte de conocer y determinar lo que es justo. Todo esto presupone algo: un cierto uso de la razón como apertura para descubrir en el mundo el orden de las cosas. Apertura para descubrir el nexo entre las cosas –donde por cosas entiendo también las relaciones entre los hombres–, su finalidad». Entonces: ¿de dónde recomenzar? «Es necesario considerar lo que dice Benedicto XVI cuando laicamente invita a ensanchar la razón, una razón atenta a reconocer en el sujeto algo objetivo, común a todos. Hay evidencias y exigencias elementales que se expresan y se traducen con gran diversidad según las culturas, las épocas y las circunstancias históricas, pero que son comunes a todos». Este es el antídoto para una posición como la de Irti «que niega cualquier fundamento del Derecho, es más, lo reduce a la fuerza de la voluntad y a las formas y procedimientos a través de las cuales se expresa». Pero «si ninguna norma está presidida por verdades, por un vínculo absoluto y efectivo, entonces todas las normas vienen de la nada y en la nada pueden ser abolidas. El nihilismo es esta elección de la nada, de la ausencia de un “de dónde” y de un “hacia dónde”, es no tener ni origen ni destino». De nuevo, por tanto, el problema tiene que ver con un modo de usar la razón, porque si nada vale, «entonces el Derecho puede también reconocer la fitofilia –como ha sucedido en California–, el amor por las plantas». Se entiende entonces que lo que se pone en juego no es la moral, sino el sentido mismo de la Jurisprudencia: «De hecho –concluyó Stefano Alberto– el Estado me reconoce un derecho en la medida en que el movimiento de mi libertad contribuye a la sociedad y al bien común. Un ejemplo: el marido y mujer introducen en el mundo a unos hijos y los educan. Luego, si jurídicamente a cada derecho le corresponde un deber preciso, ¿me podéis explicar cuál es la contribución al bien común del matrimonio entre dos personas del mismo sexo?».
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