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Huellas N.04, Abril 2019

PRIMER PLANO

República Checa. «Todo empieza con un encuentro»

Paolo Perego

Los vientos de libertad tras la caída del Muro y el deseo de hacer política siendo cristiano. Tras unos años en la primera línea, David Macek dejó los juegos de partido por un modo distinto de construir la sociedad. Del Meeting Brno a la fundación DRFG. Allí donde el sueño europeo aún sigue vivo

«Vuelvo a verme en la escuela, con trece años y un mundo nuevo abriéndose ante mis ojos». Era el año 1989. David Macek vivía en Brno, capital de la región checa de Moravia. Entonces no existían aún la República Checa ni Eslovaquia, sino Checoslovaquia, gobernada por los comunistas desde 1946. El viento que soplaba en la Europa oriental “controlada" por los soviéticos, que llevaría a la caída del Muro de Berlín, llegó a Praga con la “Revolución de terciopelo", marcando el fin del régimen y llevando a la presidencia de Václav Havel, así como a las primeras elecciones libres en junio de 1990 y, en 1992, a la independencia de ambos países. Ahora Macek está casado, tiene cinco hijos y trabaja para la fundación filantrópica checa DRFG, después de su paso por la política.
Podemos empezar por aquí, por esta historia, por el descubrimiento de ese mundo nuevo, hecho de ciudadanía y libertad, que al principio de los años noventa invadió esta parte de Europa, para ver qué queda hoy del sueño europeo. Una historia que ha llevado a David a tener encuentros y estrechar amistades que han dado vida a muchas iniciativas. Como el Meeting Brno en 2016, por ejemplo, una serie de eventos culturales que pueblan un programa repleto durante dos semanas en la ciudad checa; o la “Marcha de la Reconciliación", junto con checos de lengua alemana, con los que históricamente siempre convivieron en Brno, para sanar una herida abierta desde finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando estos fueron expulsados del país.
«El amor a la política y el compromiso social nacieron en mí a los 17 años, cuando me topé, gracias a los grupos juveniles diocesanos, con la Doctrina social de la Iglesia», cuenta Macek. ¿La fe podía ofrecer una contribución a aquella nueva aventura de libertad? David y sus amigos fueron visitando parroquias para dar a conocer las encíclicas sociales. Luego llegó su primer compromiso político a nivel municipal y la universidad, donde estudió Ciencias Sociales. Después de graduarse, un senador le ofreció un puesto de asistente, pero al mismo tiempo le llegó también una invitación de la Lateranense para completar sus estudios en Roma. «El senador me dijo que esperaría hasta mi regreso». Y así fue. «Era el año 2003. Al año siguiente la República Checa entraría en la Unión». En la lista al Parlamento, David no fue elegido. Se convirtió en miembro del Consejo regional de Moraviay, en 2006, vicepresidente del Partido democristiano.
«Era un político de treinta años, con poca experiencia. Necesitaba ayuda». En Roma conoció CL. «Lo busqué en Praga, con los misioneros de la Fraternidad San Carlos». En este contexto, conoció también a otras personas comprometidas con la política en Italia. «Una vez les pregunté si hacía falta una espiritualidad especial para hacer política siendo cristianos. Sonrieron: “Somos amigos entre nosotros. Quedamos, charlamos, rezamos juntos". Necesité años para entender que el cristianismo no es algo abstracto». No hay un modo particular. «Vives el encuentro con Jesús donde lo has encontrado. Por eso, luego, en 2015, dejé el partido». Parece una paradoja. «En aquellos años empecé a conocer realidades sociales que tenían un papel mucho más constructivo que una política reducida al juego de partidos.
El Meeting de Rímini, la asociación Cometa, dedicada a la acogida y a la formación, la Compañía de las Obras...». Era un periodo en el que, por toda Europa, estaban a la orden del día temas como la inmigración, el terrorismo, la relación con el islam. «No me bastaba con debatir, quería ir al encuentro de las personas». Le pasó tras los atentados de París en enero de 2015. «La comunidad musulmana de Brno se expuso condenando aquello. Así que fui a verles a la mezquita, a rezar con ellos. Pero en el partido me criticaron, igual que cuando llegaron los primeros refugiados sirios y fui con unos amigos a recibirles en la estación. Ninguno de mis colegas políticos vino. Todos se inclinaban más bien por la idea de "defender el país de estos musulmanes, nosotros que somos cristianos."». ¿Eso era hacer política? «Era pre-política: ir a ver, para no razonar de manera populista o ideológica».

Luego llegó una frase, en las vacaciones de CL de 2015: «Todo empieza con un encuentro». Poco después, «con un grupo de amigos de mi ciudad, empezamos a trabajar en lo que sería el primer Meeting Brno. Pero fue el encuentro con Zygmunt Bauman en Como, durante una visita a Cometa, lo que me llevó a decidir dejar la carrera política». Un diálogo sencillo pero que ya no se le quitará de la cabeza. «Decidí cambiar de camino para poder profundizar en encuentros así».
Habló con amigos y retomó ciertas relaciones que había cultivado durante ese tiempo. «De uno de ellos nació la fundación donde trabajo, donde no solo se apoyan obras caritativas sino que intenta crear espacios de encuentro y diálogo entre experiencias vivas en Europa. Estoy seguro de que esta también es una forma de responder a los problemas de mi país». Dice que disfruta mucho cuando organiza visitas para amigos y conocidos en Italia para mostrarles lo que él ha visto. «Políticos, directivos, intelectuales. Este año habrá presencia checa en el Meeting de Rímini con Pavel Fischer, senador que fue candidato a presidir la República, y otros personajes». Y habrá una exposición sobre Havel que, empezando en Rímini, llegará en 2020 al Meeting Brno después de pasar por el parlamento italiano, el checo, el europeo, Ginebra...
«Precisamente Havel, cuarenta años después de hablar de “vivir en la verdad", responde a cómo poder ser ciudadanos políticamente activos incluso cuando parece que un hombre no puede hacer nada», añade Macek. No quiere decir que no se pueda construir en un partido, en un Consejo regional, en un parlamento. «Todo lo contrario. Esa es mi historia. Mientras encontré espacio, estuve ahí. Cuando encontré algo más grande, que la política en sentido estricto en aquel momento no era capaz de darme, decidí dar mi contribución al bien común de otro modo. Como dice la Doctrina de la Iglesia, la política se puede renovar partiendo de la sociedad civil, que educa al hombre para conocer de verdad. La política, la de los partidos, es buena cuando valora esos espacios. Por eso, más allá de mi trayectoria, es muy importante».
Como en el caso de Pavel Fischer. «Después de las presidenciales fui a verle y le hablé de la manera de hacer política que había visto en Italia y que tanto me había interesado, de la subsidiariedad y de su declinación en tantas obras que había visitado. Organizamos un viaje a Milán y sus alrededores, visitando obras y encontrándonos con personas. Al volver, Fischer, gran estudioso de la Doctrina social, me dijo que nunca había visto nada parecido. “Verdaderamente viven y se mueven por un encuentro que han tenido". Para mí, esto puede cambiar la política».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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